Cuatro meses de guerra. Mil muertos sólo en Donetsk. Cuarenta y tres en solo 24 horas. 1.748 heridos. Esos son los datos oficiales del gobierno de Ucrania. La situación amenaza con complicarse aún más, pues según el Departamento de Sanidad regional, un millar de civiles habrían muerto en la región de Lugansk, donde en las últimas semanas han sido especialmente virulentos los combates entre las tropas ucranianas y los separatistas prorrusos, que según Kiev reciben cuantiosa ayuda militar de Rusia.
La ofensiva de las fuerzas ucranianas contra los últimos bastiones de los sublevados se torna más intensa a medida de que sus efectivos ganan terreno a los rebeldes, cuya resistencia es también cada vez más feroz y desesperada. La escalada bélica se precipitó a mediados del pasado mes de julio, cuando el Gobierno de Kiev lanzó una gran ofensiva contra los separatistas tras recibir un decidido apoyo de Occidente. Incluso las capitales europeas más reacias a presionar a Rusia, las mismas que más habían apostado por el diálogo entre Kiev y los prorrusos, perdieron la paciencia que les quedaba tras la muerte de casi 300 personas que iban en el vuelo MH17 de Malaysian Airlines, derribado en una zona controlada por los rebeldes.
Hace días que Lugansk, capital de la región homónima en la que vivían antes del conflicto 430.000 personas, vive una guerra urbana, con combates calle por calle, mientras que al menos 200.000 civiles que siguen en la ciudad se las apañan sin agua ni luz, y con serios problemas de abastecimiento de alimentos y medicinas.
Donetsk, la ciudad más grande del este rebelde de Ucrania y una de las más prósperas del país antes de la guerra, sigue poco a poco los pasos de Lugansk, con combates aislados en la periferia y cañoneo diario contra zonas residenciales. Nueve civiles han muerto en las últimas 24 horas en Donetsk bajo fuego de artillería y otros trece han resultado heridos, según las autoridades de la ciudad.
Desde hace tres días, los bandos enemigos se han enzarzado en una sanguinaria refriega por el control de Ilovaisk, una pequeña localidad de apenas 16.000 habitantes a unos 40 kilómetros al sureste de Donetsk.
Sólo en sus afueras, nueve combatientes ucranianos, miembros de los batallones de voluntarios «Donbass» y «Shajtiorsk», han perdido la vida en las últimas 24 horas.
Los distintos cuerpos militares que integran las fuerzas ucranianas han informado ya varias veces de la toma parcial, primero, y luego total de Ilovaisk, para enseguida desdecirse o reconocer que «los terroristas (como llaman en Kiev a las milicias prorrusas) no dejan de lanzar contraataques».
Pocas esperanzas de paz ofrecen tanto la propuesta condicionada de un alto el fuego de Kiev -hecha hace dos días tras la reunión en Berlín de los ministros de Exteriores de Ucrania, Rusia, Alemania y Francia-, como la cumbre en la que coincidirán la próxima semana en Minsk los presidentes ucraniano, Petró Poroshenko, y ruso, Vladímir Putin.
Los dos líderes acudirán a la capital bielorrusa para participar en la cumbre entre la Unión Aduanera (Rusia, Bielorrusia y Kazajistán), Unión Europea y Ucrania, en cuyo marco podrían incluso mantener una reunión bilateral.
En cuanto a la propuesta de algo el fuego, el gobierno ucraniano esgrime las mismas condiciones que hace un mes y medio: el respeto mutuo de la tregua, la liberación incondicional de todos los prisioneros tomados por los separatistas y la impermeabilización de la frontera por parte de Rusia.
Lo complicado de lograr un alto el fuego con estas condiciones es que Kiev incide más en aquellas que aluden directamente a Rusia, considerada tanto por Ucrania como por Occidente un país capaz de poner fin a la guerra, ya sea por su presunta influencia o por su supuesto apoyo con armas a los rebeldes.
Rusia anunció que el presidente Vladimir Putin viajará el 26 de agosto a Minsk para participar en una cumbre regional a la que asistirán también el presidente ucraniano, Petro Poroshenko, y dirigentes de la Unión Europea (UE). La presidencia rusa dijo que están previstos encuentros bilaterales durante esta cumbre, pero no precisó si habrá una reunión bilateral entre Putin y Poroshenko. Por su parte Berlín confirmó que la canciller Angela Merkel visitará Ucrania el sábado, para mantener conversaciones con el presidente Poroshenko y el primer ministro Arseni Yatseniuk en Kiev.
La reconstrucción de un país
Y mientras caen las balas, se comienza a hablar de la reconstrucción del este de Ucrania. La reconstrucción de las infraestructuras públicas y viviendas destruidas por la guerra en las regiones de Donetsk y Lugansk, en el este de Ucrania, costará miles de millones de dólares, advirtió el primer ministro ucraniano, Arseni Yatseniuk.
“La reconstrucción del Donbass (región hullera y metalúrgica que incluye las dos regiones rebeldes) ya no costará miles de millones de grivnas (moneda nacional ucraniana), sino miles de millones de dólares” tras la guerra contra los separatistas prorrusos, dijo Yatseniuk al abrir en Kiev una reunión del Gobierno.
“Los terroristas, cuyo fuego de artillería se corrige desde Rusia, disparan contra los objetivos más sensibles de la infraestructura ucraniana: minas, centrales y redes eléctricas, red ferroviaria, puentes y comunicaciones. Cada instante causan daños millonarios a Ucrania», denunció.
El jefe del Ejecutivo ucraniano reconoció que el país «pierde todos los días potencial económico» por el conflicto armado contra los separatistas prorrusos y subrayó que la situación económica depende directamente del desarrollo de los acontecimientos en las regiones rebeldes.
Kiev espera recibir en las próximas semanas el segundo tramo del crédito de 17.000 millones de dólares concedido a Ucrania por el Fondo Monetario Internacional (FMI) a finales del pasado mes de abril.
Tras transferir a comienzos de mayo el primer tramo de la ayuda, valorado en 3.400 millones de dólares, el FMI condicionó la entrega de los siguientes a la adopción en Ucrania de duras reformas económicas estructurales.
La misión del organismo internacional para Ucrania concluyó su primera valoración de la marcha de las reformas a finales del pasado mes de junio y se espera que en unos días tome la decisión sobre la transferencia del segundo tramo del préstamo a Kiev, valorado en 1.400 millones de dólares.
«No estoy satisfecho con la velocidad y la profundidad de esas reformas, pero lo que hemos avanzado hasta ahora nos permite confiar en una estabilización económica cuando llegue la paz», dijo al respecto Yatseniuk. Junto con los 500 millones de dólares otorgados este mes a Ucreania por el Banco Mundial para sostener su sistema bancario, Kiev aspira a recibir un total de 1.900 millones de dólares para paliar su maltrecha situación financiera. El país espera recibir otros 2.300 millones de dólares antes de que concluya este año después de solicitar al FMI la unificación del tercer y cuarto tramos del crédito.
El Espectador
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