El nombramiento de Manlio Fabio Beltrones sigue generando reacciones en todo el país y Chihuahua no es la excepción. Grupos afines o contrarios al sonorense retoman sus posiciones para la lucha interna que es natural en cualquier instituto político.
Como se lo dijimos ayer, el nombramiento de Beltrones ha sido uno de los mayores aciertos políticos del presidente Enrique Peña Nieto. El sonorense es un personaje con peso propio, con amplísima trayectoria en su partido y un costal de logros políticos al hombro. Por si fuera poco, está por dejar su papel como coordinador priísta en San Lázaro, con el mérito de haber fraguado el mayor (y quizá único) logro político del presidente: el ‘Pacto por México’.
Es un político maduro. Entiende bien cómo se compone y funciona el estado mexicano, su política, su entraña, y su astucia brilla igual con presidentes azules o tricolores, como lo demostró en los sexenios de Vicente Fox y Felipe Calderón, y lo refrendó con Peña, cuando operó los proyectos políticos más ambiciosos del presidente aún sin ser parte de su grupo político, pero ni falta hace, es un perfil en extremo disciplinado.
Pero Aurelio Nuño, aunque no fue el elegido, principalmente por su edad y trayectorias más cortas, tiene grandes méritos y posibilidades, pues fue crucial su negociación para el pacto, así como a Luis Videgaray. A pesar de ser el colaborador más cercano a Enrique Peña Nieto, no carga con escándalos (algo inaudito), lo cual le tiene un lugar deparado en el gabinete, un lugar más visible rumbo a 2018.
Lo lamentable es que un partido político que se dice demócrata le tenga tanto horror a la democracia hasta en su vida interna. Siguen aferrados a la operación vertical, al dedazo. No les gusta competir ni entre ellos, el monopolio y el autoritarismo es un traje que les queda más a la medida. Manlio Fabio tiene una titánica labor: afinar la maquinaria priísta y meterle turbo rumbo a 2018 con el objetivo de permanecer en Los Pinos, y si no, conservar los mayores cotos de poder posible para seguir gobernando como oposición.
Pero no todos los priístas están complacidos, los del grupo hegemónico en Chihuahua menos. Aunque el gobernador César Duarte felicitase a Manlio y asegurara que tiene la capacidad para manejar al PRI, lo cierto es que le ardió que quedara él. Duarte sabía desde el principio que no traía las tablas para ganar el hueso, su postulación fue una mala broma de principio a fin.
Una muestra de esta incomodidad fue la escasa presencia de gobernadores en el besamanos a Beltrones. Acudieron sólo tres mandatarios estatales, del gabinete de Peña no se apareció nadie y muchos consejeros nacionales del PRI se quedaron en casa, la mayoría de ellos.
De Chihuahua fue Mario Trevizo, considerado ‘el second’, así como el coordinador priísta en el Congreso, Rodrigo de la Rosa; la presidenta del PRI estatal, Karina Velázquez, y muy sonrientes se vieron las senadoras Lilia Merodio y Chela Ortiz.
Y hablando de Lilia Merodio, la senadora participó en la Cumbre Fronteriza México-EU, en compañía del alcalde Enrique Serrano, los empresarios Benito Fernández y Alejandra de la Vega, así como los secretarios de Economía de México y EU, Ildefonso Guajardo y Penny Pritzker.
El que aprovechó el boom mediático de Manlio Fabio Beltrones fue el panista Javier Corral, quien no perdió tiempo en cantarle un tiro al sonorense y relanzó su menaje de confrontación contra el PRI, ese que parece estarle rindiendo frutos.
Hasta hace unas semanas la postulación de Corral sonaba a una mera ocurrencia, y tanto Gustavo Madero como Ricardo Anaya quisieron venderla así. Hoy el panorama ha cambiado. Los delfines del PAN comienzan a ver a Corral como una amenaza, lejana, pero amenaza, pues aunque sus posibilidades de triunfo son mínimas, las hay.
Sin embargo, Corral no necesita ganar. Está haciendo el suficiente ruido para venderse como el candidato natural para la gubernatura de Chihuahua, y ya sea como presidente del partido o como precandidato, está capitalizando su estrategia de confrontar al PRI y a su propia dirigencia para capitalizar el descontento contra quienes participaron en el ‘Pacto por México’.