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ROSARIO ROBLES por FRANCISCO RODRIGUEZ PEREZ

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Por Francisco Rodríguez Pérez

Aun en medio de la polémica y el linchamiento político, María del Rosario Robles Berlanga, actual Secretaria de Desarrollo Social en el Gabinete del Presidente Enrique Peña Nieto, representa uno de los casos más exitosos de empoderamiento de las mujeres en la política.

Pero su éxito también se ha traducido en ataques, descalificaciones e intentos por desprestigiarla, hasta por algunas palabras desafortunadas o imprecisas, como es el caso que nos ocupa en esta colaboración.

Por unas declaraciones, por un discurso, pretenden hacerla “garras”, en especial sus ex “compañeros” de partido. Pero ese signo no es de hoy.

Durante su carrera, en distintos momentos, la funcionaria ha sido prácticamente secuestrada, amagada, extorsionada y torturada, políticamente, desde una izquierda recalcitrante y, por tanto, irracional.

Por su parte, la derecha se ha ensañado con ella, al no dejar pasar oportunidades para vilipendiarle y acusarle de cuanta cosa sea posible.

Primera Jefa de Gobierno del Distrito Federal -luego de ocupar la Secretaría de Gobierno con Cuauhtémoc Cárdenas- fundadora y presidenta nacional del Partido de la Revolución Democrática, así como legisladora, Robles Berlanga inició su carrera desde la academia y el sindicalismo universitario.

Nacida el 17 de febrero de 1956, Economista por la Universidad Nacional Autónoma de México y Maestra en Desarrollo Rural por la UAM-Xochimilco, es también autora y coautora de libros relacionados con la pobreza, la situación del campo y cuestiones de género, así como conferencista, nacional e internacional, en asuntos relativos al desarrollo social, la igualdad de género, la situación del país y la visión desde la izquierda.

Su acercamiento con Enrique Peña Nieto se dio en la campaña presidencial, donde coordinó la Red de Mujeres “Mexicanas Comprometidas con la Paz”, a lo cual siguió como Vice coordinadora de Política Social en el Equipo de Transición, de donde pasaría al Gabinete.

Desde entonces ha sido cuestionada hasta el punto que se ha exigido, reiteradamente, su renuncia. El más reciente capítulo se ha dado con sus declaraciones en torno al número de hijos y los apoyos de Oportunidades. Envidias, viejos rencores y venganzas se han generado contra ella.

La secretaria desató críticas por dar a entender que el programa “Oportunidades” no apoyaría a familias que tengan más de tres hijos.

El 30 de abril, en Nayarit, ante mujeres indígenas huicholes y coras, la funcionaria señaló: “no por tener muchos hijos van a tener más Oportunidades. Oportunidades ya no va a beneficiar a las que tengan muchos hijos, sino que va a apoyar a las que tengan pocos hijos, porque la familia pequeña vive mejor».

Posteriormente, intentó aclarar sus dichos en el sentido de que sólo buscaba hacer referencia a las reglas de operación vigentes para dicho programa. Para entonces, la jauría ya estaba encima de ella.

Diputados federales del Partido Acción Nacional hasta presentaron una queja al Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación. La secretaria de la Comisión de Igualdad de Género y de Protección a los Derechos de la Niñez, Lucy Pérez Camarena, sostuvo que los dichos de la funcionaria son “absurdos e intolerables”, y que la idea de limitar el programa es “elitista, discriminatoria y ofensiva”.

Andrés Manuel López Obrador, quien no pierde oportunidades para ello, calificó como “ofensivo, discriminatorio y racista” el comentario de su otrora compañera en el PRD, ex partido de ambos.

Para que panistas y “morenos” coincidan, debe tratarse de algo muy grave, sumamente injusto o completamente equivocado…

Pero hay más voces críticas.

La activista Regina Tamés, del Grupo de Información en Reproducción Elegida, dijo que el discurso de Robles parece una amenaza y fue completamente despectivo.

El Partido Movimiento Ciudadano expresó su preocupación de que tal afirmación reflejase la posible aplicación de condicionantes en el manejo de un programa social, lo cual es violatorio de la Constitución. También irían al CONAPRED.

Rosario Robles, por su parte, ha admitido que su declaración sobre la cobertura de Oportunidades «no fue la más precisa», pero también señaló que es una manera «exagerada» de interpretar lo que dijo.

Según la funcionaria sólo trató de decirles que la familia pequeña vivía mejor.

“Les dije ‘ya no’, cuando dije el ‘ya no’, se interpreta como si fuera en ese momento. En el marco del discurso y de la pasión, uno no es tan preciso como quisiera».

Por lo demás, las reglas de operación del Programa Oportunidades, de Sedesol, sí contemplan límite de apoyos monetarios a las familias por conceptos educativos y alimentarios, los cuales se relacionan directamente con los hijos que la integran.

De acuerdo con los lineamientos vigentes para el primer semestre del año, se fija un “monto máximo” mensual para cada familia independientemente del número de hijos.

En fin, María del Rosario ha estado bajo el signo de la polémica desde que siendo una modesta y muy austera profesora de tiempo completo en la UNAM, pasó a la política y desde el 2012 al Gabinete.

Estoy convencido que el Presidente Peña Nieto, en verdad quiere repartir el dinero y los apoyos, tanto en infraestructura como en programas sociales. Qué bueno que tanga colaboradoras como Rosario Robles y que gente con ella lo apoye. Lo demás son chismes, burlas y diatribas innecesarias.  ¡Hasta siempre!

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La corona que derribó al fiscal. Por Caleb Ordóñez T.

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Alejandro Gertz Manero no se fue por un solo escándalo. Su salida de la Fiscalía General es el cierre natural —y casi inevitable— de una historia acumulada durante décadas: un expediente no judicial, sino político, construido a fuerza de polémicas, enojos y decisiones que siempre parecían estar un milímetro antes (o después) del momento correcto. Una vida pública larga, tensa y llena de episodios que México nunca logró procesar del todo y que terminaron de golpe cuando la luz inesperada lo alumbró demasiado.

Para entender su renuncia, hay que regresar al principio. A 2001. A Puente Grande. A Joaquín “El Chapo” Guzmán desapareciendo como si el penal fuera un teatro mal montado. A un gabinete recién estrenado y a un secretario de Seguridad Pública —Gertz— que quedó tocado desde ese instante, aun cuando defendió hasta el cansancio que los penales no estaban bajo su control directo. Tenía razón en la letra, pero la política no se escribe con artículos constitucionales; se escribe con percepciones. Y la percepción quedó marcada: primera fuga, primer señalamiento.

Luego vendría “el caso familiar”, quizá el capítulo más corrosivo de su trayectoria. La denuncia por homicidio en contra de su excuñada Laura Morán y de su sobrina política, Alejandra Cuevas, terminó por convertirse en un espejo que devolvía una imagen poco favorecedora del fiscal. La figura jurídica de “garante accesoria”, que nadie encontraba en ningún código, la prisión de Cuevas, la reapertura del expediente cuando él ya era fiscal, y después los audios filtrados donde se quejaba del proyecto de sentencia de la Suprema Cort Ese episodio enterró la narrativa de imparcialidad y lo colocó en el centro del debate sobre el uso personal de la justicia. No su mejor capítulo.

Y sin embargo, tampoco ahí cayó.

Su paso por la FGR tuvo escenas memorables —algunas para bien, otras para museo del absurdo. Anunció con firmeza una cruzada contra la impunidad heredada: Odebrecht, Estafa Maestra, Pemex, la élite política del sexenio pasado. Era un fiscal que llegaba con autoridad intelectual: décadas de docencia, formación sólida en derecho penal, experiencia en seguridad y una convicción genuina de que el Ministerio Público tenía que recuperar su dignidad institucional. Ese punto —el positivo— hay que concedérselo: Gertz siempre habló de la Fiscalía como una institución que debía fortalecerse y, al menos en discurso, entendía la necesidad de autonomía y rigor técnico.

Pero entre lo que se quiere y lo que se logra suele haber un océano.

El caso Lozoya terminó convertido en una tragicomedia: el testigo estrella que prometía derribar a medio gabinete peñista terminó fotografiado en un restaurante, con un guion de colaboración que se desmoronó y un expediente repleto de promesas incumplidas. El famoso cheque de 2,000 millones de pesos, presentado en Palacio Nacional como “reparación del daño”, resultó más simbólico que real. Y mientras tanto, Rosario Robles vivió en prisión preventiva prolongada, exhibiendo el rostro más duro de la Fiscalía, mientras Lozoya parecía disfrutarse el fuero moral de la cooperación.

Su sello más polémico fue la justicia diferenciada. La exoneración exprés del general Salvador Cienfuegos tensó la relación con Estados Unidos; el intento de procesar a 31 científicos del Conacyt por delincuencia organizada levantó incluso carcajadas en los tribunales; los expedientes contra gobernadores y candidatos en temporada electoral alimentaron la narrativa de que la FGR olía más a estrategia que a proceso penal.

Y después llegó la guerra interna. El pleito con Julio Scherer, la batalla por el control de ciertos expedientes, las acusaciones cruzadas de extorsiones, venganzas y “operaciones sucias” mostraron una Fiscalía atrapada en el mismo laberinto político que juró superar.

Con todo, había una cualidad que incluso sus críticos reconocen: Gertz era persistente. Y conocía el aparato penal como pocos. Tenía método, obsesión por el detalle y una idea fija de orden institucional. No siempre funcionó, no siempre fue justa ni eficiente, pero era innegable que se trataba de un hombre que llevaba décadas pensando —de verdad pensando— en el sistema penal mexicano.

¿Entonces por qué renunció?

Porque la política no solo se derrumba por grandes actos de corrupción o colapsos institucionales. A veces cae por la presión inesperada del lugar menos imaginado. En este caso, una corona.

Todo estalló cuando México celebraba con júbilo el triunfo de Fátima Bosch como Miss Universo. Una mexicana ganando el certamen después de tantos años era un regalo para la narrativa nacional: orgullo, identidad, representación, el país hablando de algo luminoso por primera vez en semanas. Pero justo ahí, en plena celebración, comenzaron a circular los expedientes —sellados y empolvados en la FGR— relacionados con Raúl Rocha, presidente de la franquicia Miss Universo y vinculado en investigaciones mediáticas con presuntos contratos irregulares con Pemex.

La pregunta no era si existía una investigación. La pregunta era: ¿por qué se filtró justo ahora?

La respuesta implícita fue unánime: porque la FGR había perdido control interno. Porque intereses cruzados querían lastimar a la 4T. Porque la filtración no solo embarraba a un empresario, sino también a Bosch, la nueva joya mediática del país. Porque el triunfo, tan necesario en una nación saturada de malas noticias, se convirtió en combustible político en cuestión de horas. Porque México estaba celebrando una coronación, y alguien sacó un expediente que olía a guerra interna.

Eso, en Palacio Nacional, fue dinamita.

No se podía permitir que una victoria global, limpia y emocional, se convirtiera en pleito burocrático. Mucho menos cuando la Presidencia buscaba proyectar una nueva etapa institucional y evitar conflictos con la industria cultural y de entretenimiento que ya estaba devolviendo atención internacional al país. Gertz había sobrevivido a todo: a expedientes fallidos, a presiones, a audios filtrados, a críticas internacionales. Pero tocar un símbolo recién coronado fue otra cosa. Transformó un problema jurídico en un problema político. Y en México, los problemas políticos se resuelven de una sola forma: pidiendo renuncias.

El 27 de noviembre de 2025, presentó la suya.

Salió con un extraño nombramiento diplomático y un comunicado sin dramatismos, pero cargado de silencios. Fue la despedida de un fiscal que quiso ser reformador, que terminó siendo símbolo de poder concentrado y que cayó no por un caso penal, sino por una coronación que puso demasiados reflectores sobre sus polémicas.

Y así, la corona de Fátima Bosch terminó abollando algo más que el ego de los críticos: terminó abollando, también, el trono del fiscal más poderoso del México reciente.

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