Mark Zuckerberg dijo que busca tener una relación más cercana con la gente en la próxima década; Facebook planea que los desarrolladores puedan capitalizar las plataformas que ofrece.
NUEVA YORK — Mark Zuckerberg integró la cultura hacker y la propagó. Ahora está listo para dejarla atrás. “Nos ayudó a crecer, pero sólo se centraba en nosotros mismos,” dijo a una audiencia de cientos de desarrolladores en la conferencia de desarrolladores F8 de Facebook celebrada el miércoles en San Francisco.
¿La pauta para los próximos 10 años? Zuckerberg responde: “Queremos amar a la gente que servimos.”
Tal vez se deba a que cumplirá 30 años en un par de semanas, o a que Facebook cumplió su décimo aniversario a principios de este año. O quizás porque su idea universitaria de una red social ha crecido hasta convertirse en un gigante mundial del Internet con 1,300 millones de usuarios activos mensuales y 7,900 millones de dólares en ventas. Zuckerberg ha cambiado. Se muestra más sereno y relajado ante su público, con un humor que se siente, por primera vez, natural. Ha perdido su arrogancia juvenil.
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Su presentación de este año contrasta radicalmente con la última F8, celebrada en el otoño de 2011, que ofreció lo mismo espectáculo que productos. Zuckerberg invitó en aquella ocasión a la estrella de Saturday Night Live, Andy Samberg, para bromear con él, y luego dio a conocer Timeline y Open Graph, dos productos dirigidos a un público mucho más amplio que la muchedumbre de desarrolladores que atestaron el centro de conferencias.
Reflejo de la cultura de Facebook, el tono de Zuckerberg en aquel entonces era más sermón de la montaña que grito de combate de un CEO. Sus movimientos eran erráticos y a veces egocéntricos. Por ejemplo: Zuckerberg convocaba a una conferencia de desarrolladores sólo cuando sentía que Facebook tenía algo que compartir (cada 18 meses más o menos). La conferencia de 2011 se centró sólo en los productos y dejó la publicidad en segundo plano.
Han pasado muchas cosas en esos dos años. La compañía ahora cotiza en los mercados, y responde a un grupo mucho más amplio de accionistas. Ha sobrevivido a una experiencia cercana a la muerte: Hace dos años, Facebook no tenía presencia en la esfera móvil, su única aplicación era engorrosa y lenta. Zuckerberg tomó al toro por los cuernos y logró transformarla en una compañía que primaba lo móvil. El mes pasado, anunció 1,000 millones de usuarios activos mensuales en dispositivos móviles. Suficiente para humillar a cualquier líder empresarial. Y la red social ha dirigido su atención a ganar dinero a través de sus plataformas.
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La conferencia F8 de este año estuvo llena de anuncios sobre cómo los desarrolladores pueden capitalizar las plataformas del sitio. Más de 100 desarrolladores ganaron más de un millón de dólares el año pasado, presumía una de las diapositivas de la presentación.
Todas estas nuevas herramientas para desarrollares y productos para anunciantes posicionan a Facebook para que continúe su crecimiento. Pero si realmente va a competir con Google y Apple por el futuro de Internet, la compañía también debe superar su reputación de adolescente. Los adolescentes son, por naturaleza, narcisistas. Centrarse en sí mismos es fundamental para su desarrollo. Es un enfoque que funcionó bien con el ethos o identidad hacker, que se centraba en el vertiginoso lanzamiento de nuevas cosas sin preocuparse demasiado por lo que destrozaba en su camino. Pero ahora Zuckerberg quiere ayudar a que la firma entre en su próxima etapa de desarrollo, una fase en la que debe cooperar más profundamente con los usuarios, los accionistas, las autoridades gubernamentales, los anunciantes y, quizás lo más importante, los desarrolladores.
Pasó la última década hablándoles y dictándoles sermones. Ahora quiere pasar la próxima década escuchándoles.
CNN Expansión
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