Los soldados, vestidos con uniforme de combate completo, se mueven silenciosamente a través de una favela en el norte de Río de Janeiro, apuntan las armas hacia los estrechos callejones y buscan drogas en los sacos de cemento.
Los habitantes pasan por ahí y apenas miran a los soldados que enviaron a ocupar el barrio de Complexo da Mare como respuesta de emergencia ante el aumento de la violencia en las famosas favelas de la ciudad.
Unos 2.500 soldados e infantes de marina llegaron para reforzar a la policía en un operativo que tiene el fin de asegurar la favela en la que viven 130,000 personas antes del Mundial que se celebrará del 12 de junio al 13 de julio.
Se consideró que era prioridad arrebatar el control a las bandas de narcotraficantes porque la favela se encuentra a unos cuantos kilómetros del aeropuerto internacional de Río.
«No es una operación pacífica porque tenemos tres bandas delictivas diferentes aquí y son rivales», dijo el general Roberto Escoto a CNN.
El gobierno estatal de Rio solicitó la ocupación del Ejército luego de una serie de ataques contra los puestos de la policía. Las tropas se quedarán al menos hasta el 13 de julio, cuando termine el Mundial, dijo Escoto.
«Es una emergencia», explicó. «La policía estatal hasta ahora no tiene suficientes elementos ni equipo para operar en toda la ciudad».
Se trata de la campaña más reciente de la llamada «pacificación» en Río, programa que se implementó en 2008. Las autoridades dicen que tras descuidar la seguridad en los vecindarios más pobres durante décadas, la policía recuperó el control en decenas de barrios que estaban en manos de las bandas de narcotraficantes.
Aunque los soldados han brindado apoyo durante la campaña inicial, en la mayoría de los operativos los han reemplazado con puestos de policías.
Sin embargo, las autoridades decidieron que en el Complexo da Mare se necesitaban medidas más drásticas.
A diferencia de la mayoría de las favelas que yacen en las lomas cercanas a las pintorescas playas de Río, el Complexo da Mare es un barrio extenso y mayormente plano que combina 15 vecindarios diferentes en la contaminada zona norte de la ciudad. Las casas de bloques de cemento están cubiertas de coloridos grafitis y en sus techos hay tiras de alambres retorcidos, prueba de las instalaciones eléctricas improvisadas que alimentan la mayoría de los hogares.
Los niños juegan fútbol en una cancha de pasto sintético mientras los habitantes conviven en mesas de plástico dispuestas en la calle, beben cerveza y escuchan música a gran volumen, aparentemente indiferentes a los soldados fuertemente armados que marchan por allí.
Cuando les preguntan, se niegan a hablar de la ocupación militar.
Los soldados establecieron puntos de revisión en las entradas de la favela y patrullan las calles a pie y a bordo de vehículos blindados. Los soldados llevan detectores de metales y perros entrenados para detectar armas o drogas ocultas.
Hasta ahora se han registrado más de media docena de tiroteos.
El resurgimiento de la violencia en algunas de las favelas que ya se habían pacificado disparó la alarma en la ciudad que albergará a muchos de los 600,000 aficionados de todo el mundo que asistirán al Mundial. Río también será la sede de los Juegos Olímpicos de 2016.
Mientras, los turistas pasean por la playa Copacabana, al otro lado de la ciudad; dijeron que toman precauciones pero no están demasiado preocupados.
Peter, empresario belga que se encuentra en la ciudad para asistir a una conferencia, dijo que cuando llegó le dieron un folleto con una lista de sugerencias para seguridad. «Me siento a salvo aquí, pero sé a dónde no debo ir», dijo.
Simon, un estudiante danés de intercambio, coincidió en que saber unas cuantas cosas sirve mucho. «Usa el sentido común, toma un taxi por la noche», dijo. «No uses el transporte público durante la noche».
En Complexo da Mare, Escoto dijo que las fuerzas armadas tendrán todo bajo control.
«Puedo asegurarles que Brasil ha ejecutado una operación muy bien planeada para asegurar las doce ciudades», dijo. «Río de Janeiro estará lista para el Mundial», agregó antes de que sus asistentes se lo llevaran como parte de su política de nunca dejar que su comandante esté mucho tiempo en territorio hostil.
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