Era una niña cuando inicio a acuñarse la expresión; las muertas de Juárez, haciendo referencia a la ola de homicidios cargados de agravantes y perpetuados en esa frontera en contra de mujeres, desde entonces hasta el día de hoy no ha existido un solo año en el que ese tema no haya sido tema cotidiano en el estado. El feminicidio de Alma Chavira Farel de tan solo 13 años cimbró a todo el estado en el año de 1993 a partir de ese crimen
las mujeres de Chihuahua no hemos tenido tregua.
Se reportaban con una constancia escalofriante el hallazgo de cuerpos sin vida de mujeres asesinadas con signos de violencia. Hay muchas teorías que tratan de explicar el fenómeno; unas señalan que al ser un estado maquilador que sostiene a la industria en gran parte con mano de obra femenina, los delincuentes tienen acceso a múltiples victimas a horas en que la ciudad duerme y ellas se encuentras desprotegidas, otros dicen que la cultura del narco a exacerbado el fenómeno, otros muchos de manera ignorante señalan que las víctimas se han puesto en riesgo por sus actitudes, manera de vestir, si habían bebido, andaban solas, etc., y por lo tanto son parcial o totalmente responsables de lo ocurrido hoy a nivel mundial a esto se le ha llamado “Victim Blaming” y en nuestro país revictimización o victimización secundaria, la Suprema Corte de Justicia ya ha emitido criterios orientadores al respecto, hoy sirven de base para ajustar el termino con un sesgo de género.
Pero realmente el problema va más allá de todas estas teorías, me da miedo admitir en voz alta que mi estado es un estado machista, que el estigma del ranchero misógino permanece vivo en el pensamiento colectivo, si bien no en sentido literal las conductas del macho han permeado y hoy solo lo disfrazamos un poco más cediendo la palabra a las mujer, dándonos pequeñas cuotas de poder, pero la realidad es otra, nos rebasa, no hay día que no habrá mis redes sociales y no me tope con noticias relativas a violencia de género, memes y burlas machista tergiversando la idea de lo que realmente es el feminismo, mentes tan cortas que lo acotan sarcásticamente a decir que si se busca la igualdad deberíamos iniciarla pagando la mitad de la cena, porque aparentemente primero tenemos que aportar la mitad de todo, y claro que es lo mejor, muchas ya lo hacemos, en ciudades grandes ya no es un tema.
Estas personas siempre usan el tan desgastado argumento; “ni machismo, ni feminismo, ¡igualdad!”, solo que se les escapa un pequeño detalle llamado brecha salarial. Hace una semana una joven fue violada cerca de los jardines del campus universitario, el tema fue sonado, la nota nunca fue acerca de los estragos a la víctima o del movimiento en contra de la cultura de la violación, las autoridades se echaban la pelota unas a otras
justificando que no tenían jurisdicción en esa zona en específico y que por lo tanto la responsabilidad no era de ellos, y ya no hablemos de coordinación entre los órdenes de gobierno o algún autónomo, aquí solo fueron declaraciones en sentido de deslindar responsabilidad y solo eso.
En redes la nota llamo mucho la atención, me di a la tarea de leer y comentar varias de ellas solo para recibir un golpe de realidad y visualizar a la sociedad donde vivo realmente como es, por un lado me sentí contenta de que la semilla de la sororidad entre mujeres va creciendo poco a poco, muchas apoyando y argumentando sólidamente, exigiendo justicia, siento que mi generación marcó una pauta y no solamente cambiamos de ideas a partir de nosotras si no que hemos impregnado ese sentir a nuestras generaciones anteriores, a nuestras madres, tías, abuelas y por otra parte también hay que decir que existen muchas mujeres alienadas, es decir, aquellas que han interiorizado y comparten el sistema opresor, y claro la parte obscura muchos comentarios justificando a la autoridades, minimizando el hecho, cuestionando la integridad de la víctima, tratando de aplicar el “mansplainig” a los comentarios de algunas compañeras, en fin.
Historias como la de esta joven hay muchísimas y se encuentran más cerca de nosotras de lo que pensamos. Hace nueve años mi prima me marco y me dijo que había pasado por casa de mi mejor amiga fuera de ella había una ambulancia, ella pensaba que había ocurrido algo grave. Sentí que me paralicé, sabía desde ese instante que algo no estaba bien, temprano ese día había mensajeado con ella y dejo repentinamente de responder, ella nunca hacia eso pero como yo sabía que tenía una cita de trabajo asumí que estaba apurada.
Llegue corriendo a su casa, vi a su mamá en el suelo llorando, a muchos morbosos alrededor y cuando me metí entre la gente me topé con su hermana, nos vimos frene a frente rompió en llanto y me abrazo, hice lo mismo, sabía que había pasado, sabía que habían matado a mi amiga, juntas desde primaria éramos amigas, confidentes, vecinas, hermanas. Le dije todo lo que recordaba de ella a los ministeriales a los que les turnaron la carpeta, me dijeron después que las investigaciones apuntaban a un familiar cercano, hasta la fecha no tengo el valor de preguntarle a su mamá nada.
Dure semanas llorando, años asustada, mi mamá con crisis nerviosa, cada vez que yo salía ella se quedaba asustada, sin dormir, hasta hace poco me lo confeso. La entiendo totalmente, vimos tan de cerca la violencia, la olimos, la sentimos, nos destrozó. Y casos como los anteriores siguen siendo tema, cada semana es otra víctima, otra historia que debatimos y todo sigue igual.
La mujer sigue siendo un ciudadano de tercera. Somos simplemente una estrategia publicitaria en la que la excusa de la igualdad de género cae de perlas, abusan de esa situación, en política, empresas, gobierno, etc., lo que hoy conocemos como “Purple Washing”.
Nos siguen relegando, en puestos de poder no nos visualizan como un contrapeso real o un igual si no como un requisito por cumplir ante la exigencia legal y social de equidad y si dentro de esos requisitos se nos puede colar el nepotismo y el compadrazgo seleccionando solamente a elementos femeninos derivados del privilegio pues que mejor, ¿o no?.
Las comisiones más importantes en el congreso local las presiden hombres, las diputadas rara vez son nota y son relegadas a comisiones de menor importancia, el presupuesto de egresos para este año en el área de la Secretaria de Desarrollo Humano y Social señala que el Instituto Chihuahuense de la Mujer tiene presupuestada una incidencia positiva en más de 18,000 mil mujeres en situación de violencia y asigna una partida presupuestal, es plausible cualquier intensión y acción a favor de la causa, pero sigue siendo deficiente, la realidad social nos rebasa.
La cultura de la violación está viva en Chihuahua y lo peor es que la hemos normalizado y aceptado no nos damos cuenta de las conductas machistas porque han estado tan arraigadas por años que nos parece un mundo rectificar el camino, estas formas fomentan culpabilizar a la víctima, embellecen y erotizan la violencia sexual y lo más triste es el alto nivel de despreocupación que permea en el ambiente ante las agresiones a mujeres, una clara muestra de esto es que este fin de semana hubo un grupo feminista realizo una rodada con el lema “las calles son nuestras”, una actividad plausible por donde se vea, lamentablemente estos movimientos quedan cortos porque no apoyamos.
Según datos del secretariado ejecutivo del sistema nacional de seguridad pública, en el mes de enero del presente, el estado de chihuahua ocupa el vergonzoso cuarto lugar en feminicidios. Este estudio también hace un análisis entre los municipios del país y posiciona a Cd. Juárez, Chihuahua capital y Cuauhtémoc dentro de los diez municipios con índices más altos en feminicidio, encumbrándose en el primero, cuarto y décimo lugar respectivamente.
Con los recientes y polémicos anuncios del gobierno federal que recortan de manera fatal a las estancias infantiles, programas de detección de cáncer cervicouterino y refugios para mujeres víctimas de violencia y sus hijos, tenemos un serio retroceso en la dinámica social, se dice que el apoyo se dará directamente a las beneficiarias, una medida totalmente clientelar y nada eficiente, con estas decisiones se desempodera a la mujer y en el estado
nadie reclama, nadie alza la voz en pro de la mujer.