El trabajo de las multiplicadoras indígenas en los diferentes municipios de la Sierra Tarahumara desde el año 2006 se ha enfocado en replicar temas en cuestiones de género, además de llevar conocimientos en el rubro de violencia de género y salud sexual y reproductiva.
Caminando y luchando con diversos obstáculos Enedina, Carmen, Rosario y 12 compañeras más han transmitido a mujeres de su región herramientas para fortalecerlas y ayudar a que cada una de ellas supere situaciones de violencia e inicie un proceso de empoderamiento.
Enedina Rivas Ramírez ha estado desde el inicio de este proyecto, donde asegura que ha sido trabajo muy satisfactorio: “Para mí como persona me ha ayudado mucho porque yo desde que empecé iba con mucha vergüenza, sin poder decir mis problemas, pero ahora me ha servido todo esto para ayudar a otras mujeres”.
“En las comunidades donde yo trabajo me he dado cuenta de que ha servido mucho, porque las mujeres que yo veía tímidas y silenciosas ahora cuando me las topo me saludan y preguntan por temas”, asegura.
Además de esto, en los talleres que imparte se da cuenta de que es buena la participación de las mujeres, así como el hecho de poder observar también la asistencia de hombres.
Ella ha impartido capacitaciones en comunidades de los municipios de Uruachi, Bocoyna y Guachochi.
Enedina habla con mujeres y hombres rarámuris desde temas como derechos humanos de las mujeres, género, roles de género, salud sexual y reproductiva. Según dice, éste último le ha dado muy buenos resultados, porque las asistentes hacen muchas preguntas, las mujeres se cuidan más, tienen menos hijos y son ahora ellas las que deciden.
En un tono ya más personal, de los beneficios que se manifestaron a partir del inicio de este trabajo, Enedina cuenta que su esposo, dos hijos y su hija le ayudan con las tareas del hogar, lo cual antes no pasaba.
“Yo antes era la que hacía comida, planchaba, lavaba, hacía tortillas, todo, pero ahora entre todos los integrantes, trabajan las diferentes áreas de la casa por igual e incluso cuando doy los talleres en las comunidades sobre prevención de la violencia o tipos de violencia, mis hijos me ayudan con la planeación”, narra.
Luego de la intervención de las multiplicadoras indígenas en el abordaje de temas sobre la violencia contra las mujeres, Carmen Palma Cobo indica que ha observado cambios, pues en estos 9 años de trabajo se ha visibilizado el maltrato hacia la mujer.
El trabajo ha sido difícil, asegura en su experiencia personal, principalmente por la distancia entre cada una de las comunidades que han atendido.
Desde un día antes de las intervenciones con mujeres inicia todo el proceso, pues previo a las pláticas informativas tienen que hacer una convocatoria, “son horas de camino, tenemos que dejar la familia mucho tiempo, varias dificultades”, explica.
Carmen ha atendido comunidades de los municipios de Urique, Carichí y Bocoyna.
Ella es madre de un niño de 5 años, una adolescente de 17 años y un adolescente de 13 años, cada uno de ellos se encuentra estudiando. Junto con su esposo, los hijos la apoyan con las capacitaciones: “Nos repartimos las actividades, repartir burritos, refrescos, unos toman fotografías para las evidencias, toman lista o hacen evaluaciones”.
“Mi familia ha entendido mi trabajo, a mí me ha servido mucho por las experiencias que nos han compartido, el aprecio de la gente, que todo mundo lo acepta. Hay mucha necesidad de información, tienen hambre de salir de la violencia, así lo veo yo”.
Rosario Armendáriz Torres es una mujer que también comenzó a trabajar a favor de las mujeres a partir de una invitación a los talleres de capacitación que le hizo una de sus amigas, a partir del cual todo cambió, según dice.
“Aún hay muchas mujeres que se quedan calladas, aguantan el maltrato; ya no es tiempo de quedarse callada”, es lo que ella reafirma en cada una de sus capacitaciones.
Ke Tasi Na Koaga Perelbo “Vivir Sin Violencia” es el nombre que lleva la Asociación Civil que conformaron las multiplicadoras indígenas, provenientes de los municipios de Bocoyna, Uruachi y Guachochi.