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Política

Marco Rubio, el ganador del primer debate republicano

El senador por Florida, Marco Rubio emergió como el verdadero ganador del primer gran debate presidencial de laselecciones de 2016 en Estados Unidos pese a que el «show», como era previsible, corrió a cargo del irreverente magnateDonald Trump.

Los principales medios y analistas del país dieron hoy como vencedor al joven aspirante de origen cubano por unanimidad: logró presentarse como la sangre nueva que necesita el partido para ilusionar a los votantes y vencer a la favorita demócrata, Hillary Clinton.

Rubio saltó a la palestra nacional como senador en 2010 y dos años más tarde se convirtió en una promesa con su discurso de presentación del candidato republicano de 2012, Mitt Romney, en la convención conservadora.

Sin embargo, Rubio llegó al debate como el séptimo en las encuestas, lejos de los grandes favoritos: Trump, el exgobernador de Florida, Jeb Bush y el gobernador de Wisconsin, Scott Walker.

Los dos últimos defraudaron en un debate en el que estaban llamados a presentarse como los «presidenciables» frente a la bufonería de Trump, quien se ha adueñado de la campaña con sus exabruptos en el último mes y medio.

No cometieron errores garrafales, pero ni Bush ni Walker lograron destacar entre el extravagante Trump, el combativo senador Rand Paul (Kentucky) , el beligerante gobernador Chris Christie (Nueva Jersey) , el acertado Rubio y el sólido gobernador John Kasich (Ohio) , que jugaba en casa.

El desconocido neurocirujano Ben Carson fue junto al senador por Texas Ted Cruz, de origen cubano al igual que Rubio, el gran desaparecido de una noche en la que, salvo un par de salidas de tono, también pasó sin pena ni gloria el exgobernador de Arkansas Mike Huckabee, que llegó al debate como cuarto en las encuestas.

«El talento natural tiende a brillar en los grandes momentos cuando las luces se encienden. El senador de Florida, que había caído en las encuestas después del repunte que siguió a su anuncio, estuvo espectacular» , sentenciaba hoy el influyente «The Washington Post» .

Rubio, sin grandes aspavientos, logró vender mejor que ningún otro candidato su «sueño americano» : ha logrado una fulgurante carrera política pese a ser hijo de un camarero y una limpiadora que dejaron Cuba antes de la Revolución por falta de recursos.

«Si yo soy nuestro nominado, ¿Cómo va a darme lecciones Hillary Clinton sobre lo que es vivir de cheque en cheque? Yo crecí viviendo de cheque en cheque» , esgrimió con habilidad.

«¿Cómo me va a dar lecciones sobre créditos universitarios? Yo debía más de cien mil dólares sólo hace cuatro años. Si yo soy nuestro nominado, seremos el partido del futuro» , defendió Rubio.

Él fue, con diferencia, el más elocuente y certero en sus ataques contra la gran rival a vencer en estas elecciones, Hillary Clinton, que no vio el debate porque estaba en su octava recaudación de fondos en Los Ángeles.

Obama tampoco se sentó frente al televisor este jueves, pero sí vio hoy los resúmenes y análisis, según explicó el portavoz de la Casa Blanca, John Earnest.

«Dios nos ha bendecido. Ha bendecido al Partido Republicano con varios candidatos muy buenos. Los demócratas no pueden si quiera encontrar uno» , dijo Rubio en el apartado que la conservadora Fox dedicó a la fe de los candidatos.

Más allá de sacudir la lista de favoritos, el debate sirvió también para evidenciar que los republicanos siguen escorados a la derecha de su espectro, lo que pone las cosas difíciles al más moderado, Jeb Bush, y les aleja de electorados clave para recuperar la Casa Blanca tras ocho años en manos demócratas.

«A excepción de la defensa de la reforma migratoria que hizo Bush, los candidatos ofrecieron poco que pueda hacer a su partido más aceptable para los segmentos del electorado donde han tenido problemas en las últimas presidenciales: las mujeres, los jóvenes y las minorías» , opinaba William A. Galston, experto político del centro de estudios Brooking Institution y antiguo asesor del expresidente Bill Clinton.

«El nominado del partido deberá hacer más para convencer a esos votantes de que los republicanos defienden algo más que los sentimientos de su envejecida, mayoritariamente blanca y masculina y altamente disgustada base», concluyó el analista.

Fuente El Universal

México

Avanza nueva Ley de Telecomunicaciones en el Senado: oposición advierte riesgo de censura y espionaje

El Senado de la República aprobó en lo general y lo particular la nueva Ley en Materia de Telecomunicaciones y Radiodifusión, impulsada por Morena y sus aliados, en una sesión extraordinaria que terminó con 77 votos a favor y 30 en contra, principalmente del PRI y del PAN, quienes alertaron sobre riesgos de censura, vigilancia masiva y concentración de poder por parte del Estado.

Durante el debate, se presentaron 20 reservas, de las cuales sólo se aceptaron cuatro: dos del morenista Javier Corral y dos del senador Ricardo Sheffield. Estas últimas incorporan facultades para que la Comisión Reguladora de Telecomunicaciones —nuevo órgano autónomo creado por esta ley— vigile los costos de los equipos de telefonía móvil y evite incrementos injustificados.

El dictamen fue turnado a la Cámara de Diputados para su análisis y posible aprobación. Entre los puntos más polémicos se encuentra la facultad de suspender transmisiones de radio y televisión bajo criterios aún considerados ambiguos por la oposición, y la posibilidad de crear un registro de líneas de telefonía móvil, que algunos senadores calificaron como una amenaza a la privacidad.

El coordinador del PAN, Ricardo Anaya, sostuvo que aunque Morena eliminó del dictamen el artículo 109 —que planteaba el bloqueo de plataformas digitales—, esto se debió a la presión ciudadana, no a una convicción democrática. «Pusieron a temblar al gobierno. Los dobló la presión ciudadana», dijo desde tribuna. Aun así, insistió en que persisten mecanismos de control estatal que buscan acallar voces críticas.

En ese mismo sentido, el dirigente nacional del PRI y senador, Alejandro Moreno Cárdenas, advirtió que esta reforma representa “una guía de bolsillo para fortalecer un régimen antidemocrático, dictatorial”, al permitir al Estado vigilar a los ciudadanos, controlar los medios de comunicación y restringir la libertad de expresión. «Ustedes están destruyendo la República», acusó.

En defensa del dictamen, el senador Manuel Huerta (Morena) respondió que la ley “no espía, no persigue, no censura”, sino que garantiza que las telecomunicaciones estén al servicio del pueblo y no de intereses económicos particulares. Por su parte, Jorge Carlos Ramírez Marín (PVEM) argumentó que el registro de líneas ya está contemplado en el artículo 190 de la ley vigente, y desestimó las acusaciones de que se trata de un «Big Brother».

Uno de los cambios relevantes del dictamen fue la eliminación de la censura previa de contenidos de medios internacionales a través de la Secretaría de Gobernación, medida que habría violado el capítulo 18.18 del T-MEC. Además, se sustituyó la polémica Agencia de Transformación Digital por una Comisión Reguladora de Telecomunicaciones, con independencia técnica y operativa, aunque con integrantes propuestos por la Presidencia y ratificados por el Senado, lo que motivó críticas por un posible conflicto constitucional.

La senadora Claudia Anaya (PRI) advirtió que estos nombramientos serían ilegales, ya que el artículo 76 de la Constitución no faculta al Senado para ratificar integrantes de órganos reguladores como el que se plantea.

En paralelo, se determinó que la autoridad en materia de competencia económica quedará sectorizada en la Secretaría de Economía, que en conjunto con tribunales especializados decidirá sobre casos de poder sustancial o preponderancia en el sector.

Mientras tanto, la Agencia de Transformación Digital, ahora con funciones reducidas, será responsable de la política estatal de cobertura social, acceso satelital y aprovechamiento del espectro, sin excluir su participación como proveedor comercial.

La discusión en la Cámara de Diputados será clave para definir el rumbo de esta polémica reforma que, pese a los ajustes realizados, sigue dividiendo a los actores políticos y a la opinión pública.

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