Según le explicó a BBC Nature el experto en leones Craig Packer, cuando los animales matan a sus crías, lo hace de una forma que puede llegar a ser terrible.
«Ocurre de una manera violenta. Les muerden la espalda, la cabeza, el cuello y les aplastan el abdomen», dice.
Los peligros de no cometer infanticidio
El infanticidio está presente en una serie de especies, entre las que se incluyen mamíferos -como los roedores y los primates-, peces, insectos y anfibios.
Por lo general el que lo lleva a cabo es un macho adulto. Si bien estos suelen ser los encargados de proteger a los más pequeños, cuando aparecen nuevos machos en escena, la situación puede cambiar radicalmente.
Los recién llegados intentarán desplazar a los padres. Si logran usurpar su liderazgo -atacándolos, persiguiéndolos o incluso matando a los dominantes- los hijos de los machos del lugar corren peligro.
Esto se debe a que los intrusos tienen un objetivo: tener su propia cría con las hembras del grupo.
Entre los leones, por ejemplo, si los que llegaron matan a los leones bebés, sus madres se vuelven fértiles rápidamente, y así pueden producir nuevas crías.
Además, si los intrusos no eliminan a los cachorros que no son suyos, corren el riesgo de que éstos crezcan y puedan volverse sus enemigos.
Sin embargo, no solo son los padres los que matan a los más pequeños. Las hembras también lo hacen, explica Tim Clutton-Brock, profesor de la Universidad de Cambridge, en Reino Unido.
Las ratas hembra se comen a las crías de otras hembras y luego usan sus nidos para sus propios hijos. También pueden eliminar a su propia descendencia si nace con deformaciones o muestran heridas para destinar sus recursos a los otros hijos.
De acuerdo a un estudio publicado en el Journal of Theoretical Biology, más de 40 especies de primates cometen infanticidio. Pero, en muchas especies, las hembras emplean una estrategia para reducir el riesgo.
Algunas recurren a la confusión en torno a quién es el padre: las hembras se aparean con múltiples machos así ninguno sabe cuál es su hijo.
«En un grupo con muchos machos, si dos se aparean con la misma hembra y ninguno sabe que es el padre, se reducen las probabilidades de infanticidio», comenta Clutton-Brock.
En el caso de los suricatos, se sabe que las hembras dominantes pueden matar la cría de una subordinada, pero los machos no se manchan sus patas con sangre.
«Los suricatos machos nunca practican el infanticidio, porque apenas las hembras tienen cría, están listas para aparearse otra vez. Por eso, matar a los bebés, no beneficia en nada a los machos», explica el experto.
La situación es completamente diferente entre los leones ya que las hembras, después de tener cría, pasan 18 meses amamantándola y por ende no están listas para volver a reproducirse.
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