A pesar de que la sociedad chihuahuense está más o menos curada de espantos en cuanto a hechos de violencia ciega y extrema, este fin de semana volvió a estremecerse con la masacre de una familia en pleno centro de la ciudad, cuyo único crimen fue circular por el centro de la ciudad, en una zona que se considera de las más seguras y vigiladas del estado, a un par de cuadras de las oficinas de la Fiscalía y de la Comandancia Centro de la Policía. Los integrantes eran apreciables enfermeros y paramédicos y una reconocida profesora, por lo cual las redes sociales se llenaron de mensajes de pésame entre sus conocidos.
Tres de los ocupantes del automóvil perdieron la vida a manos de un par de asesinos que derrocharon tiros en sus indefensos cuerpos, mientras que dos más permanecen graves. No vamos a caer en este espacio en la actitud carroñera de politizar el dolor de una familia, pero sí, como ciudadanos y chihuahuenses, a exigir que se aclare este vil crimen. El hecho tiene, desde luego, implicaciones políticas y de imagen pública, pero no las abordaremos por respeto. Sólo exigimos justicia y protección para los sobrevivientes. Es lo más importante.
Pasando a temas más chirinolescos, el fin de semana fue más o menos movido en cuestión de campañas políticas. El acto de mayor relumbrón fue el encabezado por Javier Corral, quien se ha echado a su partido sobre los hombros, una carga pesadísima, pues es un partido dividido y entrampado en disputas internas, corrupción, conveniencias e inmadurez política, donde cada quien busca jalar para su molino y si no le sale hace berrinche, pero no berriche en serio, de esos que construyen, sino pura grilla de la peor.
Así, mientras Corral ha logrado con un enorme mérito político congregar para su causa a sectores de lo más variopintos, como demostró ayer durante el nacimiento de la “Alianza Ciudadana por Chihuahua”, un intento por llenar el vacío que su propio partido le ha dejado, pues ayer en su evento lo que pesó fue la nutrida presencia de izquierdistas de todos los sectores.
Ahí estuvo la cúpula panista, encabezada por el dirigente nacional Ricardo Anaya y los ex dirigentes Gustavo Madero y Santiago Creel, pero más aún comprometidos y apasionados se vieron los perredistas Guadalupe Acosta Naranjo, Fernando Belaunzarán y Armando Ríos Píter, ex panistas como Manuel Espino y Manuel Clouthier, petistas como Gerardo Fernández Noroña, morenistas como Porfirio Muñoz Ledo, así como periodistas e intelectuales entre los que se cuentan Ricardo Raphael, Elena Poniatowska, María Rojo, Sanjuana Martínez, Clara Jusidman, Marco Rascón, Xavier Nava.
De los liderazgos locales estuvieron el ex gobernador Francisco Barrio, el ex dirigente de Morena, Víctor Quintana Silveyra, el ex rector de la UACJ Rubén Lau Rojo, dirigentes del Barzón como Gabino Gómez, y otros reconocidos personajes, líderes de empleados de las maquiladoras y hasta indígenas y familiares de desaparecidos. Un ejemplo de pluralidad y liderazgo.
Así, Corral da muestra de su habilidad política curtida con los años. Hizo bien en no dejar en el maltrecho PAN la fuerza de su campaña, prefirió repartirla entre actores de todos los colores quienes a pesar de sus distancias en intereses e ideologías, han mostrado, desde la diversidad, más unión que el panismo, y para muestra está el hecho de que los únicos que intentaron aguarle la fiesta fueron los mismos panistas, encabezados por Pina Gaytán, quienes fueron a llorarle a Anaya la imposición de Mario Vázquez Robles en la primera lista de los plurinominales. Él les dijo que lo hecho, hecho está ¿en verdad esperaban que les dijera? “A poco, déjenme decapito a la dirigencia a media campaña para darles gusto”. Si bien es cierto que MVR es visto como una garrapata para el panismo, también es cierto que no es el mejor momento para seguir con las purgas.
Cómo habrá sido la convocatoria de Corral que hasta un grupo de miembros del colectivo LGBTTT se trepó al templete y se paró junto al candidato con una manta que exigía el derecho de todos los ciudadanos, sin importar su preferencia sexual, a ser tratados como iguales en temas como la adopción. Les salió el chistecito y la foto quedó muy padre, y más aún la apertura de Corral, quien pese a sus convicciones personales sabe que un mandatario gobierna para todos, no sólo para quienes comparten su ideología y dogmas.
Algunos malpensados incluso sospechan que ese colectivo fue enviado por el PRI para dividir a la mochez panista en torno a este asunto. De inmediato priístas como Fermín Ordoñez salieron a divulgar la foto y criticar que Corral supuestamente apoye a estos colectivos, pero le salió el tiro por la culata, pues los ciudadanos se le fueron en contra por homofóbico y sin querer queriendo azuzó a los colectivos LGBTTT (cada vez con más peso) a sumarse a la campaña corralista.
Aquí el mérito, reconozcámoslo, no es de Javier Corral, sino de su archiadversario César Duarte. ¿Qué tantos ofendidos e inconformes ha dejado a su paso, que sectores irreconciliables están dejando de lado su indiferencias para evitar la continuidad del duartismo? Si Serrano tiene la elección comprada y en la bolsa como afirman los priístas ¿por qué hasta los gays buscan un espacio en el proyecto corralista?
Pero Corral no es el único que enfrenta al fuego amigo. Enrique Serrano, el candidato del PRI-PVEM-Panal-PT, también debe acarrear con las diferencias entre los miembros de su equipo, pero principalmente con los de ‘Teto’ Murguía, pues parece que el ‘gallo’ de Juárez ya cacaraqueó demasiado, y parece que no tiene ni la simpatía ni el control político que sospechaban, pues después de dos (desastrosas) administraciones, la gente empieza a sentir que soportar esa calamidad llamada ‘Teto’ es demasiado.
Serrano anduvo haciendo cobertura territorial, y así ya recorrió en los pocos días de campaña los cuatro puntos cardinales y el centro del estado, en reuniones con los sectores productivos de la entidad, y ayer en Guachochi recibió el bastón de mando de manos de un grupo de rarámuris. También tuvo que cargar su cruz, los reclamos contra la gestión del gobernador Duarte, por lo cual se comprometió a mejorar las carreteras, los sueldos del personal de salud y las colegiaturas de universidades públicas. Él a todos les dice que sí, prometer no empobrece.
En el caso de José Luis ‘Chacho’ Barraza, brilló pero por su ausencia, pues aunque recorrió varias colonias y acarreó a numerosos seguidores que lo seguían con banderas y pitos, al final le zacateó al viento y canceló su recorrido por los tiraderos de San Jorge para no empolvarse. Así fue el fin de semana.