Robert King aún recuerda bien las dimensiones de su celda: 6 x 9 x 12 pies (1,8 x 2,7 x 3,6 metros). Había una cama de acero y un lavabo que también funcionaba como inodoro, en el cual también lavaba la ropa.
King pasó 29 años en un régimen de aislamiento en Louisiana. Ha estado libre desde el 2001, pero aún tiene dificultades con la orientación geográfica.
«Me siento confundido en relación a dónde estoy, dónde debería estar», dijo.
King participó en la reunión anual de investigadores y expertos legales de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia en Chicago este mes, para hablar de las consecuencias del régimen de aislamiento sobre la salud física y mental.
«El consenso generalizado entre los profesionales de la salud mental es que el régimen de aislamiento, para la gran mayoría de los prisioneros mentalmente enfermos, los coloca en un riesgo severo de daño adicional», explicó Craig Haney, director del programa de estudios legales de la Universidad de California, Santa Cruz.
El comentario fue oportuno. Esta semana, el estado de Nueva York acordó algunos cambios que limitarían el uso del régimen de aislamiento para disciplinar a algunos grupos de internos, incluidos los menores de 18 o mujeres embarazadas. El acuerdo surgió de una demanda colectiva.
El Departamento de Servicios Correccionales del estado de Nueva York proporcionó a CNN una declaración de su comisionado en funciones, que en parte decía: «Estas son reformas importantes que harán que las prácticas disciplinarias en las prisiones de Nueva York sean más humanas y, a la larga, que nuestro sistema de justicia penal estatal sea más justo y progresivo, manteniendo al mismo tiempo la seguridad y la vigilancia».
Un portavoz del departamento dijo que no se disponía de ninguna declaración en relación al uso general del régimen de aislamiento.
Una breve historia del régimen de aislamiento
Hay unas 80.000 personas que están en algún tipo de régimen de aislamiento en los Estados Unidos, dijo Haney.
Los prisioneros en régimen de aislamiento tienden a estar restringidos en celdas de 80 pies cuadrados (más o menos 24 metros cuadrados), no mucho mayor que una cama tamaño King, dijo Haney. Dormir, comer y defecar, todo tiene lugar dentro de ese espacio. A los prisioneros que están en un régimen de aislamiento a menudo se les da un corto tiempo para ejercitarse, tal vez una hora al día, dentro de una jaula en lugar de al aire libre.
Haney, quien ha estudiado las prisiones y las penas durante más de cuatro décadas, estima que alrededor de un tercio de las personas en régimen de aislamiento en este país están mentalmente enfermos, aunque algunos sistemas penitenciarios no permiten que los reclusos con enfermedades mentales sean colocados en régimen de aislamiento.
El régimen de aislamiento fue usado ampliamente en el siglo XIX, pero luego el castigo fue abandonado en gran parte por la visión que eso «estaba haciendo más daño que bien», dijo Haney.
La práctica correccional empezó a reincorporar el régimen de aislamiento a finales de los setenta y los ochenta, cuando las prisiones empezaron a superpoblarse, dijo Haney. Él cree que los sistemas penitenciarios recurrieron al régimen de aislamiento como una solución a corto plazo para el control del comportamiento perturbador o violento, que carecen de los recursos para ofrecer incentivos o programas positivos.
Pero el hacinamiento en las cárceles resultó ser permanente y generalmente aumenta cada año.
Los sistemas penitenciarios continuaron luchando sobre qué hacer para resolver los conflictos o parar la violencia o alteraciones en las instituciones. Ponen más presos en régimen de aislamiento y los dejaron allí por períodos más largos de tiempo, dijo Haney.
«Creo que el costo de la incomunicación está siendo examinada y repensada críticamente y los sistemas penitenciarios están empezando a preguntarse si esto vale la pena, y si no crea más daño que bien», dijo. «Los tribunales están presionando a considerar la inhumanidad de la práctica, también».
‘La cárcel no estaba en mí’
King se dio cuenta que luego de seis meses de su tiempo en el régimen de aislamiento que su vista empeoró significativamente, él cree que se debe a que sus ojos se habían acostumbrado a distancias tan cortas en su celda. Con el tiempo, él volvió a entrenar sus ojos para que no fuera tan miope, dijo.
Los problemas oculares son frecuentes en estas circunstancias. De hecho, Jules Lobel, profesor de la Escuela de Leyes de la Universidad de Pittsburgh, dijo que se realizan un montón de cirugías de cataratas en la prisión de Pelican Bay en California.
Lobel representa a más de 1.000 presos de Pelican Bay en una demanda en la que se alega que mantener a los presos en esas condiciones, aislados en celdas pequeñas, sin ventanas, sin contacto físico o llamadas telefónicas, viola la Constitución y el derecho internacional, ya que es «cruel e inhumano».
King, quien fue liberado cuando su condena fue revocada hace 13 años, dijo que su salud mental sufrió también, pero él sabía que a los demás les iba peor y él estaba decidido a no dejar que eso le sucediera a él.
«Me sentía deprimido todos los días que estuve en la cárcel», dijo. «Yo quería salir. Estuve en la cárcel, condenado por un crimen que no cometí. Por supuesto que estaba deprimido».
Inicialmente, la comida se le servía en una bandeja debajo de la puerta de su celda, a veces la bandeja era arrojada al suelo y su contenido se derramaba. King dijo que él y otros reclusos presentaron una enmienda y realizaron huelgas de hambre hasta que negociaron que se cortaran agujeros en las barras para servir la comida de una manera más higiénica.
Dijo que él y otros también presentaron una demanda para que la prisión les diera la oportunidad para hacer ejercicio al aire libre. King podía hablar con otros presos a través de las paredes o pasándose notas.
«Lo que me ayudó a calmar la tormenta fue: yo estaba en la cárcel, pero la cárcel no estaba en mí», dijo.
¿Qué se siente?
El aislamiento ha sido asociado con diversas enfermedades físicas y psicológicas.
«Cuando se les pregunta a los prisioneros aislados, ellos señalan ira, odio, amargura, aburrimiento, estrés, pérdida del sentido de la realidad, pensamientos suicidas, problemas para dormir, problemas de concentración, confusión, depresión y alucinaciones», escribe Peter Scharff Smith, del Instituto Danés de Derechos Humanos, en un ensayo publicado por University of Chicago Press.
Varios estudios señalan dolores de cabeza, palpitaciones cardíacas, aumento del pulso e hipersensibilidad a los estímulos como síntomas de los presos aislados, escribió Scharff Smith, así como mareos, pérdida de apetito y pérdida de peso.
La mayoría de estudios relacionados con este tema han encontrado depresión y ansiedad entre los presos aislados, escribió Scharff Smith.
Un estudio sobre el sistema penitenciario de la ciudad de Nueva York, publicado este mes en la revista Panamericana de Salud Pública encontró que aquellos que habían estado en un régimen de aislamiento por lo menos una vez tuvieron una mayor probabilidad de autolesión.
Haney dijo que los trastornos de identidad también se han encontrado entre los presos aislados a causa de la pérdida de contacto con el mundo social.
«La gente tiene que estructurar sus vidas en torno a la ausencia de otros seres humanos», dijo. Ellos [los presos en régimen de aislamiento] pasan años enteros sin tocar a alguien con afecto».
Por lo general las personas liberadas del régimen de aislamiento no reciben mucha ayuda para la transición fuera del mismo, dijo. Algunos sistemas les dan libertad condicional a los presos directamente de sus celdas de aislamiento.
Lobel sostuvo en la conferencia de la AAAS que la interacción social y la estimulación sensorial forma una necesidad humana básica, según lo respalda la ciencia. Las investigaciones han demostrado que las personas fuera de la prisión que están aisladas socialmente también tienen un mayor riesgo de padecer infartos, hipertensión, problemas de concentración y memoria, dijo.
«Intentamos integrar la ley y la ciencia en esto», dijo.
El régimen de aislamiento y el cerebro
No hay estudios de imágenes cerebrales directas de las personas que están en régimen de aislamiento, debido a problemas de acceso, Huda Akil, una neurocientífica de la Universidad de Michigan, dijo en la conferencia de la AAAS Pero los estudios disponibles en situaciones similares sugieren que podrían estar ocurriendo cambios cerebrales importantes.
Las experiencias positivas, incluyendo la interacción social, tienen efectos positivos en el cerebro, tales como la activación de las moléculas llamadas factores de crecimiento, que son semejantes a los abonos en las células del cerebro, lo que ayuda a regenerarse y a interactuar.
«Privar a la gente de eso está privando físicamente al cerebro de su alimento», dijo.
Sin ningún tipo de interacción social, algunas personas alucinan o se vuelven explosivas en sus emociones, dijo.
La ausencia de luz solar y estar fuera de sincronía con el ritmo diario podría producir efectos negativos por sí misma, dijo. Varios estudios sobre los trabajadores por turnos han encontrado asociaciones con diversas condiciones médicas.
La depresión severa tiene un profundo impacto en el cerebro, las autopsias han demostrado que «la orquestación del cerebro y la actividad de los genes en el cerebro está en mal estado» en este tipo de pacientes, dijo.
Es un círculo vicioso: te sientes mal, eso produce estrés, el estrés daña el cerebro y eso te hace sentir mal, dijo Akil.
La depresión crónica y el estrés se han asociado con una disminución del hipocampo, un área del cerebro con forma de caballito de mar esencial para la memoria, el reconocimiento espacial y el control de las propias emociones, dijo Akil. Los estudios han demostrado que mientras más tiempo pasa la depresión sin ser tratada, más se encoge el hipocampo.
«Cuando Robert King te dice que él se desorienta físicamente, le puedo decir que las personas que están deprimidas crónicamente tienen un hipocampo encogido y que eso afecta su capacidad para orientarse en el espacio, en 3D,» dijo ella.
King le dijo a CNN después de la conferencia que esta atrofia cerebral podría ser lo que le está sucediendo.
«El cerebro de alguna manera no registrará las cosas y no registraré exactamente donde estoy», dijo.
El Angola 3
King fue uno de los tres reclusos conocidos como los «Angola 3», quienes protestaron por lo que ellos aseguran fueron injusticias en la Penitenciaría Estatal de Luisiana en Angola. Los tres pasaron décadas aislados en celdas durante 23 horas al día.
Los otros dos, Herman Wallace y Albert Woodfox, fueron condenados en 1972 por el asesinato de un guardia de la prisión de Angola.
Wallace murió pocos días después de haber sido liberado de la prisión en octubre del 2013, a los 71 años.
«Su legado perdurará a través de una demanda civil que presentó junto con sus compañeros, los miembros del Angola 3, Albert Woodfox y Robert King», dijo en octubre el republicano John Conyers Jr., demócrata por Michigan. «Esa demanda tiene por objeto definir y abolir la incomunicación a largo plazo como un castigo cruel e inusual».
El ex preso ‘Angola 3’ muere días después de la liberación
Woodfox permanece en prisión, donde ha estado en confinamiento solitario durante más de 41 años. Amnistía Internacional EE.UU. ha pedido su liberación.
King fue declarado culpable en 1973 del asesinato de un compañero de prisión, aunque cree que estaba «siendo castigado por ser un miembro del Partido Pantera Negro». Fue trasladado a Angola semanas después del asesinato del guardia de seguridad, pero fue investigado como un posible cómplice en el asesinato.
Actualmente, King trabaja como asesor de Solitary Watch, un proyecto en línea dedicado a las noticias de primera mano y a la investigación y presentación de informes sobre el régimen de aislamiento. El también ha hecho campañas para la liberación de los otros dos miembros del «Angola 3».
King escribe en su página web: «Yo puedo estar libre de Angola, pero Angola nunca estará libre de mí».
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