Sebastián Marroquín, hijo de Pablo Escobar, el capo más importante en la historia de Colombia, consideró que el combate al crimen organizado ha sido una estrategia errónea de los gobiernos en diversas naciones, por lo que llamó a «hacer la paz contra los cárteles del narcotráfico» y privilegiar una estrategia enfocada en la educación, la cultura, el arte y el amor.
La humanidad está obligada a revisar las políticas que declaran la guerra a las drogas. Creo que hay que buscar políticas que le declaren la paz al problema, porque esto no se va a solucionar a punta de pistolas y ametralladoras. En un mercado tan grande de consumidores en el mundo, de más de 240 millones de consumidores, no se soluciona con ametralladoras, evidentemente que no, creo que hay herramientas mucho más eficaces, más baratas como la es la educación, el arte, la cultura, el amor, que cuestan mucho menos y que son mucho más eficaces a la hora de proponer soluciones de fondo”, dijo.
Consideró que más allá de adjetivar los contextos de inseguridad, violencia y narcotráfico que se viven en Colombia y México, se trata de un problema cultural sometido por los intereses y los recursos económicos procedentes de provocar guerras.
En el tema de hablar de colombianización, mexicanización, a mi esos son términos que no me gusta utilizar porque no son ni propios de Colombia, ni propios de México, creo que son propios de una cultura que nos mantiene sometidos al arte de la guerra, que por la cual hay que seguir enfrentando este problema con los resultados que están a la vista”.
Sebastián Marroquín comentó que el problema de fondo no es que un capo sea sustituido por otro, como se ha considerado en nuestro país al vislumbrar a Joaquín Guzmán Loera, ‘El Chapo’, como el heredero de Pablo Escobar, sino de quienes propician el narcomenudeo.
No importa el capo de turno, van a seguir habiendo capos de turno, mañana terminarán con el uno, con el otro, pero la realidad es que no va a cambiar nada de fondo, entonces hay un contexto legal internacional que está propiciando y patrocinando la reaparición permanente de este tipo de personas”.
Concluyó que las series televisivas que han tomado historias de narcotraficantes son una apología de este modo de vida, presentado en su versión “rosa”, como un ejemplo a seguir.
Fuente Excélsior