Jaina María nunca entra al pequeño estudio del segundo piso del apartamento que compartía con su esposo. Detrás de la puerta, que siempre mantiene cerrada, está el lugar donde dice que su esposo la golpeaba una y otra vez. Aún tiene cicatrices de esa violencia.
“Me agarraba del pelo y me aventaba contra el espejo”, dice.
Jaina María dice que estuvieron casados por seis meses antes de que comenzara la violencia, y que esta siguió por cuatro años. Al principio, mantuvo silencio.
“Era el amor de mi vida. Lo amaba tanto”, explica ella mientras sus ojos se llenan de lágrimas. “Pero luego me golpeaba una y otra vez”.
Jaina Maria es una de las 40 mujeres en las ciudad costera de Brasil, Vitoria, que tienen un innovador “botón de pánico”, parte de un proyecto que intenta frenar la violencia doméstica.
Incluso antes de que se divorciaran y de que Jaina María obtuviera una orden de restricción, dice que su exmarido aparecía en la casa y la amenazaba. Un día lo hizo con un cuchillo.
Tras ese incidente, una corte decidió darle el botón de pánico. Cuando se activa, emite una señal vía GPS que graba conversaciones en torno a la víctima, y que luego pueden ser usadas en la corte.
Poco después de que lo obtuvo, Jaina María se vio forzada a usarlo. Fue un día que su exmarido apareció y le gritó desde la calle.
“La policía llegó en cuatro minutos”, dice.
Su exmarido fue sentenciado a pasar 21 días en prisión por violar la orden restricción. Desde entonces no ha vuelto.
Las autoridades dicen que ha habido cinco condenas gracias al proyecto del botón de pánico, el cual fue lanzado por el sistema judicial este año.
No es un accidente que el proyecto se implemente en Vitoria, la ciudad tiene el índice más alto de asesinatos en Brasil.
Los feminicidios se cometen principalmente dentro de la casa de la víctima, lo que, según la policía y los servicios sociales, es un indicador de los altos niveles de abuso doméstico.
De acuerdo con el Centro Brasileño de Estudios Latinoamericanos, en el 2010, 13,2 de cada 100.000 mujeres fueron asesinadas en Vitoria, lo que triplica el promedio nacional de 4,4, que es de por sí alto. El Centro hace notar que en Estados Unidos son asesinadas 2,1 de cada 100.000 mujeres.
El botón de pánico ha sido distribuido a las mujeres que ya han conseguido órdenes de restricción contra los abusadores, la mayoría sus parejas.
De acuerdo con funcionarios de justicia, el proyecto también sirve como un disuasivo para los posibles abusadores.
El dispositivo es más pequeño que un teléfono móvil. Las mujeres lo llevan en un cinturón de plástico por debajo de la ropa.
Cuando la víctima lo activa, al presionar un pequeño botón por tres segundos, una señal de GPS es enviada y una alarma se enciende en la estación de policía que participa en el proyecto.
La alerta es enviada a los teléfonos inteligentes de cuatro equipos entrenados para responder. La locación de la víctima aparece en el mapa así como una fotografía de ella y del agresor, a la vez que se puede escuchar el audio de lo que está sucediendo en torno a ellos. Los policías llegan en un máximo de 10 minutos.
“Queremos llegar tan pronto como sea posible porque estas personas son objeto de violencia grave”, de acuerdo con el oficial Jadir Almeida da Silva.
El proyecto ya ha llamado la atención de funcionarios a lo largo de Brasil y de vecinos latinoamericanos que luchan contra altos índices de violencia. Naciones Unidas ha elogiado el proyecto e invitó al alcalde de Vitoria a presentarlo en Nueva York.
Expertos dicen que el botón de pánico funciona en mucho niveles. La médica Sonia Lyra es ginecóloga y se especializa en traumas femeninos en el hospital Jayme Santos Neves. También fue víctima de abuso doméstico, fue brutalmente golpeada por su exmarido durante nueve años, dice.
“Había ocasiones en que permanecía en cama por 10 o 15 días”, dice. “Tenía que reprogramar a todos mis pacientes hasta que las cicatrices desaparecieran de mi cuerpo”.
Dice que el botón de pánico no solo ayuda a detener la violencia sino que da a las mujeres la seguridad que necesitan para reconstruir su vida.
Lyra dice que su divorcio se prolongó por años y que no pudo mantener a su maridos lejos hasta que ahorró suficiente dinero para contratar a un abogado criminal.
“Si hubiera tenido el botón de pánico, me habría restablecido más rápido sin el constante miedo de que él podría hacerme daño a mí o a mis hijos”, dice.
Para Jaina Maria, esto significa que ahora tiene la confianza de salir de casa: da caminatas con su perro y ha comenzado a buscar un trabajo.
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