El cantante llena la habitación con su potente voz de barítono, dos trompetas resuenan y las guitarras acompañan con un ritmo constante, mientras los clientes, con un tequila en mano, aprueban con fuertes silbidos.
Es un miércoles típico en el templo del mariachi: el Salón Tenampa. Ante el caos del sonido, una sonriente pareja da vueltas en la pista de baile, mientras los músicos sudan sus uniformes de un tono oscuro de azul con toques dorados y plateados.
Ubicado en la Plaza Garibaldi de la Ciudad de México, el Salón Tenampa ha sido atractivo para visitantes nacionales y extranjeros durante 90 años. Este año, para celebrar su aniversario, el restaurante abrió un pequeño bar con vista a la plaza, un tradicional punto de reunión para conjuntos del mariachi, en donde los integrantes a veces juegan a las cartas o revisan sus teléfonos celulares mientras esperan la llegada de los posibles clientes.
También se pueden encontrar en el lugar a intérpretes de música norteña, con sus oscuros sombreros vaqueros, o a intérpretes de música jarocha, uniformados de blanco en su totalidad.
Al interior del Tenampa, tiras de papel en tonos pastel, con elaborados recortes, cuelgan del techo unos pequeñas banderas festivas. Los clientes alcoholizados cantan a la par del mariachi o ponen a prueba su valentía con una máquina que da descargas eléctricas, conocida popularmente como los toques.
Detrás de la barra de madera, se muestra una placa con el nombre del fundador del lugar, Juan Hernández, y su retrato observa a los cantineros, vestidos de delantales negros, y a los clientes que se sientan en los taburetes forrados de piel.
Hernández trajo a la Ciudad de México las tradiciones de mariachi y tequila de su estado natal, Jalisco, y han sido la principal atracción del lugar desd 1925.
Fuente El Universal