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Opinión

Nada para nadie en Chihuahua; el poder de la gente decidirá. Por Caleb Ordóñez T.

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Caleb Ordóñez T.

Caleb Ordóñez T.

Por Caleb Ordóñez Talavera.

Se acercan las últimas y cruciales semanas de las candidaturas al gobierno del Estado, alcaldías y diputaciones en un entorno dibujado por la mayoría de los medios de comunicación donde pareciera que las cosas imposiblemente pudieran cambiar de manera radical y sus favoritos serán los ganadores.

¿CÓMO CREER?

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Las encuestadoras contratadas por los partidos ya han dado a conocer sus números, que sin duda son tan falsos que ya nadie les puede creer luego de los tantos errores en los que han caído «las grandes empresas» que dicen encuestar a miles pero al final, el día de las elecciones, tienen que agachar la cabeza con profunda pena.
Muy famoso el tema del «Bronco» Jaime Rodríguez quien a pesar de ser relegado hasta el tercer lugar de la mayoría de las encuestas, llegó a ganar por más del 50% de los sufragios en Nuevo León y llegó a ser Gobernador de manera independiente.

CERO A CERO

1430_chacho-barraza-javier-corral-y-serrano_620x350Sin embargo en el ambiente se siente un verdadero empate, que tanto Enrique Serrano, Javier Corral y el independiente Chacho Barraza tienen las mismas posibilidades del triunfo y da un viento se esperanza en la dolida democracia chihuahuense.

Sin duda, el voto de castigo por el cuestionado actuar de César Duarte es decisivo para el día 5 de Junio, es imposible borrar «de la nada» mas de cinco años de controversias, acusaciones y endeudamiento a un mandatario enfrentado y que hoy se dice profundamente agotado. El primer golpe duro a Duarte podría ser en las urnas, el segundo, la resolución de la misma PGR cuando de a conocer el expediente en su contra, que aseguran estar bastante detallado y robusto.

CHIHUAHUA EL ETERNO EJEMPLO

Chihuahua se presenta ante el país como una muestra de anhelos de cambios y nuevos caminos, esto no es tan descabellado pues la alternancia siempre ha sido una especialidad de la casa.

urna-votos-377x250Y aunque pareciera que de alguna manera, algunos quisieran que todo en el Estado más grande de la República siga siendo igual, que el camino tomado desde hace seis años (aunque profundamente cuestionado) tenga que persistir, que ninguna hoja de algún árbol se mueva sin que sea autorizado primero para los «dueños de la política», parece imposible creer que la gran mayoría de chihuahuenses quiera quedarse con los brazos cruzados, se levantan voces en contra del continuismo para los siguientes cinco años y el despertar es una realidad; miremos a Ciudad Juarez (de donde dos candidatos a la Gubernatura son residentes), allá en la frontera es el independiente Armando Cabada quien despierta las esperanzas y crece ante un debilitado «Teto» Murguía, en Parral (la tierra del famosísimo César Duarte) otro independiente levanta la cabeza y se posiciona cada día como favorito, me refiero al «caballo» Lozoya. Algo está pasando, la gente se mueve hacia una independencia, se rebela al sistema y sus reglas, pues incluso la misma Lucía Chavira se presenta más como una independiente que como partidaria de alguna institución política, su discurso es crítico y hasta incendiario contra el gobierno Duartista y sus políticas.

OJOS ABIERTOS SON VOTOS DE CONCIENCIA

Chihuahua puede hacer historia y seguramente no fallará en ello, todas las apuestas están en que el ciudadano muestre su fuerza, pues la apuesta de los que no quieren perder la silla es que no salga a votar más del 40% del padrón y con esto asegurar que el aún existente voto duro les de el triunfo.

senalar_el_dedo_postal-rb1f63f9f6f2948fbb8b53cdc1284de17_vgbaq_8byvr_324Pero yo le escribo a la gente de Chihuahua, que no es cualquier tipo de gente. La gente valiente de mi Estado sabe el poder que tiene con sus decisiones, entiende que cuando es tiempo de levantarse no puede pasar más el tiempo. Creo firmemente que hay esperanza y hambre de que las cosas cambien, sé que estás leyendo esto pensando:

    Soy yo el que decido.

Y si, tú eres la pieza necesaria para hacer un mover histórico para nuestra amada tierra. Involúcrate, infórmate, cuestiona, critica, convoca a otros a participar y votemos sin miedo, sin algún otro pensamiento que no sea el ver nuestra tierra libre.

Yo sé que me entiendes.

Facebook: facebook.com/CalebOrdonezT

Twitter: @CalebMX

*Texto publicado en El Heraldo de Chihuahua.

Opinión

La corona que derribó al fiscal. Por Caleb Ordóñez T.

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Alejandro Gertz Manero no se fue por un solo escándalo. Su salida de la Fiscalía General es el cierre natural —y casi inevitable— de una historia acumulada durante décadas: un expediente no judicial, sino político, construido a fuerza de polémicas, enojos y decisiones que siempre parecían estar un milímetro antes (o después) del momento correcto. Una vida pública larga, tensa y llena de episodios que México nunca logró procesar del todo y que terminaron de golpe cuando la luz inesperada lo alumbró demasiado.

Para entender su renuncia, hay que regresar al principio. A 2001. A Puente Grande. A Joaquín “El Chapo” Guzmán desapareciendo como si el penal fuera un teatro mal montado. A un gabinete recién estrenado y a un secretario de Seguridad Pública —Gertz— que quedó tocado desde ese instante, aun cuando defendió hasta el cansancio que los penales no estaban bajo su control directo. Tenía razón en la letra, pero la política no se escribe con artículos constitucionales; se escribe con percepciones. Y la percepción quedó marcada: primera fuga, primer señalamiento.

Luego vendría “el caso familiar”, quizá el capítulo más corrosivo de su trayectoria. La denuncia por homicidio en contra de su excuñada Laura Morán y de su sobrina política, Alejandra Cuevas, terminó por convertirse en un espejo que devolvía una imagen poco favorecedora del fiscal. La figura jurídica de “garante accesoria”, que nadie encontraba en ningún código, la prisión de Cuevas, la reapertura del expediente cuando él ya era fiscal, y después los audios filtrados donde se quejaba del proyecto de sentencia de la Suprema Cort Ese episodio enterró la narrativa de imparcialidad y lo colocó en el centro del debate sobre el uso personal de la justicia. No su mejor capítulo.

Y sin embargo, tampoco ahí cayó.

Su paso por la FGR tuvo escenas memorables —algunas para bien, otras para museo del absurdo. Anunció con firmeza una cruzada contra la impunidad heredada: Odebrecht, Estafa Maestra, Pemex, la élite política del sexenio pasado. Era un fiscal que llegaba con autoridad intelectual: décadas de docencia, formación sólida en derecho penal, experiencia en seguridad y una convicción genuina de que el Ministerio Público tenía que recuperar su dignidad institucional. Ese punto —el positivo— hay que concedérselo: Gertz siempre habló de la Fiscalía como una institución que debía fortalecerse y, al menos en discurso, entendía la necesidad de autonomía y rigor técnico.

Pero entre lo que se quiere y lo que se logra suele haber un océano.

El caso Lozoya terminó convertido en una tragicomedia: el testigo estrella que prometía derribar a medio gabinete peñista terminó fotografiado en un restaurante, con un guion de colaboración que se desmoronó y un expediente repleto de promesas incumplidas. El famoso cheque de 2,000 millones de pesos, presentado en Palacio Nacional como “reparación del daño”, resultó más simbólico que real. Y mientras tanto, Rosario Robles vivió en prisión preventiva prolongada, exhibiendo el rostro más duro de la Fiscalía, mientras Lozoya parecía disfrutarse el fuero moral de la cooperación.

Su sello más polémico fue la justicia diferenciada. La exoneración exprés del general Salvador Cienfuegos tensó la relación con Estados Unidos; el intento de procesar a 31 científicos del Conacyt por delincuencia organizada levantó incluso carcajadas en los tribunales; los expedientes contra gobernadores y candidatos en temporada electoral alimentaron la narrativa de que la FGR olía más a estrategia que a proceso penal.

Y después llegó la guerra interna. El pleito con Julio Scherer, la batalla por el control de ciertos expedientes, las acusaciones cruzadas de extorsiones, venganzas y “operaciones sucias” mostraron una Fiscalía atrapada en el mismo laberinto político que juró superar.

Con todo, había una cualidad que incluso sus críticos reconocen: Gertz era persistente. Y conocía el aparato penal como pocos. Tenía método, obsesión por el detalle y una idea fija de orden institucional. No siempre funcionó, no siempre fue justa ni eficiente, pero era innegable que se trataba de un hombre que llevaba décadas pensando —de verdad pensando— en el sistema penal mexicano.

¿Entonces por qué renunció?

Porque la política no solo se derrumba por grandes actos de corrupción o colapsos institucionales. A veces cae por la presión inesperada del lugar menos imaginado. En este caso, una corona.

Todo estalló cuando México celebraba con júbilo el triunfo de Fátima Bosch como Miss Universo. Una mexicana ganando el certamen después de tantos años era un regalo para la narrativa nacional: orgullo, identidad, representación, el país hablando de algo luminoso por primera vez en semanas. Pero justo ahí, en plena celebración, comenzaron a circular los expedientes —sellados y empolvados en la FGR— relacionados con Raúl Rocha, presidente de la franquicia Miss Universo y vinculado en investigaciones mediáticas con presuntos contratos irregulares con Pemex.

La pregunta no era si existía una investigación. La pregunta era: ¿por qué se filtró justo ahora?

La respuesta implícita fue unánime: porque la FGR había perdido control interno. Porque intereses cruzados querían lastimar a la 4T. Porque la filtración no solo embarraba a un empresario, sino también a Bosch, la nueva joya mediática del país. Porque el triunfo, tan necesario en una nación saturada de malas noticias, se convirtió en combustible político en cuestión de horas. Porque México estaba celebrando una coronación, y alguien sacó un expediente que olía a guerra interna.

Eso, en Palacio Nacional, fue dinamita.

No se podía permitir que una victoria global, limpia y emocional, se convirtiera en pleito burocrático. Mucho menos cuando la Presidencia buscaba proyectar una nueva etapa institucional y evitar conflictos con la industria cultural y de entretenimiento que ya estaba devolviendo atención internacional al país. Gertz había sobrevivido a todo: a expedientes fallidos, a presiones, a audios filtrados, a críticas internacionales. Pero tocar un símbolo recién coronado fue otra cosa. Transformó un problema jurídico en un problema político. Y en México, los problemas políticos se resuelven de una sola forma: pidiendo renuncias.

El 27 de noviembre de 2025, presentó la suya.

Salió con un extraño nombramiento diplomático y un comunicado sin dramatismos, pero cargado de silencios. Fue la despedida de un fiscal que quiso ser reformador, que terminó siendo símbolo de poder concentrado y que cayó no por un caso penal, sino por una coronación que puso demasiados reflectores sobre sus polémicas.

Y así, la corona de Fátima Bosch terminó abollando algo más que el ego de los críticos: terminó abollando, también, el trono del fiscal más poderoso del México reciente.

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