La falla de San Andrés, que recorre de norte a sur el estado de California, es una de las más estudiadas del planeta y también la más temida en Estados Unidos.
Lo que muchos no saben es que, un poco más hacia el norte, frente a la costa noroeste del país, existe otra falla que, según los científicos, en un futuro próximo provocará un megaterremoto todavía mayor que el que se originó en la de San Andrés en 1906 y que devastó la ciudad de San Francisco.
Se trata de la falla submarina de Cascadia que, con una longitud de más de 1.100 kilómetros, abarca desde la provincia canadiense de la Columbia Británica hasta el norte de California.
Se encuentra en la zona de subducción de la placa de Juan de Fuca y la placa Norteamericana, y no fue hasta mediados de los años 80 que los científicos fueron conscientes del peligro que presenta, siendo capaz de provocar sismos de una magnitud superior a los 9 grados, acompañados de tsunamis similares al que arrasó la costa norte de Japón en 2011.
El desconocimiento que existe sobre esta falla quedó demostrado con el revuelo que causó hace unos días la publicación de un artículo en la revista The New Yorker.
En él en varios investigadores informaban de que en las próximas décadas esperan que la ruptura de Cascadia provoque en los estados de Washington y Oregón la que prevén será la mayor catástrofe natural de la historia de EE.UU.
El terremoto de 1700
Lo poco que se sabe de esta falla se debe a que la última vez que dio lugar a un megaterremoto fue en el año 1700, cuando la costa noroeste de EE.UU. estaba poblada por tribus indígenas que no dejaron ningún registro escrito de ese evento, que causó un tsunami que llegó hasta las costas de Japón.
Ahora, gracias al estudio de los sedimentos costeros, los científicos han podido determinar que la falla de Cascadia ha hecho temblar la tierra más de 40 veces en los últimos 10.000 años, provocando sismos superiores a los 9 grados con un intervalo de unos 500 años, aunque también se han dado con una diferencia de tan sólo 200 años.
Ya hace más de 300 años del último megaterremoto -que se calcula tuvo una magnitud de entre 8,7 y 9,2 grados- y los expertos advierten que el noreste de EE.UU. no está preparado para una catástrofe de ese tipo.
Según cálculos de la Agencia Federal para la Gestión de Emergencias de EE.UU. (FEMA, por sus siglos en inglés), si se produce una ruptura total de la falla, el sismo y posterior tsunami que provocará se cobrará la vida de más de 13.000 personas, afectando seriamente ciudades como Seattle, Olimpia, Portland y Salem.
Además, hará que más de un millón de personas deban abandonar sus hogares y dañará seriamente infraestructuras básicas como puentes y carreteras, interrumpiéndose el suministro eléctrico y de agua en algunas zonas durante semanas o incluso meses.
Los científicos aseguran que la mayor parte de la destrucción la provocará el tsunami, que alcanzará la costa en apenas 20 minutos, afectando un área inundable en la que viven más de 70.000 personas, y en la que no existen refugios verticales para resguardarse de unas olas que se prevé alcancen varios metros de altura.
Otro factor que preocupa a los expertos es que la mayor parte de edificios de la región -con una población de unos siete millones de personas- no fueron construidos para soportar un sismo como el que puede provocar la falla de Cascadia, incluyendo muchos que albergan hospitales, escuelas o estaciones policía y bomberos.
Más fondos
«Me sorprende la atención que ha recibido el artículo de The New Yorker, ya que la información que contiene no es nueva. Su autora ha hecho un buen trabajo resumiendo lo que puede suceder en la costa noroeste del país, aunque el tono es un poco alarmista», asegura en conversación con BBC Mundo William Steele, portavoz de la Red Sísmica del Noroeste del Pacífico, con sede en Seattle.
«La población sabe que vivimos en una zona de terremotos, aunque no creo que estén preparados para un sismo como el que puede provocar la falla de Casacadia, del que no se tiene memoria reciente».
Steele asegura que «en las áreas costeras susceptibles de ser inundadas por un tsunami se tienen que construir más áreas de evacuación verticales» para que aquellos que no tengan tiempo de escapar, se puedan resguardar.
Además, el experto cree que se han de poner más fondos a disposición de las comunidades locales para que se preparen, ya que considera que «no tiene sentido que el dinero les llegue una vez el terremoto y el tsunami hayan ocurrido».
«Hay que empezar a pensar en cómo combinar recursos estatales y federales para preparar a las comunidades que resultarán impactadas».
«Otro tema que creo importante es que infraestructuras esenciales como escuelas y hospitales sean construidas fuera de las zonas inundables», apunta Steele, señalando que Oregón se ha aprobado la construcción de instalaciones de ese tipo en áreas que se prevé serán impactadas por un tsunami.
No es una ciencia exacta
Timothy Walsh, experto del Servicio Geológico del estado de Washington, hace hincapié en que el cálculo de los intervalos en los que ocurren los terremotos no es una ciencia exacta y señala que, debido a ello, el megaterremoto de Cascadia «podría ocurrir hoy mismo o dentro de varios siglos».
En conversación con BBC Mundo Walsh explica que las tribus que viven en la costa de Washington tienen en su tradiciones orales historias sobre este tipo de eventos, por lo que se toman más en en serio que el resto de la población el riesgo que presenta la falla de Cascadia.
El experto apunta que las autoridades locales cada vez son más conscientes de los peligros que enfrenta la región, motivo por el cual el año próximo van a organizar un gran simulacro de terremoto y tsunami que va a involucrar a los servicios de emergencia de Washington, Oregon y la Columbia Británica.
Además, confía en que cuando la tierra vuelva a temblar, en el noroeste de EE.UU. esté ya en funcionamiento un sistema de alerta temprana similar al que ya existe en Japón desde hace años y que actualmente está en pruebas.
Quizá lo tengas: Billete de sor Juana cuesta hasta 500,000 pesos
Un bonito billete de 100 pesos que tiene la imagen de una de las escritoras más famosas de México, se ofrece a un precio descomunal por una plataforma comercial de internet. Ante ello, aquí daremos a conocer cuál es su valor real.
Y es que según expertos en numismática, lo ideal es comprar los ejemplares (billetes y monedas) en centros o tiendas especializadas (numismática), debido a que en algunas páginas de internet exceden su valor.
El ejemplar al que nos referimos es de color predominante rojo y fue galardonado a nivel mundial como “billete del año” por el International Bank Note Society (IBNS por sus siglas en inglés). A continuación daremos a conocer más sobre esta pieza.
¿Cuáles son sus características?
De acuerdo con el Banco de México (Banxico), el billete se puso en circulación el 12 de noviembre y forma parte de la familia G, es decir, uno de los más nuevos diseños con los que cuenta el banco a la fecha.
Fue fabricado en polímero (tipo de plástico que es fácil de moldear), cuenta en su anverso con la efigie de la escritora Sor Juana Inés de la Cruz, así como un fragmento del emblemático recinto del Antiguo Palacio de San Ildefonso.Mientras que en su reverso se visualiza la reserva de la Biósfera de la Mariposa Monarca, insecto que predomina en los estados de Michoacán y el Estado de México a la fecha. En la misma cara del ejemplar luce el ecosistema de bosques templados con árboles de pino, encino y oyamel.
¿En cuánto se vende?
La pieza a la que nos referimos se comercializa hasta en 500 mil pesos, según una persona que subió la imagen a la venta en la plataforma de Mercado Libre.
De acuerdo con el vendedor, el billete es de serie “Ab” y “poca circulación”.
Sin embargo, se trata de un costo extremadamente elevado, pues algunos centros numismáticos manejan otro precio.
¿Cuál es su valor real?
Según tiendas numismáticas, esta pieza se puede encontrar hasta el doble de su valor, es decir, en 200 pesos.
Sin embargo, los expertos han declarado que los costos dependen de su cuidado y condición.
El ejemplar cuenta con varios elementos de seguridad para evitar su clonación, algunos como son: relieves sensibles al tacto, denominación multicolor, ventanas transparentes, fondos lineales, fluorescencia, folio creciente, elementos que cambian de color, folios, entre otros.