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Opinión

AGUA: CONCEPTOS BÁSICOS POR KAMEL ATHIE FLORES

AGUA: CONCEPTOS BÁSICOS

Para comprender la relevancia del tema agua, es conveniente analizarla integralmente; desde su formación como fenómeno natural que surge del compuesto de dos átomos de hidrógeno por uno de oxígeno, pasando por su decantación y disposición en acuíferos subterráneos y superficiales, así como en ríos y captación en embalses naturales y superficiales, hasta su distribución en los diversos usos que permiten la subsistencia del ser humano, la flora y la fauna.

Conceptualmente el ciclo hidrológico es el siguiente: cuando el sol calienta las moléculas de agua de los océanos, se evaporan y condensan en el aire para formar nubes que se precipitan de regreso convertidas en niebla, lluvia o nieve. Al llegar a la tierra parte del agua se desliza hacia el interior creando las reservas subterráneas, o bien llega hasta los arroyos, ríos donde se inicia su regreso a los océanos.

Ampliando lo anterior, el ciclo hidrológico es el recorrido del agua por la atmósfera y las nubes, por la tierra, el subsuelo, los lagos, ríos, mares y océanos. Cabe mencionar que en la naturaleza el agua siempre está en movimiento y que cuando la energía del Sol penetra, la atmósfera aumenta su temperatura, ayudando a modificar el clima, cambiando su estado físico o haciendo que pase de vapor a líquido o a sólido.

Existen diversas teorías sobre el origen del agua, la mas aceptada es la que supone que el proceso de enfriamiento del globo terráqueo, provocó que el vapor de agua existente en la atmósfera primitiva, se condensara y se produjeran las primeras lluvias, por lo que se formaron los océanos, ésto esto ocurrió hace 4 mil millones de años. Científicamente se sabe que la Tierra es el único planeta que presenta agua en estado líquido.

La existencia de agua líquida es condición necesaria para que se conciba la vida. Cuando el agua se formó, se convirtió en el factor detonante de la vida en la Tierra, pero, sabemos ¿qué es el agua y de qué se compone?

Los átomos se unen por medio de enlaces químicos pero, cuando se combinan por medio de electrones, el enlace se denomina covalente. Una molécula de agua es el resultado de la reacción entre átomos de hidrógeno (H) y oxígeno (O), los cuales pueden estar en movimiento permanente sin que nada ocurra, pero si se agrega calor reaccionan formando una molécula de agua.

Desde las estructuras más simples, como la de una célula, músculo, tejido, órgano o sistema, hasta la estructura más compleja, como la de un ser vivo, todas requieren de agua. De hecho, especies como la de los invertebrados marinos están constituidos de agua en 97%, y en cuanto al ser humano, los fetos se encuentran constituidos de agua en 97%, un bebé en 77%, un niño en 59%, un varón adulto en 65%, una mujer adulta en 45%, un anciano en 50% y una anciana en 40 por ciento.

Como dijo mi gran amigo Oswaldo Sagástegui: Y se hizo la luz, y se hizo el agua y se hizo la vida…

kamelathie@gmail.com

Opinión

León. Por Raúl Saucedo

La estrategia de la supervivencia

El pontificado de León XIII se desplegó en un tablero político europeo en ebullición. La unificación italiana, que culminó con la pérdida de los Estados Pontificios, dejó una herida abierta.

Lejos de replegarse, León XIII orquestó una diplomacia sutil y multifacética. Buscó alianzas —incluso improbables— para defender los intereses de la Iglesia. Su acercamiento a la Alemania de Bismarck, por ejemplo, fue un movimiento pragmático para contrarrestar la influencia de la Tercera República Francesa, percibida como hostil.

Rerum Novarum no fue solo un documento social, sino una intervención política estratégica. Al ofrecer una alternativa al socialismo marxista y al liberalismo salvaje, León XIII buscó ganar influencia entre la creciente clase obrera, producto de la Revolución Industrial. La Iglesia se posicionó como mediadora, un actor crucial en la resolución de la “cuestión social”. Su llamado a la justicia y la equidad resonó más allá de los círculos católicos, influyendo en la legislación laboral de varios países.

León XIII comprendió el poder de la prensa y de la opinión pública. Fomentó la creación de periódicos y revistas católicas, con el objetivo de influir en el debate público. Su apertura a la investigación histórica, al permitir el acceso a los archivos vaticanos, también fue un movimiento político, orientado a proyectar una imagen de la Iglesia como defensora de la verdad y del conocimiento.

Ahora, trasladémonos al siglo XXI. Un nuevo papa —León XIV— se enfrentaría a un panorama político global fragmentado y polarizado. La crisis de la democracia liberal, el auge de los populismos y el resurgimiento de los nacionalismos plantean desafíos inéditos.

El Vaticano, como actor global en un mundo multipolar, debería —bajo el liderazgo de León XIV— navegar las relaciones con potencias emergentes como China e India, sin descuidar el diálogo con Estados Unidos y Europa. La diplomacia vaticana podría desempeñar un papel crucial en la mediación de conflictos regionales, como la situación en Ucrania o las tensiones en Medio Oriente.

La nueva “cuestión social”: la desigualdad económica, exacerbada por la globalización y la automatización, exige una respuesta política. Un León XIV podría abogar por un nuevo pacto social que garantice derechos laborales, acceso a la educación y a la salud, y una distribución más justa de la riqueza. Su voz podría influir en el debate sobre la renta básica universal, la tributación de las grandes corporaciones y la regulación de la economía digital.

La ética en la era digital: la desinformación, la manipulación algorítmica y la vigilancia masiva representan serias amenazas para la democracia y los derechos humanos. León XIV podría liderar un debate global sobre la ética de la inteligencia artificial, la protección de la privacidad y el uso responsable de las redes sociales. Podría abogar por una gobernanza democrática de la tecnología, que priorice el bien común sobre los intereses privados.

El futuro de la Unión Europea: con la disminución de la fe en Europa, el papel del Vaticano se vuelve más complejo en la política continental. León XIV podría ser un actor clave en la promoción de los valores fundacionales de la Unión, y contribuir a dar forma a un futuro donde la fe y la razón trabajen juntas.

Un León XIV, por lo tanto, necesitaría ser un estratega político astuto, un líder moral visionario y un comunicador eficaz. Su misión sería conducir a la Iglesia —y al mundo— a través de un período de profunda incertidumbre, defendiendo la dignidad humana, la justicia social y la paz global.

Para algunos, el nombramiento de un nuevo papa puede significar la renovación de su fe; para otros, un evento geopolítico que suma un nuevo actor a la mesa de este mundo surrealista.

@Raul_Saucedo

rsaucedo.07@uach.mx

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