Seguimos con las lecturas de la pasada elección. Por fin se contaron todos los votos y se confirmó la goleada 8-1 que le metió el PRI al PAN, aunque, jariosos como son, los tricolores se quedaron con el amargo sabor de haberse ido sin su anhelado ‘carro completo’.
Loable fue la postura del alcalde Javier Garfio quien, para no hacerle el caldo gordo a la oposición, respetó el proceso electoral y no permitió que su gente, pagada por el erario público, se involucrara indebidamente en la elección. A algunos les arde, pero el edil prefirió mantener su vocación democrática y brindar apoyo por las buenas y nada más por las buenas.
Muchos tratan de repartir culpas, pero hay varias buenas razones para entender por qué Liz Aguilera no ganó en esta elección, y una que podemos añadir a la larga lista que ya hemos abordado en este espacio es la alta participación ciudadana en su sector, un ambiente en el que el PRI no se desenvuelve bien pues pierde fuerza su voto duro.
Fue en el sexto, un añejo bastión del PAN, donde se obtuvo el mayor nivel de participación en el estado, pues cerca del 43% de los electores acudió a las casillas, algo así como 114 mil electores, muchos de los cuales no se sintieron identificados con el perfil de Liz a pesar de ser priístas y decidieron votar por el de la competencia, a quien aplicaron el refrán de más vale malo por conocido…
En el PAN es muy distinta la cosa. No hay vaselina suficiente para aliviar el dolorazo de ocho distritos perdidos y uno ganado apenitas. Algunos tenían la esperanza de ganar el tercero, pero al final también lo perdieron por un estrecho margen y siguen sin reconocer la realidad: el PRI fue mucho mejor.
De los problemas del PAN ya hemos hablado bastante: su peor enemigo no es el PRI, sino su falta de unidad y de ideas. Dicen ser el partido de los honestos, pero un día sí y el otro también surgen sus transotas. Se venden como oposición pero en los espacios de debate como el Congreso de la Unión son el principal aliado del PRI-Gobierno. Las reformas del presidente que falta aprobar, por leoninas que sean, pasarán sin problemas.
A Mario Vázquez no le cabe la culpa y no ha sabido reconocer que su dirigencia ha sido un desastre. No hay logros ni electorales, ni políticos ni morales para el PAN, que pasó hace poco por una dolorosa depuración en la que dejaron en el camino a cuadros polémicos pero efectivos en eso de jalar votos como la gente de Carlos Borruel, de Cruz Pérez Cuéllar y otros a los que les hicieron el feo.
Bastaba echarse un clavado a Facebook para ver cómo la relativa cordialidad entre panistas y priístas contrastaba con los agarrones cotidianos entre las maltrechas y errantes tribus blanquiazules. El PAN está en uno de sus peores momentos históricos, un partido que tras alcanzar el poder y desperdiciarlo parece haber perdido su razón de ser pues nadie sabe responder ¿qué aporta el PAN a Chihuahua?
Donde hay desbandada… si se le puede llamar así a la huída de tres chícharos, es en el Partido del Trabajo, donde la poca gente de Aguilar se marcha sabiendo que ni les tocó y ahora menos les tocará un peso de las prerrogativas, pues estas ya no llegarán tras la pérdida del registro. El PT es un partido que, como franquicia política, perdió toda vigencia, utilidad y razón de ser, si es que alguna vez la tuvo.
Otros partidos tienen sus propios escenarios: Nueva Alianza dejó sentir la eficacia de su maquinaria política que muchos creían menguada y condenada a muerte tras el encarcelamiento de la lideresa Elba Esther Gordillo. Nada más lejos de la realidad, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación tiene su propia inercia y, como su nombre lo dice, se vuelve un poderoso aliado, pues con 55,776 votos es la tercera fuerza política del estado.
La cuarta fuerza es Morena, un partido que debutó de forma apantallante. Un gran mérito si se toma en cuenta la debilidad de su estructura territorial, su inexperiencia y la falta de cuadros políticos de peso. Pesó como la marca de Andrés Manuel López Obrador, pues sus candidatos fueron prácticamente anónimos, y aún así son la cuarta fuerza, pisándole los talones al sólido Panal, con 48,700 votos.
El Verde mantuvo su posición de aliado con 43,038 votos, una posición difícil si se toma en cuenta el ilegal y desmesurado despliegue mediático y presupuestal aunque, por el quemón que arrastra, también ahuyenta votos.
PT, PRD y Movimiento Ciudadano fueron los grandes perdedores de la elección. No sirven ni como aliados, pues obtuvieron 17,447, 23,274 y 24,901 votos, respectivamente, menos aún que el prácticamente desconocido recién llegado Encuentro Social, que de la nada sacó 25,438 votos.
En el caso del PAN, obtuvo 187,824 votos, 66,730 menos que el PRI, que alcanzó 254,554. La distancia aún es grande, pero fue en la capital donde la diferencia fue menor y eso despierta las esperanzas blanquiazules de salir de su ayuno electoral. Aquí jugarán un gran papel las alianzas, pero aunque el riesgo crece, el PRI sigue con todas las canicas en su bolsa mientras el PAN, como siempre, espera un milagro.
Un factor que podría sorprender sería la entrada a la escena de los independientes en Chihuahua, y al que muchos quisieran ver con esa bandera es a Marco Quezada, pues aunque el fan del pugilato no ha expresado nada al respecto, muchos tienen claro que el ‘gallo’ será Serrano y no ven ninguna razón lógica para pensar que podría ser el ex alcalde de Chihuahua el abanderado del PRI a la gubernatura, pues en este momento el gobernador Duarte las trae todas consigo.
El mandatario, lejos de menguar, ha sabido mantener su peso político entrando en la fase final de su gubernatura y mantener el control absoluto de sus huestes. En vez de bajar su mirada hacia la mecedora la está subiendo hacia la silla más codiciada. Apunta al sol para caer en las estrellas, dicen.
En el caso de Marco, el originario de Cuauhtémoc tiene sus simpatías dentro y fuera del PRI, pero tiene poco qué hacer ante la maquinaria bien ajustada, afinada y sincronizada del PRI manejada por Duarte. En caso de que se lanzara de independiente las encuestas le dan una ventaja de 2 a 1 a Serrano, pero sería una muestra más de la oposición valiente que ha mantenido hasta el momento dentro del lastimado grupo de los no alineados.
Para cerrar el tema electoral, nos quedamos con la reflexión de la presidenta estatal del PRI, Karina Velázquez ante su partido: “El triunfo no debe llenarnos de soberbia y sí de responsabilidad”. Le vendría bien esta mentalidad a los ganadores, y un poco de humildad y autocrítica a los perdedores.