La navidad está a la vuelta de la esquina y todos comienzan a decorar pero ¿Qué tan seguros son tus adornos de navidad? Aunque no lo creas, existen productos navideños tóxicos que ponen en peligro tu salud y la de tu familia.
De acuerdo con un estudio realizado por organización de salud ambiental y publicada en Healthy Stuff, muchos de los productos navideños que se venden en supermercados o tiendas minoristas son tóxicos. ¡Conócelos!
Guirnaldas. Tiene contenido de cromo y cloro, por lo que puede causar asma y problemas de reproducción.
Coronas artificiales. Cuenta con sustancias como cloro, bromo y cromo, que aumentan el riesgo de padecer cáncer, problemas digestivos y daños en las vías respiratorias.
Figuras navideñas. La pintura llamativa puede tener niveles de cloro, bromo y plomo, por lo que causa problemas en el desarrollo y toxicidad hepática.
Flores de nochebuena de tela. Tiene bromo y cromo en sus componentes, por lo que aumentan el riesgo de padecer cáncer.
Luces de colores. En sus compuestos se incluyen cloro, bromo y cromo, los cuales causan cáncer o defectos de nacimiento.
Moños de colores. Incluye cloro, bromo y cromo, causantes de asma, defectos de nacimiento.
Spray de nieve. Se registran niveles de cromo, cloro, arsénico y bromo. Pueden ocasionar náuseas, dolor de cabeza y mareos si se inhala.
Cadenas de plástico. Se encuentran sustancias como cloro, cromo, arsénico, bromo y cadmio que aumentan el riesgo de padecer cáncer, problemas de aprendizaje o de reproducción.
Velas. Las que tienen aroma contienen benceno o ftalatos que favorecen el desarrollo de cáncer y problemas hormonales.
Figuras para la ventana. Los adheribles a la ventana tienen cloro y bromo, que puede causar cáncer.
Los investigadores aseguran que las decoraciones no están reguladas, por lo que es normal encontrar sustancias tóxicas entre sus componentes.
Una forma de estar seguro que estás comprando algo libre de tóxicos es revisar las etiquetas de los productos, así como lavarte las manos después de tocarlos y evitar que tus hijos se lo lleven a la boca.
El País