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Un nuevo chip de computadora «sin precedentes» podría ayudar a revolucionar la Inteligencia Artificial (IA), según su creadora, la compañía israelí Hailo.

El sistema debería permitir que la IA cada vez más compleja viva en los propios chips, sin tener que enviar información a la nube, destacó el diario The Independent.

Por el momento, la mayoría de las aplicaciones de IA no se realiza de forma local en los dispositivos, porque tienen una duración de batería y potencia de procesamiento limitadas. En cambio, la información se envía a través de internet a otra computadora, donde se analiza o calcula y luego se envía de nuevo.

Con el tiempo, los expertos esperan que la IA pueda integrarse en dispositivos «edge»: objetos como teléfonos que podrían realizar tareas detalladas de Inteligencia Artificial en cualquier momento y lugar.

The Independent resaltó que el nuevo avance es un paso hacia eso, pues permite realizar una amplia variedad de tareas diferentes de IA mucho más rápido y eficiente que nunca.

Por lo general, se considera que dicha eficiencia está disponible a costa de la versatilidad, y los chips pueden usar menos energía o hacer más tareas, pero no ambas cosas. Sin embargo, el nuevo sistema parece superar ese problema.

Lo hace al utilizar «memoria resistiva de acceso aleatorio», eso permite que la computación se realice de forma directa en la memoria, en lugar de trasladarse a unidades de procesamiento separadas, lo que acelera el tiempo de procesamiento.

El sistema ya ha demostrado ser bastante capaz, tanto en el uso de energía como en la cantidad de tiempo que toma cada uno.

Mostró una precisión del 99 por ciento en el análisis de dígitos escritos a mano, por ejemplo, y del 84.7 por ciento en una tarea de reconocimiento de voz de Google.

Pero los científicos de Hailo esperan mejorarlo, hacerlo aún más rápido, más eficiente y listo para una mayor variedad de usos.

Fuente: El Diario

Resto del mundo

Cofece multa a Walmart por prácticas monopólicas: la batalla legal apenas comienza

La Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece) asestó un golpe histórico al multar a Walmart de México con 93.4 millones de pesos tras concluir una investigación que se extendió por más de cuatro años. La razón: prácticas monopólicas relativas, particularmente en el trato con sus distribuidores.

Según el dictamen de la Cofece, Walmart aprovechó su posición dominante en el mercado para imponer condiciones desfavorables a los proveedores, afectando la competencia en el sector. Aunque no se han revelado todos los detalles de las “contribuciones” impuestas a los distribuidores, el veredicto destaca cómo estas prácticas distorsionan el acceso al mercado y perjudican a competidores más pequeños.

En respuesta, Walmart no tardó en reaccionar. La empresa anunció que impugnará la decisión y enfatizó su compromiso con el cumplimiento de las leyes mexicanas. En su comunicación oficial, destacó que la sanción carece de fundamento y que está basada en interpretaciones erróneas. Este movimiento era predecible: para una empresa de este tamaño, 93 millones de pesos no solo representan una cifra considerable, sino también una amenaza a su reputación.

Por otro lado, la Cofece también se juega mucho. Este caso es una muestra clara de su intención de reforzar la vigilancia sobre los gigantes corporativos. Sin embargo, una batalla legal prolongada podría poner a prueba su capacidad de defender sus resoluciones en tribunales.

Más allá de la multa, el caso de Walmart pone el reflector sobre una problemática común en el comercio minorista: el desbalance de poder entre grandes cadenas y pequeños distribuidores. Si bien el desenlace de este litigio aún está por definirse, el mensaje es claro: los días de actuar sin consecuencias podrían estar contados. La industria y los consumidores estarán atentos a cada movimiento en esta batalla judicial.

 

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