Michelle Gregg, es el nombre de la madre del pequeño de 4 años que el pasado 28 de mayo cayó accidentalmente al recinto del gorila Harambe, en el Zoológico de Cincinnati, Estados Unidos.
Gregg, de 32 años de edad, usó su cuenta en Facebook para defenderse de la avalancha de críticas en su contra, luego de que personal del zoológico dispararan contra al animal para matarlo y salvar al menor.
Como sociedad somos rápidos para juzgar a un padre que pudo perder de vista a su hijo y si alguno me conoce sabe que mantengo mis ojos sobre ellos […] Los accidentes ocurren y estoy agradecida de que la gente correcta estuviera en el lugar correcto hoy. Gracias a todos lo que ayudaron a mi hijo hoy y, lo más importante, a Dios por haber sido el Dios tan maravilloso que es».
Dios protegió a mi hijo hasta que las autoridades pudieron llegar hasta él», agregó. «Lo que comenzó como un día maravilloso se transformó en uno de terror», finalizó.
A través del portal Change.org se inició una campaña en la que los ciudadanos piden que los padres del menor sean responsables de la muerte del animal. Más de 200.000 personas han firmado a favor de esa petición.
“HAY QUE DISPARARLE”… UNA DIFÍCIL DECISIÓN
Harambe, un gorila de 17 años de la llanura occidental y cuya especie está en peligro de extinción, fue abatido por las autoridades del zoológico. Ellos descartaron usar dardos tranquilizantes contra el animal porque su efecto demoraría y se pondría en peligro la vida del menor.
El niño recibió golpes en la cabeza cuando era arrastrado por el gorila a través de la fosa, siendo éste uno de los factores que llevó a la decisión de disparar a Harambe, quien murió unos 10 minutos después de que se encontró con el pequeño.
Excelsior