Curioso el razonamiento que ha invadido al ex alcalde Jaime Beltrán del Río, el panista que saltó de la barca tras décadas de militancia en las que aportó poco o nada, apenas le negaron el capricho de ser candidato a pesar de no traer ningún peso o mérito para encabezar al albiazul en el estado.
Durante su paso por el Congreso, siempre pareció ser un diputado más del PRI, aprobando todo cuanto le pedían, y como alcalde mantuvo más cercanía con el ejecutivo estatal que con la dirigencia de su partido. Nadie le pedía que le negara el saludo al gobernador César Duarte, pero tampoco que le besara la mano.
Ahora, suena ridícula su postura de irse del PAN indignado por los métodos antidemocráticos del dedazo, para irse al PRD, donde lo nominaron… por dedazo, al igual que a la dirigente, Crystal Tovar Aragón, sobrina de la dueña del Partido, la tía Hortensia Aragón.
También llama la atención que diga que su salida es por la urgencia de “una oxigenación de la política”, y para lograrlo se va a uno de los partidos más vacíos, cooptados y rancios que haya podido encontrar. Curiosa su idea de oxigenación.
Pero no le bastó. Detrás de sí dejó a un joven troll del panismo, un tipo identificado como Luis Medina Álvarez, quien solamente es conocido por visitar tanto perfil panista se encuentra para criticar al partido por cualquier cosa, a la vez que jura ser fiel a su militancia, y para reprochar que no hayan elegido a Jaime Beltrán del Río, haciendo eco de los lamentos del exalcalde cada que puede, al grado de que ya se le ha invitado en numerosas ocasiones a considerar si es pertinente militar en un partido que a diario le causa tantos corajes y angustias.
Ahora viene el reto para Beltrán: demostrar que se lo perdieron, que él era el bueno y que no subestimaron. Esto sólo lo lograría, no ganando, desde luego, pero al menos alcanzando una votación más allá de sus familiares y sus compas… si acaso. Ahora experimentará el rigor de encabezar una candidatura de cartón, donde hará la mera labor de acarreavotos para que el ‘sol azteca’ no pierda su registro y las dirigentes puedan seguir comiendo de las prerrogativas.
Por cierto, las Aragón bien que consideraron ir en alianza con el PAN, pues hasta Corral les anduvo haciendo ojitos, pero como buena dama de compañía en la que se ha convertido ese partido, puso su precio y fue altísimo. Aseguran que pidieron ‘nada más´ tres espacios: Dos diputaciones plurinominales seguritas y la sindicatura, lo mismo que les dio el PRI a cambio de su votación del 3% del padrón. No se armó.
El que ya se desmarcó del PRD fue el ex priísta Marcelo González Tachiquín, quien sigue haciendo fintas y aumentando el misterio respecto a qué realmente le tira. Ya dijo que por el PRI no va, que por el PRD tampoco, y en su discurso hace evidentes guiños a los Broncos y no a los de Denver, sino a las causas independientes de Chihuahua, aunque no se sabe si de verdad se lance por esta vía o se aguante para armar otro proyecto.
De lo que no cabe duda es de que su corazón es tricolor y de que dejó fuertes lazos con ese partido. Pocas veces se peleó con la raza y fue gente cercana al gobernador, por lo que muchos aseguran que sólo es una salida en falso por si al proyecto de Duarte le hace falta un perfil externo que no sea externo.
La habilidad política de Duarte no puede ponerse en entredicho. Como buen ajedrecista llena el tablero con sus piezas, le come a los contrarios y hasta les roba a sus caballos para usarlos en su juego. Si el ajedrez se jugara con 10 colores, Duarte tendría piezas a su favor en al menos nueve, y nadie se traga de que Tachiquín, ambicioso como es, se haya salido del juego habiendo alcanzado medianos vuelos por un repentino escozor moral.
Los otros que se quedaron en el camino, pero de la alcaldía, son Maurilio Ochoa, Pedro Domínguez y Fermín Ordóñez, quienes según versiones irían de candidatos a por los distritos 18, 16 y 15 respectivamente, de los cuales los dos primeros están asegurados y el tercero casi perdido, salvo que repitan la dosis que aplicó Ochoa cuando le ganó por tierra y con todo en contra a Juan Blanco.
Según se dejó escuchar, Maurilio apechugó e hizo gala de su hasta ahora rígida disciplina, Pedro Domínguez ha rezongado y se ha ausentado, pero ejerciendo su derecho a pataleo y sin salirse del huacal, mientras que a Fermín parece que sólo le dan chance para que no diga que no lo tomaron en cuenta, aunque su misión es muy difícil.
En el Distrito 15 deberá enfrentarse a Jorge Soto, quien trae la cargada del ‘gaudinismo’, de las mujeres panistas y de otros grupos, o de Roberto Lara, quien encabeza a un frágil Dhiac que ya no sabe si apostarle a los panistas o irse de lleno con los independientes, pero de que un panista lo gana, lo gana, la elección es prácticamente entre estos dos personajes azules.
Volviendo al tema de la gubernatura, la ruleta parece irse deteniendo en la casilla de Javier Corral, quien tiene escasísimas oportunidades de ganar ante proyectos que cada vez agarran más forma y avanzan a paso firme como el de ‘Chacho’ Barraza y Enrique Serrano, independiente y priísta, respectivamente.
Javier le apuesta a una victoria de escritorio, al apoyo de sus compas en el Altiplano y en los medios nacionales (que los tiene), así como al apoyo cada vez más indeciso de la izquierda, que no se siente cómoda de ir bajo una bandera azul por más que esté hilvanada de rojo.
Chacho ha desplegado una campaña de espectaculares, y aunque no le han inyectado tanta lana como se preveía, billetes hasta ahorita no le han faltado, y la rojiza sonrisa de Nezahualcóyotl puede ganarle a la sonrisa de cualquier candidato.
Serrano, por su parte, ha dedicado este tiempo al tejido interno, a la operación cicatriz y a tener toda la maquinaria lista para arrancar con el acelerador a fondo y no soltárselo. Chacho también está listo, y nada más el PAN sigue pasmado mordiendo a los de la misma jauría, por lo que su candidato, quien sea, arrancará a media carrera si bien le va, y el resultado es visible desde ya: la elección se jugará entre Barraza, la única oposición viable al duartismo, y Serrano, quien daría un cambio a la vida política de 360 grados, es decir, mera continuidad y Duarte para rato.