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Salud y Bienestar

Dos bebidas que los veganos amarán

Parece que de repente todo el mundo se está alejando de albóndigas y el jamón de pavo. Sin embargo, vamos a aclarar algo: los naturistas han existido por siglos y el veganismo no es otra dieta de moda, es una forma de vida.

Las personas verdaderamente veganas se mantienen alejadas de los bolsos de cuero y de la seda. No comen miel de abeja ni utilizan jabones elaborados con ingredientes derivados de animales. Evitan los cosméticos, medicamentos o cualquier tipo de productos que hayan sido probados en lindos animalitos.

Básicamente tienen un compromiso ético y una visión compasiva con aquellos que les rodean, promueven el respeto a los derechos y el bienestar de los animales, el cuidado del medio ambiente y la salud humana. En algunos casos también intervienen cuestiones místicas y es justamente una búsqueda espiritual lo que los impulsa a dar el salto a este estilo de vida.

Para llevar una dieta vegana equilibrada la variedad es la clave. De este modo, se satisfacen las necesidades de nutrición (proteínas, carbohidratos, grasas, vitaminas, minerales, etc.) sin afectar tu salud. Debes incluir frutas, todo tipo de hortalizas, abundantes raíces, granos enteros, nueces, semillas, legumbres, aceites vírgenes y una gran variedad de verduras de hoja verde. En este sentido, la planificación de las comidas y las compras te darán una ventaja esencial para alcanzar este preciado equilibrio.

Existe una inmensidad de platillos veganos. Por ejemplo, un menú del día puede consistir en una especie de “avena”  (a base de granos enteros como alforfón, avena o quínua) con frutas frescas en el desayuno; un smoothie verde como snack a media mañana, una sopa de frijoles y verduras con pan crujiente para el almuerzo y un salteado de verduras y champiñones para la cena acompañados con una sabrosa ensalada de hojas verdes.

Si aún no te has animado a incursionar en el veganismo, pero te gustaría probar algunas recetas de este bello estilo de vida, puedes comenzar con este delicioso smoothie verde.

Smoothie Verde

Necesitas:

  • 1 taza de leche de almendras casera
  • 1 taza de agua de manantial
  • 2 tazas de moras azules orgánicas congeladas
  • 1 taza de hojas verdes orgánicas (la col rizada o espinaca funciona mejor)
  • 4 cucharadas de amaranto inflado
  • 2 cucharadas de semillas de chía orgánica
  • ½ plátano
  • ½ cucharadita de aceite de coco orgánico virgen extra.
  • 4 dátiles Medjool *deshuesados

*Los dátiles son los frutos de unas palmeras que crecen en el desierto, de hecho ya se cultivan en el norte de México. La variedad Medjool son más carnosos y dulces pero cualquiera sirve para esta receta.

Forma de prepararse:

Mezcla la espinaca o la col rizada con la leche de almendras en una licuadora a velocidad alta. A continuación, agregua el resto de los ingredientes y licúa hasta alcanzar una consistencia suave y homogénea.

Ahora, ¿cómo hacer la leche de almendras casera? ¡Súper fácil! Y te aseguro que una vez que la hagas no querrás volver a tomarla de un Tetrapak.

Leche de Almendras casera

Necesitas:

  • 1 taza de almendras (con todo y cáscara, remojadas desde la noche anterior)
  • 1 pizca de sal de mar
  • 1 pizca de canela en polvo
  • 1 cucharadita de extracto de vainilla orgánica (o el relleno de una vaina)
  • Opciones para endulzar: 4 dátiles Medjool

Forma de prepararse:

En una licuadora potente mezcla todos los ingredientes juntos. Cuela a través de una bolsa de leches vegetales o una coladera de punto muy fino que tengas en casa. Puede conservarse en un recipiente de vidrio en refrigeración hasta dos días.

Esta leche la puedes beber en un vaso con mucho hielo, una cucharadita de miel de agave y una buena pizca de canela como postre o tentempié.

Te quitará ese terrible antojo de algo dulce a media tarde.

Fuente: ActitudFem

Revista

La grasa abdominal profunda: el enemigo silencioso que envejece tu cuerpo y tu mente

Oculta bajo la piel y rodeando órganos vitales como el corazón, el hígado y los riñones, la grasa visceral representa una de las amenazas más serias para la salud metabólica y cerebral, incluso en personas delgadas. Más que un problema estético, esta grasa activa procesos inflamatorios que pueden desencadenar enfermedades como la diabetes tipo 2, el hígado graso, problemas cardiovasculares y, a largo plazo, deterioro cognitivo.

De acuerdo con el Dr. Andrew Freeman, especialista en prevención cardiovascular, la grasa visceral es un marcador de múltiples riesgos de salud, aun en quienes aparentan estar en forma. El fenómeno conocido como “skinny fat” —personas con peso normal pero con alta proporción de grasa interna— evidencia que la salud no siempre se refleja en el espejo.

El impacto va más allá del metabolismo. La neuróloga preventiva Kellyann Niotis advierte que este tipo de grasa libera compuestos inflamatorios que aceleran la atrofia cerebral y favorecen la aparición de placas beta-amiloides y ovillos de tau, señales asociadas con la enfermedad de Alzheimer, incluso desde los 40 o 50 años.

¿Cómo saber si la grasa visceral está fuera de control? La medida de la cintura es un primer indicio: más de 88.9 cm en mujeres y 101.6 cm en hombres eleva el riesgo, según los CDC. La masa muscular también importa: quienes tienen más grasa que músculo tienden a acumular esta grasa profunda. Estudios como la DEXA o básculas con medición de grasa corporal pueden ayudar a evaluar estos indicadores.

La buena noticia: es reversible. Freeman insiste en un enfoque integral con ejercicio cardiovascular diario (como caminatas rápidas de al menos 30 minutos) y entrenamiento de fuerza con resistencia. Ejercicios como desplantes, sentadillas, lagartijas y peso muerto movilizan grandes grupos musculares, aceleran el metabolismo y estimulan hormonas que mejoran la composición corporal.

Una alimentación basada en plantas, como la dieta mediterránea, también es clave. Rica en frutas, vegetales, granos enteros, aceite de oliva y pescado, esta dieta ha demostrado reducir la grasa abdominal y el riesgo de muerte por enfermedades crónicas, especialmente en mujeres.

El ayuno intermitente —comer solo durante una ventana de seis horas al día— puede ser un complemento efectivo, aunque no es apto para todos. La combinación de alimentación natural, entrenamiento funcional y periodos de ayuno puede “hacer magia” en la reducción de grasa visceral, señala Freeman.

En resumen, mantener el músculo, eliminar alimentos ultraprocesados, moverse cada día y reorganizar los horarios de comida no solo combate la grasa abdominal profunda, sino que extiende la salud física y mental hacia el futuro. Porque el verdadero “elixir de la juventud” no se compra: se construye con hábitos.

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