Que se va, que se queda, así ha traído el gobernador César Duarte a sus subalternos, quienes no hallan si aventarse una carrera o quedarse seguros en ‘home’, luego de que, según el diario El Universal, el ballezano estaba enfilado a ocupar el CEN del PRI e incluso una Secretaría de Estado muy cerquita del presidente.
De inmediato los grillos de todos los tamaños comenzaron a planear sus estrategias, pues desde el primero hasta el último se acalambraron. Comidas, mensajes, llamadas e inbox feisbuqueros corrieron entre unos y otros, pero hasta ahorita no hay nada y la moneda sigue en el aire.
Mientras, el gobernador despliega su propio juego político, buscando amarrar su derecho a designar sucesor, para lo cual debe bloquear a quienes han cometido el pecado de buscar la gubernatura sin la bendición del gobernador, en especial Marco Quezada y los miembros del grupo Delicias, encabezado por los Baeza, tío y sobrino.
“Por nosotros no quedó”, dicen los delicienses, quienes encabezados por Fernando ‘El Tío’ Baeza, y por el también ex gobernador José Reyes Baeza, intentaron mantener las formas y negociar con cordialidad, pero los palazos del duartismo acabaron por desalentarlos y dejarles claro que cualquier posibilidad deben buscarla por la libre.
Desde entonces, Marco Quezada comenzó a hacerse sonar como ‘independiente’, a pedir “piso parejo” y a reclamar que quien se siente “dueño del PRI” no le cierre la puerta a quienes simplemente no son de su grupo, sino que se le permita participar como militante que es.
Pero Duarte ya tiene a su gallo y parece ser Enrique Serrano, así que está repartiendo ‘estatequietos’ no sólo a Quezada, sino también a Lilia Merodio, Graciela Ortiz y otros perfiles que han levantado la mano, mientras pasea al alcalde juarense por aquí y por allá queriendo asegurarle una holgada ventaja por medio de su bendición.
A Duarte le conviene sin duda la dirigencia priísta, pues así podría meter mano no sólo en la sucesión de Chihuahua, sino de 13 estados que se jugarán gubernaturas, las cuales serían palomeadas por él y por el presidente Enrique Peña Nieto, nada más.
Una Secretaría de Estado no sería tan conveniente, pues le reduciría su margen de maniobra, le daría mucha chamba y le dificultaría mantener a raya no sólo a Quezada, sino también a perfiles como Graciela Ortiz y Lilia Merodio, dos mujeres con una gran capacidad y habilidad política que también le saben al tablero nacional y tienen derecho de picaporte en oficinas pesadas.
No van a desistir nomás por que les manda decir el gobernador que a ellas no las quiere… El duartismo comienza a sentir no lo duro, sino lo tupido, y apenas comienza.
Pero entre tanta grilla, el gobernador de Chihuahua podría estar descuidando dos aspectos: Uno, el más fundamental, es que en Chihuahua hace falta más trabajo para frenar la caída en el ingreso y la calidad de vida de los chihuahuenses.
La reconocida revista “Forbes” publicó un artículo donde destaca que “Chiapas tiene la mayor parte de su población en pobreza; el Estado de México concentra el 17% de personas con carencias en todo el país; en Chihuahua fue donde más creció la pobreza extrema y en Jalisco y Nuevo León fue donde se redujo más”.
Otro aspecto fundamental es que el gobernador jamás ha aclarado un ‘pequeño detallito’, el origen de su repentina fortuna con la cual se compró un banco. La denuncia sigue en la PGR y nomás no avanza y no avanza… de ella no se sabe nada. Tampoco de las decenas de millones de deuda que no se sabe dónde quedaron… y eso, en vez de perjudicarlo, parece completar su currículum para encabezar el PRI, pues cada vez parece más un priísta “para enmarcar».