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Opinión

Expectativas del 2013 por Kamel Athie

Los pronósticos de crecimiento en el entorno mundial para el 2013, no son halagadores, el refrendo del mandato de Barack Obama se ha traducido en un mayor optimismo para los inversores norteamericanos, más aún cuando dio a conocer la estrategia de reducción de déficit fiscal y de una política de austeridad en su gobierno, sin embargo su crecimiento se proyecta alrededor del 2%. Los países europeos seguirán en recesión y desempleo.

En México la situación se avizora más bonancible aunque no como se quisiera, pues la magnitud de la deuda pública deja al nuevo gobierno estrechos márgenes para afrontar los colosales desafíos en materia de inversión pública, necesaria para construir las magnas obras de infraestructura en materia de agua, tanto para la generación de energía eléctrica, como para riego y agua potable, así como la modernización carretera, aeroportuaria, portuaria y la vinculada con la industria petrolera, donde destacan las refinerías.

La evolución de la economía en los últimos trimestres está marcando signos de recuperación con tasas de crecimiento por arriba del 3%, sin embargo se requiere crecer por arriba del 5% en períodos largos para recuperar los niveles de ocupación del año 2000, lo cual no se dará en el 2013, porque precisamente el gobierno de EPN no tendrá los recursos suficientes para detonar la inversión dado que no tuvo tiempo de poner en marcha una reforma fiscal integral que le garantice mayores ingresos.

Hasta antes de cerrar este artículo, la SHCP aún no había enviado a la cámara de diputados el llamado paquete económico, donde se establecen las premisas básicas para cimentar el programa económico del 2013, sin embargo ya se anunció que  no habrá nuevos impuestos, lo cual es bueno para unos y para el país no tanto; también se dijo que el déficit presupuestal será cero, lo cual aminorará las presiones sobre la deuda, pero limitará la inversión.

Es previsible que el manejo de los indicadores económicos permanezca estable, con un tipo de cambio equiparable al actual, las tasas de interés lo mismo, y una inflación controlada no mayor del 3.5%, en tanto que el precio del barril seguirá por arriba de los 70 dólares. ( Su costo de producción es entre 15 y 17 dólares).

El presupuesto del 2013, crecerá en promedio el 1.5%en términos reales…y lo más importante es su orientación hacia las prioridades del nuevo gobierno consistentes en darle contenido a los 13 puntos dados a conocer por el presidente Peña Nieto en su programa económico, donde se destaca el inicio de grandes obras como las ya mencionadas, tendientes a detonar el desarrollo regional.

Una característica positiva del presupuesto 2013 es que será acompañado de una política restrictiva de gasto, sobre todo en el conocido como corriente. Se impondrá una rígida política de austeridad en las áreas gubernamentales, en las cuales a partir del 2000 se crearon alrededor de 90 subsecretarías y más de 2,500 direcciones generales adjuntas, que sólo sirvieron para entorpecer y hacer más ineficiente a la administración pública. Según se ha dicho estos recursos se canalizarán a programas sociales.

Lo que si se puede adelantar es que el 2013 es que el gobierno de EPN cimentará las bases para detonar las actividad económica y escalar el crecimiento económico para absorber la gran desocupación nacional, para lo cual se trabajará en una reforma fiscal redistribuidora del ingreso y de la riqueza, además de hacer posible alrededor de 68 reformas a leyes trascendentes con la finalidad de sustentar las bases de su estrategia económica.

La firma del pacto por México es un hecho histórico y sus beneficios dependerán de su vigencia a través de los años, con actualizaciones permanentes. El pacto es un triunfo de la democracia y una demostración que en nuestro país si somos capaces de ponernos de acuerdo, para avanzar hacia la ruta del progreso y de la felicidad.

Sin embargo es necesario signar otro pacto para la reactivación económica y la recuperación del empleo, entre el gobierno y los actores económicos, líderes sociales, gobiernos estatales y municipales donde se establezcan metas de inversión y de generación de empleos, pues este tipo de instrumentos han mostrado ya sus bondades.

La recuperación del entorno mundial es un premisa fundamental para mejorar nuestra situación, pero mas impactante será que nos pongamos de acuerdo entre nosotros para resolver conjuntamente los problemas que nos quejan. kamelathie@gmail.com

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Opinión

Francisco: el futbolista que soñaba con ayudar a los pobres. Por Caleb Ordoñez Talavera

En un mundo donde los líderes suelen subir al poder sobre pedestales dorados, Jorge Mario Bergoglio eligió las sandalias del pescador. Aquel argentino que un día fue arquero de fútbol, amante del tango y de los libros de Dostoyevski, se convirtió en Papa y jamás olvidó de dónde venía. Francisco no fue un pontífice cualquiera; fue un Papa de carne y hueso. De esos que uno siente que podría toparse en la fila de las tortillas, con una sonrisa serena y una mirada que, sin mucho ruido, te abraza el alma.

Francisco ha sido, sin lugar a dudas, el Papa más disruptivo en siglos. No porque haya roto dogmas —la estructura doctrinal sigue firme—, sino porque le dio un rostro distinto a la Iglesia Católica. Dejó de lado la solemnidad acartonada y abrazó la humildad. Cambió el papamóvil blindado por un Fiat, rechazó vivir en los lujosos aposentos vaticanos y optó por una residencia sencilla. El “Vicario de Cristo” en la tierra eligió la austeridad, no por estrategia, sino por convicción.

Pero su verdadera revolución fue moral y emocional. Francisco no gritaba desde el púlpito: escuchaba desde las banquetas. Su papado se volcó en los márgenes, allí donde duele el hambre, la exclusión y el olvido. Su voz fue trinchera para los migrantes, los pobres, los ancianos, los refugiados.

Muchos lo criticaron por “idealista”, como si eso fuera pecado. Pero Francisco no era ingenuo, era valiente. Sabía que sus llamados a la justicia social incomodaban a muchos en las cúpulas de poder, tanto eclesiásticas como políticas. Sin embargo, nunca dio marcha atrás. “Quiero una Iglesia pobre para los pobres”, dijo al iniciar su pontificado. Y no era una frase para los titulares: era su hoja de ruta.

En tiempos donde la migración se convirtió en moneda electoral, el Papa Francisco insistía en recordar lo esencial: los migrantes no son cifras, son personas. Los visitó en las fronteras de Europa, lloró con ellos, oró con ellos, los abrazó. Nunca usó una cruz de oro; la suya era de hierro, sencilla, como el corazón que la portaba.

No fue un teólogo de escritorio. Fue un pastor que olía a oveja. Supo enfrentarse al clericalismo con una sonrisa y un gesto firme. Habló de ecología cuando el mundo prefería mirar al petróleo, habló de inclusión cuando otros aún discutían si las puertas de la Iglesia debían estar abiertas. Fue reformador no porque cambiara leyes, sino porque cambió la conversación.

Y entre todas sus aficiones —el cine italiano, la literatura rusa, la cocina porteña— hay una que siempre lo delató como el más humano de los líderes: el fútbol. Fan acérrimo del equipo San Lorenzo, seguía los resultados con la emoción de un niño. Para Francisco, el fútbol era una metáfora del Evangelio: todos juntos, diferentes, pero con un solo objetivo. “Lo importante no es meter goles, sino jugar en equipo”, decía.

El balón lo extrañará. La pelota, esa esfera rebelde que tantas veces desafía la gravedad, ha perdido a uno de sus poetas silenciosos. No se sabe si en el Vaticano habrá canchas, pero estoy seguro de que Francisco supo lo que es gritar un gol desde el alma.

Su legado es más que palabras. Está en los corazones de quienes alguna vez se sintieron excluidos. Está en cada migrante al que se le extendió la mano, en cada comunidad indígena que se sintió escuchada, en cada creyente que volvió a mirar a la Iglesia con esperanza y no con miedo.

El Papa Francisco nos recordó que la fe sin amor es un cascarón vacío. Que la Iglesia, si no camina con el pueblo, se convierte en museo. Que el Evangelio no es para adornar discursos, sino para incomodar a los cómodos y consolar a los que duelen.

Francisco será recordado como el Papa de los gestos pequeños, de las palabras enormes, del corazón abierto. No hizo milagros, pero hizo lo más difícil: cambiar el alma de una institución milenaria con solo mirar a los ojos de los pobres y decirles: “ustedes son el centro”. Y en tiempos donde el cinismo dentro de la política y en todos los medios cotiza alto, eso es ya un milagro.

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