El número de muertos por el terremoto de Nepal aumenta cada hora, pero las dificultades para llevar una contabilidad precisa son más que comprensibles.
Por el momento, las cifras oficiales van por más de 4.310 muertos, casi 8.000 heridos y ocho millones de afectados.
El caos propio de una catástrofe como la causada por el sismo, y el difícil acceso a algunas de las zonas más afectadas, ciertamente hacen más complejo el conteo e identificación a las víctimas.
Pero la tarea también se complica por la presencia en el país de miles de refugiados de etnia tibetana, en su inmensa mayoría sin ningún tipo de documentación.
Los tibetanos empezaron a llegar de China a través de la cordillera del Himalaya en 1959, cuando se completó la ocupación de Tíbet por Pekín.
Y como explica el periodista de la BBC Rani Singh, han estado arriesgando su vida en el peligroso cruce desde entonces hasta el día de hoy.
Por lo general su objetivo es encontrar refugio en Nepal o atravesar el país para llegar a India.
Un pequeño número fue procesado por las autoridades y alojado en un centro para refugiados de la capital, Katmandú.
Pero solo una minoría de tibetanos de segunda generación ha obtenido la nacionalidad nepalí, lo que significa que la inmensa mayoría vive en la ilegalidad.
«No tienen derechos como otros residentes, ni tarjetas de identidad. No tienen Estado propio y por lo tanto son invisibles», afirma Singh.
Y Nepal le rehúye al tema porque no quiere molestar a su poderoso vecino del norte, China, que también es uno de los principales inversionistas en el país.
Los más pobres de los pobres
La mayoría de los étnicamente tibetanos vive además calladamente fuera de Katmandú, en aldeas remotas dispersas en las montañas.
La suerte de los niños de origen tibetano que asistían a su escuela en Dhunche preocupa a los funcionarios de Dolma.
«Esas aldeas están justo en la zona más afectada por el terremoto. Pero los muertos ahí no pueden ser identificados formalmente, porque oficialmente no existen», explica Singh.
Y aldeas étnicamente tibetanas, como Bridim –ubicada al norte de Katmandú y a más de 3.000 metros sobre el nivel del mar– se cuentan además entre las más pobres del país.
El Fondo de Desarrollo Dolma, una de los pocos organismos no gubernamentales que atiende a los pobladores de origen tibetano en Nepal, tiene una escuela cerca de la zona, devastada por el peor terremoto de los últimos 80 años.
«Bridim quedo virtualmente reducida a escombros», le dijo la jefe financiera de Dolma, Carla Texeira Alvares Kaspar, a la BBC.
«No tenemos idea de cuántas personas pueden haber sobrevivido. Las misiones de rescate no están operando en zonas tan aisladas», agregó.
Muchas zonas rurales se vieron afectadas por el terremoto.
Y Texeira Alvares también está preocupada por el suministro de agua potable en Bhorle, un valle cercano donde también viven numerosos refugiados de origen tibetano.
«Es un gran barrio marginal. Ahí tenemos muchos niños. Y sólo hay una tubería de agua que baja de las montañas. Si se desconecta se quedan sin nada y las enfermedades se pueden esparcir muy rápidamente», advirtió.
La mujer también mencionó «horrendos deslaves» en Dhunche.
«No hay casi electricidad ni comunicaciones. Y para los refugiados, es como la gota que derrama el vaso. Ya era imposible antes. Y ahora hay mucha destrucción en Katmandú».
«Las lluvias monzónicas llegarán en un mes o dos, por lo que no creo que vayan a reestablecer la electricidad o las comunicaciones con las montañas antes de diciembre. Todo se va a para por los monzones», lamentó.
Explota cohete Starship en Texas: nuevo revés para SpaceX a solo un año de su misión a Marte
Una nueva explosión sacudió la noche del miércoles 18 de junio el cielo del sur de Texas, cuando el cohete Starship de SpaceX estalló durante pruebas en la base de lanzamiento de Brownsville, en lo que la compañía calificó como “una anomalía mayor”. La gigantesca nave de 400 pies de altura —pilar del ambicioso plan de Elon Musk para colonizar Marte— sufrió un fallo durante su test en tierra, generando una enorme bola de fuego y escombros visibles desde varios kilómetros a la redonda.
Aunque no se reportaron heridos, SpaceX pidió a la población mantenerse alejada de la zona mientras equipos de seguridad trabajan para asegurar las instalaciones de Starbase y sus alrededores. “No existen riesgos para las comunidades cercanas”, aseguró la empresa en un comunicado publicado en su cuenta de X.
La causa de la explosión aún está bajo investigación, pero Elon Musk adelantó en redes sociales que los datos preliminares apuntan al fallo de un contenedor presurizado de nitrógeno (COPV, por sus siglas en inglés) en la bahía de carga. “Si se confirma, sería la primera vez que este diseño falla de esa manera”, añadió el fundador de SpaceX.
El incidente se suma a una serie de contratiempos recientes para el programa Starship. Apenas el 27 de mayo, durante su noveno vuelo de prueba, la nave se desintegró sobre el océano Índico tras perder el control 46 minutos después del despegue. En enero y marzo también se registraron explosiones durante vuelos de ensayo, con espectaculares desintegraciones en el cielo de Florida y el Caribe. En esas ocasiones, la etapa superior —donde viajarían astronautas y carga en futuras misiones— logró separarse, pero falló en completar su trayecto.
El Starship está diseñado como un sistema de transporte completamente reutilizable, capaz de regresar a la Tierra después de cada misión. Su objetivo final: llevar humanos y suministros al espacio profundo, con un enfoque particular en Marte. Musk ha reiterado que espera lanzar una misión no tripulada al planeta rojo en 2026, como parte del calendario para establecer presencia humana permanente fuera de la Tierra.
A pesar de los reveses, entre junio y noviembre de 2024, tres pruebas exitosas lograron que Starship orbitara la mitad del planeta y aterrizara sin contratiempos en el océano Índico, generando expectativas positivas. No obstante, los recientes fallos han encendido alarmas sobre la confiabilidad del sistema a tan solo un año de la fecha fijada para iniciar su misión interplanetaria.
Las imágenes captadas por testigos y difundidas el jueves muestran al prototipo Starship 36 envuelto en llamas tras sufrir al menos dos explosiones consecutivas durante la prueba estática, que se realizaba horas después de que la compañía compartiera un video celebrando la activación de uno de sus motores en simulación de ignición en el espacio.
SpaceX no ha anunciado si este nuevo revés alterará su calendario de lanzamientos, pero el incidente representa otro desafío técnico —y mediático— para una empresa que apuesta su prestigio al futuro de la exploración espacial. Mientras tanto, el sueño de colonizar Marte se mantiene en pie, aunque bajo la sombra de explosiones que, una y otra vez, recuerdan que alcanzar el cosmos sigue siendo una tarea plagada de riesgos.