Por: Alejandro Salmón Aguilera
“Él empezó…”. Así suele justificarse un niño cuando se le llama la atención por agredir a otro, sobre todo cuando el agredido es menor que él.
Así se están comportando los partidos políticos y los candidatos que están en la disputa por los cargos de elección popular con los que se renovarán ayuntamientos, Congreso y Poder Ejecutivo del estado.
El sábado pasado, Javier Corral Jurado exhibió el expediente de la detención en El Paso, Texas, de Manuel Ignacio Duarte Jáquez, hermano del gobernador César Duarte Jáquez. Según los documentos que él mismo hizo circular, y que provienen de la oficina del Sheriff de El Paso, el hermano del gobernador tenía en su poder 50 libras de marihuana al momento de ser detenido.
Todo esto pasó en febrero del año 2006, cuando el ahora gobernador era un probable candidato a diputado federal por el IX Distrito con cabecera en Hidalgo del Parral. Poco que ver, entonces, con su gestión de gobernador, que inició cuatro años y meses después de la detención de su hermano.
Corral podrá decir que él no inició el intercambio de acusaciones relacionados con las familias de ambos y tendrá razón: fue el gobernador en persona quien relacionó al ahora candidato del PAN con el crimen organizado, basado en el hecho de que dos de sus hermanos habían estado presos en los Estados Unidos.
La ecuación es igual de deplorable: “eres hermano de un delincuente, entonces tú eres delincuente”.
“Él empezó”, podrá decir Corral. Lo cierto es que la propaganda negra no inició con el caso de sus dos hermanos ni continuó con el de Manuel Ignacio Duarte. Esto tiene una raíz mucho más profunda, que pasó por aquella campaña deplorable del año 2006, cuando el PAN y todo el sector económico—incluida una buena parte del PRI—se apoyaba emprendieron aquella campaña de miedo contra Andrés Manuel López Obrador. Lo de menos era la advertencia de que éste era “un peligro para México”; lo peor era el odio de clase y hasta racial que se desató a la par de esa campaña.
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