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Opinión: No es por presumir, pero sí, por Diana Avitia

Este fin de semana iniciaron la difusión de los primeros spots relativos al próximo informe de gobierno, evento faraónico e innecesario que todos los mandatarios anteriores también realizaron. Cada uno de ellos con su estilo, casi todos llevando la línea de solemnidad, con imágenes aleatorias de las obras, presunción de compromisos cumplidos y planeación futura.

Era de esperarse que nuestro actual presidente le daría, como en todo, un giro propio y así fue; hemos escuchado muchos slogans ridículos en diversas campañas, pero en esta ocasión tenemos el ganador indiscutible; todos estos anuncios inician con la frase “no es por presumir, pero …”. Las tomas de un solo cuadro, al mero estilo de la austeridad republicana, abusando del lenguaje coloquial, desde las líneas discursivas hasta el lenguaje corporal, un mensaje dirigido claramente al pueblo bueno, esto es claramente una campaña. 

Siempre he tenido claro qué tipo de líder me gustaría que tuviéramos, en esta ocasión dista mucho de la imagen que vi, nos gustaría ver fuerza, un lenguaje solemne digno de un mandatario nacional no pelea de ninguna manera con la claridad de un discurso, una postura erguida y una mirada fija dice mucho de cualquiera que está dirigiendo un mensaje y es diametralmente opuesto a las muecas, gesticulaciones y manos en el rostro ridiculizando a aquellos que asegura el presidente; “se estiraban a costa del erario”.

Estaba en la gasolinera cuando pasó en radio uno de los spots y decía tal cual; “no ha habido más impuestos, no ha crecido la deuda, hay estabilidad macroeconómica, no ha subido la gasolina ni la luz y por el contrario subió el salario mínimo”, cuando la persona de la estación me cobró, no sentí esa disminución y mi coche menos, la realidad a lo dicho es diametralmente opuesta. Hace un mes el Fondo Monetario Internacional (FMI) recortó, por quinta vez en los últimos 12 meses, sus expectativas de crecimiento económico para México ante un panorama permeado por una debilidad en la inversión y estimó que el PIB crecerá 0.9 por ciento en 2019, una cifra muy distinta comparado con el 4 por ciento que auguraba creceríamos la nueva administración.

Pero no todo es malo, antier el magnate de nuestro país, Carlos Slim fue invitado al más puro estilo neoliberal a lucirse en la conferencia mañanera, la voz se le entrego al empresario número uno y dando una palmada en la espalda a la presidencia, aseguro que es intrascendente si el crecimiento económico de México este año es de cero por ciento, pues existen grandes posibilidades de lograrlo en el futuro a través de los diversos proyectos de inversión que se tienen. Después dijo textualmente cuando lo cuestionaron sobre su confianza en el gobierno; “el empresario invierte no porque tenga mucha o poca confianza, si no porque tiene mucha o poca demanda, si hay demanda pues invierte” y después evadió la pregunta forzosa, ¿Texcoco o Santa Lucia?, solo dijo; el tiempo lo dirá, eso dibujo una sonrisa incomoda en el rostro presidente.

Un día con un amigo renegaba de las declaraciones de un empresario que en lo personal admiraba por las alabanzas a la administración que antes crítico, mi amigo también empresario me dijo; “tienes que aceptar que para un inversionista los intereses no comprenden de ideologías, el dinero no conoce moral”, es cierto. Me queda claro que Slim, estaba ahí por sus intereses, por otro lado para AMLO es un acierto total, le dio legitimidad a sus acciones, estabilidad y certidumbre a muchos otros inversionistas, era necesario, ¡bien jugado! y ni hablar se quedaron atrás los insultos al magnate de Forbes, hoy se le respeto y recibió con alfombra roja aunque antes aseguraban era parte de la mafia del poder y ¿porque no hacerlo? si ese pasado obscuro lo traen consigo muchos morenos actualmente y son perdonados de manera inmediata.

Los anuncios también aseguran que el avión presidencial se vendió, la realidad es que sigue sin moverse y no sabremos hasta cuando se venderá, por lo pronto nos sigue costando caro el capricho de no utilizarlo, también asegura que ya no se gastan sueldos de 700 mil pesos mensuales en burócratas, jamás nos han presentado prueba de ello, pero concedámosle esa y cierra con una sonrisa de desdén señalando que le retiraron la atención medica privada a muchos, también le concedemos ese punto, hoy ni atención medica privada y la pública está en crisis, muestra de ello es la manifestación en el aeropuerto de los padres de muchos niños enfermos de cáncer, no llegan los medicamentos, las quimioterapias a muchos se les retiraron, el video que circula en redes de uno de los pacientes solicitándole apoyo a AMLO es muy crudo, pero el secretario de salud señalo que pueden esperar. Esperemos para bien que el día del informe sea realmente eso, y no un mitin político y que por fin dejemos atrás la campaña para que este próximo año de gobierno se nos acaben las excusas y realmente seamos como dice nuestro presidente; un pueblo bueno y muy feliz, feliz, feliz.

 

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Publicidad Caleb Ordoñez 

Opinión

La valentía de ser uno mismo. Por Itali Heide.

La mayoría de los días, odio mi cuerpo. Algunos días aparece como un disgusto pasivo, mientras empujo las inseguridades que viven dentro de mí a un segundo plano. Otros días, consume mi mente. El aspecto de cada uno de mis rincones me atormenta los días en los que no soy capaz de mirar más allá del físico de mi existencia.

Es especialmente difícil cuando me considero feminista y positiva con respecto al cuerpo. ¿Cómo puedo apoyar y amar el cuerpo de los demás y, sin embargo, encontrar espacio para odiar el mío? Parece casi hipócrita, pero no puedo encontrar la manera de evitarlo.

Me levanto por la mañana y decido que hoy me voy a querer a mí misma. Me ducho, me maquillo, me pongo un atuendo con el que me sienta feliz y luego pierdo toda la confianza en mí misma cuando me veo en el espejo. Tal vez tenga algo que ver con el hecho de que he ganado más de un kilo desde la cuarentena. Pero lo más probable es que tenga que ver con el hecho de que seguimos siendo bombardeados con estándares imposibles a los que nos hacemos responsables, incluso cuando no exigimos a los demás el mismo estándar.

No todos los días son así. A veces, mi maquillaje se ve justo como quiero. Mi outfit parece haber sido elegido por un estilista. La confianza en mí misma se dispara en esos días, aunque son poco frecuentes. En esos días, aprovecho al máximo lo que soy. Quién sabe, quizá en los días malos recuerde quién era cuando me sentía yo misma.

Al fin y al cabo, cuando más nos sentimos como nosotros mismos estamos contentos con nuestro aspecto, ¿no? Ni siquiera tiene una correlación con el físico, pero impacta directamente en la forma en que nos sostenemos y nos sentimos cuando entramos por la entrada de algún lugar. Parece que pensamos que todo el mundo es perfecto. Nos fijamos en lo que no tenemos en los demás, e ignoramos lo que sí tenemos cuando los demás no lo tienen. Parece ser la naturaleza humana, pero me gusta creer que nos hemos enseñado a pensar que la perfección es la única forma de ser.

Los estándares de belleza han existido desde que la humanidad ha dado valor a la apariencia de las personas (especialmente a la mujer). El poder que tiene sobre nosotros es asombroso, sobre todo si tenemos en cuenta que hemos borrado el cuerpo humano natural de la existencia y lo hemos sustituido por un cuerpo de modelo que se supone que representa la mejor versión de nosotros mismos. La verdad es que la mejor versión de nosotros mismos no necesita dietas, ejercicio excesivo, photoshop, filtros y poses incómodas.

¿Qué necesita realmente la versión auténtica de nosotros mismos? Necesita correr, explorar, tocar, sentir, llorar, reír, aprender y ser libre. Nuestro cuerpo está hecho para mucho más que para convertirse en una estatua de los estándares de belleza, y a menudo nos olvidamos de ello. Nos negamos a salir de nuestra habitación sin maquillaje, sin un atuendo que nos haga sentir seguros, sin algo que cubra la autenticidad que nos hace ser quienes somos.

Quien eres, es quien estás destinado a ser. Si quieres ponerte delineador de ojos, adelante. Si quieres llevar capa y vestido, hazlo. ¿Quieres ir al gimnasio y ponerte musculoso? Nadie te lo impide. La vida es un juego y tú eres el avatar que tienes la suerte de personalizar. Sin embargo, no olvides que eres igual de valioso sin todas esas cosas. El mundo está hecho para ser disfrutado, y nada superficial te dará las herramientas necesarias para sentirte realmente feliz en el mundo. Sé tú mismo, pero no olvides que eres más que lo que aparentas ser.

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El precio caro de la moda barata, Por Itali Heide

La vida moderna en la era del hipercapitalismo está llena de daños medioambientales inevitables – desde viajar en avión, los plásticos de un solo uso, hasta los pedidos de comida a domicilio – la contaminación parece ser algo natural para nosotros en esta época. Cuando se trata de la ropa que usamos, a menudo los impactos son menos que obvios.

La industria de la moda produce el 10% de todas las emisiones de carbono de la humanidad, lo que le ha valido ser de los mayores consumidores de agua y contaminar los océanos de la Tierra con peligrosos microplásticos, que acaban en nuestras playas y llegan al interior de los cuerpos de las criaturas que llaman al mar su hogar. La industria que nos ha mantenido al tanto de los trends en el mundo de la moda es el segundo mayor contaminante del mundo, solamente detrás de la industria petrolera. Entre más crece la industria, el daño medioambiental empeora de forma exponencial, también.

A medida que los consumidores alrededor del mundo compran más ropa, especialmente de empresas de fast fashion barata cuya popularidad no deja de aumentar, como Shein, Fashion Nova y Zara, por nombrar sólo algunas, el peaje para el medio ambiente se hace notar. La gente no sólo compra más del doble de ropa que a principios del milenio, sino que además conserva la ropa la mitad de tiempo.

Las tendencias cambiantes y la necesidad constante de validación alimentan la necesidad de comprar más y más, lo que conduce a una relación tóxica entre el consumidor y la empresa. Cuanto más compramos, más sufre el mundo y más validamos a las empresas que se aprovechan de nuestras inseguridades y de nuestra necesidad de impresionar constantemente.

La industria textil y de la moda tiene una cadena de suministro larga y compleja, que empieza en la agricultura y la producción petroquímica, hasta la fabricación, la logística y la venta. Cada proceso conlleva su propio conjunto de pesadillas, ya sea el impacto medioambiental o humano, ya que la industria explota a miles de personas en países de bajos ingresos por unos pocos centavos. Los impactos vienen en todas las tonalidades del arcoiris, empeorando a medida que el mundo sólo continúa por su camino orientado al consumo, en lugar de tomar las medidas necesarias para mejorar el futuro de la industria.

Entonces, ¿qué se puede hacer para frenar la contaminación? Puede que sea demasiado tarde para borrar todo el daño causado, pero nunca es demasiado tarde para mejorar. La moda sostenible es la respuesta, pero es un término que se utiliza cada vez más (y de forma exagerada) y que no suele estar respaldado, ya que las empresas prefieren utilizarlo para dar un lavado verde a su marca y (como es lógico) vender más ropa. La verdadera moda sostenible significa comprar menos y comprar de forma más inteligente, aunque hay muchas más cosas que pueden englobarse en este término.

¿Qué significa exactamente la moda sostenible? Cuando se hace realidad, las empresas de moda sostenible recortan las emisiones de CO2, abordan la sobreproducción, reducen la contaminación y los residuos, apoyan la biodiversidad y se aseguran de que sus trabajadores reciban una remuneración justa y tengan unas condiciones laborales seguras. Sin embargo, esto es sólo una pieza del rompecabezas. Aunque las empresas deben cargar con la mayor parte de la responsabilidad, ya que son las que están detrás de los problemas sistémicos en primer lugar, hay cosas que los consumidores también pueden hacer para apoyar la sostenibilidad. Comprar el mismo número de artículos con la etiqueta de ‘sostenible’ no es suficiente, sino que es necesario replantearnos por completo los hábitos de consumo y compra. Aquí unos tips para mejorar nuestra forma de comprar ropa:

1. Comprar menos y comprar mejor.
Cada año se producen en el mundo 100 mil millones de prendas. Antes de hacer una compra, pregúntate a ti mismo: Comprar ropa que nos sirva, en lugar de servir a la ropa, puede marcar una gran diferencia.

2. Invertir en marcas sostenibles.
Comprar mejor también significa apoyar a los diseñadores que utilizan prácticas sostenibles, pero ojo: cuidado con las empresas que utilizan el término para hacer greenwash y vender más cosas. Investigando y haciendo que las empresas se responsabilicen de sus acciones, podemos apoyar a las que hacen el bien por el mundo.

3. Compra de segunda mano y vintage.
La ropa pre-amada y reutilizada es una forma estupenda de estar al día con las tendencias pero sin dejar de cuidar el planeta. Utilizando aplicaciones que atienden a estos sectores, como Depop, o acudiendo a bazares y ventas de garaje, no sólo reciclamos ropa, sino que apoyamos a los negocios locales.

4. Prueba la moda digital.
Por último, pero no por ello menos importante, ¿por qué no utilizar la tecnología en nuestro beneficio? No es ningún secreto que gran parte del atractivo de la moda es la necesidad de mantener las apariencias en línea, ya sea publicando una bonita historia en Instagram o bailando para un TikTok. Con la realidad virtual convirtiéndose en algo cotidiano, aplicaciones como DressX están atendiendo a la reinvención del consumo de moda a través de ropa digital que se puede poner encima de fotos y vídeos. Esto puede ofrecer una gran alternativa para el futuro de la moda, así que ¿por qué no probarlo?

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