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Opinión

2013 clave para el crecimiento por Kamel Athie

(“Cuando veas a tu vecino rasurar…pon tus barbas a remojar”)

El 31 de diciembre casi en los albores del 2013, se disipó la sombra del “precipicio financiero” que amenazaba a Estados Unidos de una nueva recesión y con ello arrastrar en la debacle a los paises aliados comercial y financieramente de Europa, Asia y América, entre ellos México, que a pesar de diversos intentos de emerger de la crisis, sus gobiernos están sumidos en deudas y la gente desempleada.

La aprobación de la reforma fiscal, no fue cosa fácil, aún cuando la votación de 257 votos a favor contra 167 en contra resultó cómoda, enmarca por lo menos 3 lecturas: La primera de ellas es el consenso logrado por los empresarios y magnates financieros, cuyos intereses son representados por los legisladores, y en especial los republicanos, que después de profundos análisis comprendieron que de no tomar esta decisión, el futuro de sus negocios en el orbe irían a un nuevo colapso financiero de magnitudes impredecibles.

La segunda lectura, es la confianza que han depositado en Barack Obama para sacar al país de la crisis que data precisamente de que este presidente iniciara su mandato por primera vez, hace poco más de 4 años, cuando Bush le entregó el país con el desastre financiero más grande de su historia, debido a las guerras, a los dispendios y al consumismo en que se sometió a lo sociedad norteamericana.

La tercer lectura, es que lo ocurrido allí servirá de ejemplo a otros países del mundo, entre ellos México, para que el sacrificio fiscal ya no puede ni debe seguirse fincando en las amplias capas sociales que se han visto empobrecidas por la desigual distribución del ingreso, generada por mecanismos concentradores de la riqueza. La estrategia de Obama afectará desde muy arriba hasta enmedio.

La reforma consiste en mantener las ventajas fiscales para la mayoría de la población de EU, excepto a quienes obtienen ingresos por arriba de los 450 mil dólares anuales; se darán ayudas por un año a la gente que no tiene trabajo . Se asumirán una serie de medidas tendientes a eficientar el gasto de gobierno y ampliar los programas sociales como el servicio médico, que será fortalecido; se gravarán las herencias hasta en un 40% y una serie de medidas tendientes a incrementar los ingresos del gobierno.
Esa fresca experiencia vivida entre el presidente Obama y su congreso, deja un precedente digno de tomarse en cuenta en México, donde en el 2013 deberá acordarse una reforma fiscal integral apara aplicarse en el 2014, con el acuerdo de las principales fuerzas políticas del país, para procurarle al gobierno los recursos necesarios para lograr el crecimiento económico y el bienestar social.

El Pacto por México, signado por el PAN, PRD y PRI significa un avance hacia lograr esa dichosa reforma, que conviene advertir ha sido muy estudiada desde hace años y existe diversa información para elaborar opciones y medir sus impactos tanto en los ingresos de las familias, como sus efectos en el sector empresarial.

Sin duda la alternativa que se decida, tiene de antemano puntos de confluencia, tales como reducir la evasión fiscal, ampliar la base gravable incorporando a quienes practican la economía informal y que se estiman en 16 millones de personas que no pagan impuestos; todos estarán de acuerdo en eliminar los privilegios fiscales que han hecho que los grandes corporativos paguen pírricas cantidades al fisco, mediante mil subterfugios que permite la ley.

No puede aprobarse una reforma fiscal, sin abordar la reforma petrolera, porque ambas tienen que ver con los ingresos del país y por lo tanto con sus egresos, donde el gobierno tiene que afinar la puntería para incrementar la inversión pública, premisa básica para lograr el crecimiento económico necesario para generar los empleos buscados en los últimos 12 años.

La reforma petrolera tiene muchas aristas, que el gobierno que salió no supo o no quiso abordar, pero lo primero es darle terapia intensiva a la “gallina de los huevos de oro” para aumentar la plataforma de explotación a más de 3 millones barriles diarios y con ello aprovechar los elevados precios petroleros. Esta reforma será muy discutida porque conlleva inversión privada, sobre todo en lo que se refiere a explotación en aguas profundas que es donde se localizan los potenciales yacimientos recién descubiertos y en refinerías, por lo que nuevamente se discutirá entre los diputados y senadores la rectoría del estado sobre este recurso.

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Opinión

KAFKIANO. Por Raúl Saucedo

ECOS DOMINICALES

En el laberinto de la política contemporánea, a menudo podríamos considerar  que nos encontramos deambulando por pasillos de las obras de Franz Kafka. Esa sensación de absurdo, opresión y burocracia incomprensible que caracterizan lo «Kafkiano» no es exclusiva de la ficción; es una realidad palpable en el día a día de millones de ciudadanos alrededor del mundo.

A nivel global, la política parece haberse transformado en un sistema gigantesco, deshumanizado y a menudo ilógico. Las decisiones se toman en esferas lejanas, por personajes que parecen habitar otro universo, mientras que las consecuencias recaen directamente sobre los ciudadanos de a pie. ¿Cuántas veces hemos visto acuerdos internacionales o normativas supranacionales que, a pesar de sus buenas intenciones, terminan generando más confusión y restricciones que soluciones? Es la burocracia global, un monstruo de muchas cabezas que opera bajo sus propias reglas, ajeno a las realidades individuales. Los ciudadanos se sienten como los personajes de Kafka, constantemente a la espera de un veredicto o una explicación que nunca llega, o que llega demasiado tarde y de forma incomprensible.

En América Latina, la esencia Kafkiana de la política se magnifica. La historia de la región está plagada de sistemas que parecen laberintos, donde los procesos se estancan por años, las acusaciones no tienen fundamento claro y la justicia parece un privilegio, no un derecho. La corrupción es otro elemento profundamente Kafkiano: actos inexplicables de desvío de recursos o favores políticos que operan en las sombras, imposibles de rastrear o de exigir responsabilidades. Los ciudadanos se enfrentan a un estado omnipresente pero ineficiente, que promete soluciones pero solo entrega más papeleo y trámites sin fin. Las promesas electorales se desvanecen en el aire como niebla, dejando un rastro de desilusión y cinismo. La sensación de desamparo es palpable, pues la maquinaria política y administrativa, en lugar de servir, parece diseñada para agobiar y confundir.

Existen países que para interactuar con dependencias gubernamentales puede ser una auténtica Odisea Kafkiana. Solicitar un permiso, registrar una propiedad o incluso tramitar una simple credencial puede convertirse en una misión imposible, llena de requisitos ambiguos, ventanillas equivocadas y funcionarios que ofrecen respuestas contradictorias. La burocracia, en muchos casos, no solo es lenta, sino que parece tener una lógica interna ajena a la razón, diseñada para agotar la paciencia del ciudadano. A esto se suma la impunidad, un fenómeno profundamente Kafkiano, donde crímenes y actos de corrupción permanecen sin castigo, generando una sensación de injusticia y resignación. Las narrativas oficiales a menudo carecen de la transparencia necesaria, dejando a la población en un estado de perpetua incertidumbre y desconfianza, buscando desesperadamente una explicación que nunca llega, o que es inaceptable.

En este panorama, la política se percibe como un ente ajeno, una fuerza opresiva que opera bajo un código indescifrable. Para muchos, participar activamente se siente como un esfuerzo en vano contra un sistema que parece inmune al cambio. La resignación es un peligro real, y la apatía se convierte en una respuesta lógica a la frustración persistente.

Sin embargo, como en las obras de Kafka, donde los protagonistas, a pesar de su desorientación, siguen buscando una salida o una explicación, nuestra sociedad no debe rendirse. Entender la naturaleza Kafkiana de nuestra política es el primer paso para exigir transparencia, simplificación y, sobre todo, una humanización de los sistemas que nos rigen. Solo así podremos, quizás, encontrar la puerta de salida de este interminable laberinto.

Esta reflexión viene de mensajes en grupos, cafés en mesas y observaciones del pasado domingo, donde lo kafkiano quizá no es la situación, si no nosotros mismos.

@Raul_Saucedo

rsaucedo@uach.mx

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