Según datos del Instituto Nacional Electoral, en Chihuahua hay 2, 567, 371 electores, de los cuales 254,554 votaron por el PRI. Si las cifras son correctas, eso significa que apenas el 10% de los chihuahuenses votaron por ese instituto político, y eso les bastó para casi llevarse el ‘carro completo’ y someter políticamente a toda la población.
Esta comparación de datos tiene varias lecturas, y una de ellas es la bajísima participación ciudadana que permite que el 10% de los votantes, gran parte de ellos acarreados o forzados a votar por el PRI, en avalanchas de violaciones a la ley electoral que nadie quiere o puede parar.
Sencillo sería echarle la culpa a la ciudadanía y decir que todo es culpa de su apatía. Algo se tiene de razón, pero sólo parcialmente, pues hay que analizar las razones por las que los ciudadanos prefieren no votar.
Una de ellas es ¿cómo castigar a un partido sin premiar a sus aliados? El PRI ha tejido una extensa y compleja red de complicidades que abarcan a prácticamente todas las fuerzas políticas, de modo que votar contra el PRI es votar por alguno de sus cómplices. No hay de otra.
Otro factor importante es la opacidad en la que prefieren mantenerse los candidatos, muchos de ellos reacios a dar a transparentar su patrimonio, su trayectoria y sus propuestas. Urge un canal efectivo de comunicación entre candidatos y ciudadanos, pues al buscar información sobre alguno todo se vuelve salamerías o ataques, pero pocos dicen objetivamente quién es y qué ha hecho fulanito o zutanito. Es difícil votar por desconocidos, sobre todo si se trata de votantes ajenos a la grilla, quienes sólo tienen acceso a un cartel con la foto mal ‘fotochopeada’ de alguna o algún bribón.
Una muestra de que la gente sí quiere salir a votar, pero no haya por quién, es Nuevo León, donde la convocatoria de Jaime Rodríguez, ‘El Bronco’, hizo que casi el 60% de los electores fueran a las urnas, un número considerable para unas elecciones intermedias.
Quizá quienes aprobaron la reforma política en 2013 no imaginaron la trascendencia que tendría, mucho menos que en la primera elección, a pesar de las interminables trabas, participarían 125 candidatos independientes, y que de ellos uno se quedaría con una de las gubernaturas estratégicas del país y otros lograran triunfos resonantes como Manuel Clouthier en Culiacán y Pedro Kukamoto, quien arrasó y se quedó como diputado tras haber gastado sólo 18 mil pesos en su campaña. También un independiente venció al invencible PAN en Guanajuato y se quedó con el ayuntamiento de Comonfort.
Este es un paso de mayor trascendencia del que se advierte, pues supone un cambio radical de paradigma político, ese que obligaba a los ciudadanos a someterse e integrarse a los partidos si querían participar en la vida pública de la sociedad. De esta forma los partidos perdieron el control casi absoluto que tenían de la vida pública del país y tendrán que enfrentar a una ciudadanía que, muy a su pesar, amenaza con organizarse y fortalecerse. Es apenas una fisura, pero esta podría ser la herida de muerte de la partidocracia en México.
Este es apenas uno de los puntos de la reforma política. Falta la aplicación de otros como la reelección legislativa, donde los partidos siguen teniendo el control de quién se reelige y quién no, antes que los ciudadanos, la cual entrará en vigor a partir de 2015 y 2018.
También queda pendiente la reelección de alcaldes y diputados locales, la transformación de la PGR en Fiscalía General, con dos subfiscalías para delitos electorales y combate a la corrupción, así como la nulidad de elecciones ante un rebase de gastos de campaña determinante y sistemático, entre otras muchas medidas que seguramente alterarán el panorama político en México.
Pasando al tema de los resultados. En el PRI siguen adoloridos por la pérdida del Distrito VI y ahora no buscan quién se las hizo sino quién se las pague. Por Liz Aguilera nadie daba un cacahuate, pero creían que la operación política podría sacarla a flote al igual que hizo con muchos otros candidatos.
Ahora vienen los reproches: a Liz no la bajan de ‘fresa de rancho’ y la acusan de no haber asumido el liderazgo ni de su propia campaña, pues no quiso asolearse y todo quería lograr con reuniones llenas de té y clima artificial.
Otros culpan al Verde por no haber aportado suficientes votos; también marcharon el alcalde Javier Garfio y el ex alcalde Marco Quezada, encargados de asegurar la victoria quienes de plano no pudieron con el paquete y mostraron que para movilizar gente no dan una. Caso especial es el del ojiverde, quien dice traer las tablas para la gubernatura, una fantasía alimentada por un grupúsculo de paleros y chaviza inexperta e inútil de la Facultad de Ciencias Políticas que creen que la grilla es un juego.
También les tocó su salpicada al secretario de Hacienda, Jaime Herrera, a César Martínez y al ex diputado Ricardo Boone quien creía que bastarían los kilos mediáticos de su estación de radio para doblegar al empresario pizzero. A todos les hizo falta ver más bax.
El gobernador Duarte ha preferido ver todo en conjunto y no arderse por una manchita azul en su pastelote rojo. Un marcador 8 a 1 no puede verse más que como goleada, no perfecta, pero goleada al fin, suficiente para asumirse como campeón.
Otro priísta a quien no le cabe el gusto en el pecho es a Enrique Serrano, alcalde de Juárez, quien pudo presentar resultados muy buenos ya que la única complicación la viven en el Distrito de María Ávila Serna, quien está bajo el padrinazgo del ‘Teto’ Murguía y gane o pierda les dará el mismo gusto, quizá hasta prefieran que pierda.
Prometer para meter… ya metido ¡tenga lo prometido! Podría ser la frase con la que anuncien posibles aumentos a la tarifa de transporte público, después de las elecciones, desde luego. Maurilio Ochoa, Jorge Neaves y Gustavo Morales se reunieron con Mario Trevizo para ver cómo va a proceder la puñalada, pero será antes de que reinicien clases, para que los chavos no se alebresten.
Una muestra de lucidez fue la que tuvo el diputado panalista Gustavo Martínez, quien tuvo el acierto de señalar la inutilidad de la Ley Seca, una medida absurda e inútil que en vez de inhibir el consumo de alcohol lo dispara pues la gente acude a comprar masivamente días antes hasta lo que no se puede tomar. Ojalá se derogue esta medida que, además de ridícula pretende tratar al ciudadano como un menor de edad.