La zona arqueológica Ojos del Chuviscar se localiza aproximadamente a 30 kilómetros al suroeste de la capital del estado de Chihuahua, en terrenos del Ejido Sierra Azul. Está conformada por dos abrigos rocosos y en ambos yacen evidencias de antiguas pinturas que refieren escenas de cacería, astronomía y huellas culturales que hacen alusión a los grupos humanos que ocuparon la zona, tanto para acondicionar los espacios como campamentos, como para sacralizarlos en función de los rituales que allí se realizaban.
Entre los diseños pintados pueden verse grupos de triángulos que debieron representar a las montañas; hay figuras de animales estilizados y también se pueden ver el símbolo de Venus y la figura de un danzante con un tocado con cornamenta. La figura de varias cruces señala la influencia de los españoles en la cultura de los conchos y deben ser de las últimas que fueron pintadas.
La elección de los antiguos habitantes por utilizar ese lugar desde hace aproximadamente 2,000 años, se debe a la riqueza de los recursos naturales que ofrecía la zona. El nombre Ojos del Chuviscar proviene de los manantiales que existían hasta el siglo pasado, pero actualmente el agua que nacía en el lugar ha sido entubada para dar sustento a los habitantes de la ciudad de Chihuahua.
Debido a la relativa cercanía de la zona arqueológica con la ciudad de Chihuahua, aproximadamente desde 1990 los Ojos del Chuviscar reciben cada vez mayor número de visitantes, principalmente durante los días de asueto, y suelen ser estudiantes y adolescentes los que mayormente visitan la zona.
Sin embargo, dada la condición de vulnerabilidad en la que se encuentran estos vestigios debido a la exposición constante al agua y al sol, es necesario establecer acciones que garantice la conservación y protección de estas pinturas rupestres, para lo cual personal especializado del INAH Chihuahua realiza visitas de inspección de manera regular, y está en proceso de evaluación de un proyecto destinado a su protección, conservación e investigación.
Cada año, el río Chuviscar renace en temporada de lluvias arrastrando rocas y sedimentos de la montaña que va dejando entre los abrigos que protegen las pinturas rupestres, y en adición a estas condiciones naturales que afectan la zona arqueológica, existen además otros factores, como el vandalismo y la falta de compromiso social para cuidar y respetar el patrimonio cultural, y desafortunadamente estos son los casos que hacen mayor eco y mayor impacto tienen en la afectación de los lugares ancestrales.
Para lo anterior, además de establecer el trabajo y los recursos necesarios para la protección del sitio, se requiere también del apoyo y colaboración de las instancias involucradas, así como de la sociedad civil.
En años pasados, en colaboración con el Ayuntamiento de Chihuahua, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), delegación Chihuahua, acondicionó el lugar para recibir a los visitantes, y entre las acciones que se realizaron están la colocación de barandales metálicos para evitar el contacto con las pinturas rupestres; acondicionamiento de área de estacionamiento; acondicionamiento de caminos para vehículos; acondicionamiento de senderos; instalación de señalética para llegar al sitio; instalación de cedularios, entre otras.
En el año 2011 el Centro INAH Chihuahua, a través del Programa de Empleo Temporal (PET), logró dar mantenimiento y reacondicionar la zona arqueológica, con acciones encaminadas a la protección de la zona arqueológica y seguridad de los visitantes.