Los griegos se lanzaron este domingo en una ansiosa búsqueda de cajeros automáticos para retirar dinero en efectivo ante la creciente incertidumbre, luego del anuncio por el primer ministro griego de que se decretó el cierre temporal de los bancos y el control de capitales.
«No sabemos lo que pasa, es muy loco», dijo a la AFP una griega llamada Voula, que recorría Atenas buscando cajeros automáticos con dinero disponible, incluso antes de que se confirmara que el gobierno decretó un cierre temporal de los bancos.
En el centro de Atenas, al menos una docena de cajeros ya no estaban funcionando, lo que llevó a los residentes y también a turistas a lanzarse en una frenética búsqueda de máquinas que todavía estuvieran funcionando.
El rechazo del Eurogrupo de prolongar el programa de asistencia a Grecia más allá del 30 de junio «condujo al BCE a no aumentar la liquidez de los bancos griegos y obligó al Banco de Grecia a activar las medidas de cierre temporal de los bancos y la limitación de los retiros bancarios», declaró Alexis Tsipras en alocución televisiva.
Tsipras también anunció el domingo que volvió a pedir a la Unión Europea y el Banco Central Europeo (BCE) una extensión del programa de ayuda para el país, que le había sido rechazada el sábado.
Las autoridades griegas habían convocado a una reunión del comité encargado de reaccionar ante las crisis financieras, después del fracaso de las negociaciones el sábado, que acercan la posibilidad de que Grecia caiga en default el martes.
«Lo intenté en muchas máquinas, cinco, seis, ocho, diez, ni siquiera estoy segura», se lamentaba mientras intentaba en otra máquina.
«Me siento muy ansiosa, muy enojada con el gobierno. Los odio. Han llevado a Grecia a una aventura muy peligrosa», afirmó.
Después de que el primer ministro de izquierda radical, Alexis Tsipras, anunció un referendo sobre el proyecto de acuerdo de Grecia con sus acreedores y que estos dijeran que no prolongaban el programa de ayuda que le brindan, empezó la preocupación.
No todo el mundo se encontraba en la playa o en el café este domingo, algunos continuaban concentrándose frente a las máquinas distribuidoras de dinero.
Frente a una sucursal del Banco Nacional en los suburbios de Atenas, una veintena de personas esperaban pacientemente a pleno sol.
Otros no han intentado recuperar sus ahorros porque simplemente no los tienen. Por ejemplo, Stefanos Kollias, de 36 años, empleado en una empresa informática, gana 11,000 euros (12,282 dólares) anuales contra 15,000 pocos años atrás.
Andreas Nikolopoulos, de 40 años, explica que todo su dinero lo tiene en casa. Este experto en seguridad no teme a los robos pero en cambio sí por Grecia, y augura un futuro «sombrío».
«Yo tengo familia en Australia, Canadá, y tengo una propuesta de empleo en Múnich (…) Pero mis vecinos, los amigos, la familia, han caído en la trampa», estima este creyente frente a la iglesia del barrio popular de Pangrati.
A algunos metros de él, una joven también creyente, sonriente, de 17 años de edad, Marina Stoianovich, quiere mantener la esperanza, inclusive en caso de un Grexit (salida de Grecia de Europa): «vamos a estar en un país diferente, vamos a controlar nuestra economía(…) encontraremos el medio para hacerlo».
Que se vote o no en referendo el domingo da igual para muchos, que piensan que «de todas maneras, las dos respuestas son malas, abandonar el euro o seguir así (con la austeridad)», resume Antonios Kouzis, de 72 años, cuya jubilación cayó de 1,400 euros a 1,000 euros mensuales.
«Tenemos miedo… pero esperamos lo mejor», «hemos tenido demasiados años malos», confía Fotini, una anciana de 76 años que espera a una amiga sentada en un banco de la plaza Syntagma. «La gente quiere una buena vida, trabajo. Hay demasiados hombres y mujeres sin empleo. No es justo», afirmó.
El Economista