Günter Grass (1927-2015), el Nobel de Literatura y Príncipe de Asturias en 1999, murió ayer a los 87 años. Fue una de las figuras centrales de las letras universales y cuyo gran corpus literario lo llevó a ser el más importante escritor alemán de la segunda mitad del siglo XX, además de polemista incansable que nunca rehuyó debate alguno y el crítico incómodo que defendía sus ideas políticas, sociales y literarias sin reservas.
La editorial Steidl, que publica sus obras, dijo que el autor de El tambor de hojalata falleció ayer por una infección en un hospital de Lübeck, la ciudad del norte de Alemania donde vivía. Al momento de su deceso estaba en compañía de sus familiares. Su secretaria, Hilke Ohsoling, declaró que a pesar de su avanzada edad, su muerte resultó sorpresiva. Todavía el domingo sostuvo un encuentro con ella.
Al conocer el deceso del Nobel de Literatura, la canciller Ángela Merkel dijo que “Günter marcó como pocos la historia de Alemania, desde el final de la guerra hasta hoy, con su compromiso personal, literario, político y social”.
Esa reflexión muestra el fuerte compromiso social de Günter Grass. Aunque sabía que la literatura no puede cambiar a las personas, sí puede ayudar a construir a largo plazo una sociedad mejor. Por lo que dijo que “la principal obligación del ciudadano es mantener la boca abierta”.
Y esta visión intelectual está en su gran corpus literario narrativo, poético, de teatro y ensayo. Un legado que está en la novela con obras como El tambor de hojalata, El gato y el ratón y Años de perro, las cuales conforman su Trilogía de Danzig, además de El rodaballo, En el cuarto trasero, Un vasto campo, Últimas danzas, sus ensayos políticos como Alemania: una unificación insensata, sus poemarios Eintagsfliegen y Poemas y en teatro Los plebeyos ensayan la revolución.
A este corpus literario amplio en breve se le sumara un título más. El escritor alemán dejó lista para su publicación el libro Desde una finitud, donde fusiona poesía y prosa. Aunque no hay fecha para su salida al mercado, se hará una primera lectura de este volumen el 12 de junio en Göttingen, dijo ayer Gerhard Steidl.
EL CAMINO. Günter Grass logra el reconocimiento mundial en 1959 cuando se publica su novela El tambor de hojalata, en la cual narra la vida de Oskar Matzerath, quien se niega a crecer para seguir siendo un infante. Era la posguerra en Alemania y la novela fue elogiada y también muy criticada por ser pornográfica y mostrar de manera cruda el surgimiento del nazismo y de la Segunda Guerra Mundial. La polémica fue intensa. Para 1978 es llevada al cine por Volker Schlöndorff, quien ganó con la película el Oscar a la mejor cinta extranjera y la Palma de Oro en Cannes.
Esa fue una polémica que Grass no eludió, como ninguna de las que se le presentaron. Basta recordar que en 2012, publicó el poema Lo que hay que decir, en el que acusaba a Israel de poner en peligro la paz mundial por su capacidad para producir bombas atómicas. En ese tiempo, la respuesta del Gobierno judío fue declarárlo persona non grata y le prohibió la entrada al país. En ese poema, el escritor aseguraba que estaba escribiendo con su “última tinta”.
En política de su país, Grass fue cercano a Willy Brandt y otros líderes socialdemócratas, pero se distanció del SPD. También fue contrario a la unificación alemana en 1990. “La espeluznante e incomparable experiencia de Auschwitz excluye la posibilidad de un solo Estado alemán”, decía el autor en febrero de 1990, tan solo ocho meses antes de que la República Democrática Alemana se disolviera. Grass abogaba entonces por una confederación de Estados alemanes.
En 1989, firmó la carta que reclamó al entonces presidente de Estados Unidos, George Bush, un diálogo con Nicaragua. Defendió a Salman Rushdie cuando recibió la amenaza de muerte del régimen iraní por su obra Versos satánicos. Al respecto, Rushdie lamentó la muerte de Grass, al que calificó de “verdadero gigante”. Su fallecimiento “resulta muy triste”, dijo en la red social Twitter. “Grass fue una inspiración y un amigo. “Un tambor para él, pequeño Oscar”.
Otra polémica que causó fue cuando reveló que a los 17 años fue miembro de las escuadras de defensa SS (ese-ese) nazis, situación que le incomodó por el resto de sus días.
Grass fue un crítico que molestó a muchos y tan sólo hace unos meses escribió sobre su última polémica: “…si, de una forma u otra, no estamos ya viviendo una Tercera Guerra Mundial. En los últimos tiempos oímos continuamente avisos para impedir una nueva catástrofe como la de la Primera o la Segunda. Me pregunto desde hace tiempo si no ha empezado ya de una forma paralela en Ucrania, Siria y otros lugares”.
CONDOLENCIAS. Alemania entera llora la muerte de su escritor. La canciller Ángela Merkel dijo que “marcó como pocos la historia de Alemania, desde el final de la guerra hasta hoy, con su compromiso personal, literario, político y social”.
La directora de la Fundación Princesa de Asturias, Teresa Sanjurjo, destacó que la obra de Grass, reconocida y admirada internacionalmente, era “un ejemplo de calidad estética y de escritura comprometida con su tiempo”.
El escritor cubano Leonardo Padura elogió la “conciencia crítica” de Günter y resaltó su postura intelectual y civil, en particular la visión que trasmitió en su obra acerca de los horrores de la Segunda Guerra Mundial.
Fuente: La Crónica