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Opinión

Opinión: Después del Cualiacanazo, por Diana Avitia

Todos sabemos que fue lo que ocurrió el jueves pasado en la ciudad de Culiacán, leímos muchos comentarios al respecto, vimos decenas de videos de aquel día, entrevistas a funcionarios públicos, publicaciones de diferentes medios, todos nos formamos nuestra opinión, así que dejando colores a un lado, sin importar filias y fobias solo podemos asegurar que este suceso marcó una pauta en este gobierno y en este país, esta administración ya no será la misma a partir de que todos vimos cómo se claudicó, lo cierto es que nadie quiere más sangre, ni más homicidios, pero también nadie quiere operativos mal planeados que solo evidencien al estado y le entregue el país a delincuentes.

Escuchando a varios analistas dejaban la pregunta al aire… ¿de quién es la culpa de lo sucedido?, el público empezó a participar; muchos decían que Durazo, otros tantos culpaban al ejército y la gran mayoría al presidente. Pero más allá de buscar culpas lo importante aquí es desmenuzar lo ocurrido de manera objetiva después de pasado un tiempo prudente, con información ya confirmada, sin especulaciones y sin dejar de ver quienes son los verdaderos delincuentes, aquí, el enemigo público número uno es el crimen organizado, debemos partir de esa primicia. 

Lo más fácil y cómodo siempre es estar en la oposición, el presidente es excelente opositor, por años lo práctico y perfeccionó, se posicionó y empoderó desde ella, pero que pasa ahora cuando ya es gobierno, la narrativa desde presidencia siguió siendo la misma, desde el púlpito presidencial las explicaciones fueron las mismas, siempre a la defensiva, culpar a la oposición, autonombrarse como “un cambio”, cuestionando a la prensa y sus fuentes, platicando de béisbol y el clásico de otoño. 

Desde que inició su mandato, la avasalladora popularidad del presidente le alcanzaba perfectamente para limar asperezas con diferentes corrientes, cambiar el mensaje y capitalizar eso a su favor, hasta el día de hoy no lo ha hecho, con el tiempo los números decrecerán, cuando se dé cuenta que un líder debe sumar y no restar, que la pelea y la polarización no lo llevara a ningún lado, tal vez en ese momento su capital político no le alcance, esta es la crisis más seria que ha tenido su gobierno, tan grande que muchos dicen “este es el Ayotzinapa de la 4t”.

La inexperiencia fue evidente, durante el desarrollo de una crisis, el ejecutivo permanecía mudo y a la defensiva, en Oaxaca. Durazo y el gabinete de seguridad al momento de dar la cara, dejaron todos los datos al aire, sin claridad y dejando al país toda una noche hundido en la incertidumbre. Eso dio paso a que creciera la especulación, los dichos no estuvieron fuera de la realidad, el estado bajo presión y amenazas dejo libre al capo, la comunicación de esta administración fallo nuevamente.

Lo más preocupante a partir de este acontecimiento es que los delincuentes, todos ellos, ya nos tomaron la medida, saben el cómo, y no solo los grandes capos, esto envalentonará a delincuentes de calle, que a partir de hoy al mentir y decir que son parte de un cartel harán y desharán fechorías, tal como pasó en Chihuahua, muchos de nosotros tuvimos terribles recuerdos al ver lo que pasaba en Sinaloa, nos remontó al terrible pasado cuando diariamente escuchábamos tiroteos, no queremos regresar a eso, no más víctimas colaterales.

Hoy es más claro que nunca, los carteles son estructuras sistematizadas y organizadas, funcionan como engranes, tienen esquemas que funcionan, esto tenia que estar medido a la perfección, y la operación para detener al capo debió de ser quirúrgica, quienes dieron la oportunidad para que el cartel reaccionara fueron los tomadores de decisiones y nadie más, ellos pusieron en riesgo a los ciudadanos al no medir el riesgo, la decisión de liberar al capo la pretenden capitalizar y decir que fue una decisión difícil pero humana, salvaron vidas, mismas que ellos pusieron en riesgo, anteriormente se detuvieron a cabezas del crimen sin una sola muerte.

La burbuja en la que aíslan al presidente con cada error de la administración pronto reventara, no pueden separar a la cabeza del resto del cuerpo gubernamental, el desencanto inicio, muchos que antes defendían ciegamente este gobierno hoy guardaron silencio, los argumentos del pasado ya no son válidos, es cierto, mucho de lo que hoy vivimos es resultado de anteriores decisiones, pero quien hoy se sienta en la silla presidencial antes es el mismo que antes aseguro tener la solución, prometió un cambio y sin titubear dio incluso plazos para la pacificación, “no a la militarización” y hoy la guardia nacional patrulla las calles.

Los que buscamos es coherencia, nadie está en contra de la pacificación, pero una real. Basta de excusas y respuestas sin sentido, hace días en su visita a Guachochi nos habló de frente a los Chihuahuenses y dijo textual; “el presidente se entera de todo”, hoy pretendiendo aislarlo de todo mal se justifican diciendo que el ejecutivo jamás estuvo enterado de lo que pasaría, ¿con que versión nos quedamos, con la de AMLO de hace días o con la de AMLO de hoy?, con lo que vine necesitamos a un hombre serio, con temple, fuerza y sobre todo capacidad para conciliar, iniciar la paz desde él.

 

Opinión

El escenario. Por Raúl Saucedo

Narrativa y puntos suspensivos

Guadalajara en el occidente de México dónde la historia de la nación se enquista a través de los siglos, cada año se despliega la majestuosidad literaria de la Feria Internacional del Libro (FIL). Sin embargo, detrás de las páginas y las historias con puntos suspensivos se entretejen tramas políticas que reflejan la complejidad de la realidad mexicana.

La FIL, con sus pasillos llenos de letras y voces diversas, se convierte en un microcosmos donde convergen no solo amantes de la literatura, sino también actores políticos que buscan influir en la narrativa nacional, que buscan un escenario intelectual, ese escenario donde las letras se entrelazan con la política, y los libros se convierten en una herramienta poderosa para moldear la opinión pública.

En el contexto político mexicano, la FIL se presenta como un espacio de diálogo y confrontación de ideas. Los escritores, intelectuales y políticos convergen en este evento cultural, generando un intercambio que va más allá de las portadas de los libros. En las mesas de discusión y presentaciones, se gesta un debate que refleja las tensiones y los desafíos que enfrenta el país.

En este aniversario, es inevitable reflexionar sobre cómo la FIL ha sido testigo y protagonista de los cambios políticos en México. Desde la apertura democrática hasta las luchas sociales, la feria ha sido el escenario donde las palabras han resonado con fuerza, marcando el pulso de la nación.

Sin embargo, la FIL también enfrenta desafíos propios de la realidad política mexicana. La censura, la autocensura y la amenaza a la libertad de expresión son sombras que acechan a este evento literario. La lucha por mantener la independencia del pensamiento y la palabra escrita se libra tanto en las páginas de los libros como en los pasillos de la feria.

En el último año, la FIL ha sido testigo de cambios significativos en la escena política nacional. Nuevos liderazgos, movimientos sociales y desafíos económicos han impactado directa e indirectamente en el mundo literario. La feria se erige como un reflejo de estos tiempos turbulentos, donde la búsqueda de identidad y justicia se entrelaza con la creación artística.

En el ámbito internacional, la FIL Guadalajara se consolida como uno de los eventos literarios más importantes de habla hispana. La presencia de escritores de todo el mundo no solo enriquece la diversidad cultural, sino que también proyecta a México como un actor relevante en el escenario global. En un contexto político marcado por la diplomacia cultural, la feria se convierte en un instrumento para tejer lazos y construir puentes entre naciones.

A pesar de los desafíos, la FIL persiste como un faro de esperanza y resistencia. Los libros, como testigos silenciosos de la historia, continúan siendo herramientas para la transformación social y política. En un país donde la desigualdad y la injusticia persisten, la literatura emerge como un catalizador de conciencia y cambio.

En esta ultima semana de noviembre celebramos no solo la longevidad de la FIL Guadalajara, sino también su capacidad para adaptarse y evolucionar en un entorno político dinámico. Que la feria siga siendo un espacio de encuentro, reflexión y resistencia, donde las letras sigan siendo la voz de aquellos que buscan construir un México más justo y equitativo.

Por mi parte seguiré pensando en la utopía que todo Mexicano lee o al menos sueña con escribir un libro y transmutar su pensamiento en palabras y olores de papel, si usted tiene la oportunidad de ir algún día a la FIL vaya, que no lo limiten diciendo que es un cónclave de cierta corriente ideológica y si va tenga en mente sus 3 libros favoritos o al menos saberse el nombre de la obra que escriban en su honor…

@Raul_Saucedo

rsaucedo@uach.mx

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