Las campañas se terminan con prácticamente un empate técnico entre los candidatos Javier Corral y Enrique Serrano, a quienes los sigue el independiente José Luis Barraza, quien logró posicionarse como el candidato independiente con mejores resultados en el país, pues fue el único que logró un porcentaje de intención de voto por encima de los dos dígitos y tuvo un discurso y un perfil que convencieron a muchos chihuahuenses.
Aunque como ya hemos dicho nada está escrito y podría haber sorpresas, pues ha habido muchas en estas elecciones que bien podrían ser consideradas las más complejas y reñidas de las últimas décadas, lo cierto es que Chacho hubiera tenido el camino más o menos allanado de no haber sido por Javier Corral, quien articuló un discurso dirigido a presentarse como “el más independiente de todos” a pesar de estar bajo las siglas del PAN, así son los oximorones de la política.
En el caso de Javier Corral, sorprende que esté batallando tanto para conseguir una victoria que, por las condiciones y la coyuntura, debiera ser casi un día de campo. Jamás ha ganado una elección, nunca ha sido su fuerte, y para haber sido ya una vez candidato a la gubernatura, parece que no aprendió mucho pues nomás no acaba de convencer a la ciudadanía que en buena medida no vota por simpatía hacia él, sino por antipatía hacia el gobernador César Duarte y su candidato Enrique Serrano.
Hay dos factores que podrían afectar, por un lado a Serrano y por otro a Corral. En el caso del PRI, mucha gente dice en encuestas y a los cuatro vientos que votarán por el tricolor, incluso asisten a los eventos donde no faltan sodas, música y tortas, pero en el fondo están ardidos y emitirán voto en contra. Lo mismo pasa con los burócratas, cuando les preguntan casi casi se tatúan al PRI en la frente, pero en el fondo lo aborrecen.
El PAN tiene otro problema. La gente que les expresa su apoyo lo hace libremente, sin compromisos, y es precisamente esa ausencia de compromiso la que los arrastra a quedarse en casa el domingo y abstenerse de votar. En Facebook Corral trae muchísimo apoyo, pero las elecciones no se ganan con ‘likes’ sino con votos.
En el caso de Barraza, su perfil ha sido una sorpresa en muchos sentidos, pues de ser prácticamente un desconocido para la gente de a pie, le bastaron pocos meses para meterse en la terna de posibles ganadores y ganarse la confianza de miles, pero la falta de tiempo, de recursos y sobre todo las trabas puestas por las leyes lo dejaron en una gran desventaja que difícilmente logre remontar.
Barraza también ha dado una muestra de habilidad en sus discursos. No la ha regado ni ha dado hebra a que lo critiquen ni le peguen, y hasta anoche seguía (y seguirá) diciendo que ni declina ni declinará hacia ningún partido, pues perdería su esencia de independiente, y un punto muy certero fue al afirmar “podría irme yo con Corral, pero no la gente, la gente que está harta de la corrupción de los partidos”.
En este punto como en otros se le llena la boca de razón. El hecho de que declinara, más a estas alturas de la contienda, no serviría de mucho pues la gente que le ha dado la espalda tanto a Corral como a Serrano, harta de las triquiñuelas de las dirigencias, no correría a apoyar a uno o a otro sólo porque Chacho lo diga. Más que sumar ese capital político a uno o a otro proyecto, lo que haría sería traicionarlo y disolverlo. Si no los pudo convencer Corral, no es culpa de Chacho, sino de los excesos y transas que PRI, PAN y sus satélites han cometido por años.
A quienes sí pudo convencer Corral fue a empresarios que andaban alineados con ‘Chacho’ como Pablo Cuarón, Gustavo Muñoz Hepo, Marco Quevedo, Heriberto Flores y Alfredo Antolini, los cuales la verdad no forman parte de la columna chachista ni tienen mucho qué aportarle a Corral o quitarle a Barraza, sino simplemente buscan dar la idea de que el proyecto independiente se desmorona. No es sorpresa que Cuarón salte de bando a bando cuando los vientos no le favorecen.
Lo preocupante es que en este pleito entre la gente que busca un proyecto independiente y la que confía en que Corral sea un político diferente, el que resulta ganón es Enrique Serrano, su grupo y parte de su partido. Pareciera que a todos se les olvidan temas como el endeudamiento y la grosera corrupción.
Y hablando de corrupción, los que andan haciendo su agosto son los del departamento de Licencias, ya que los conductores, además de pagar los 1,186 pesos que cuesta el documento (costo recaudatorio e injustificado), cobran 500 pesos por pasar el examen en el simulador, el cual está convenientemente asustado para que ni un piloto de fórmula 1 pase la prueba. En estos días los cobros por debajo de la mesa han arreciado, pues muchos temen que los nuevos jefes no permitan tanto raterío como han permitido en este sexenio. ¿Será que Jesús Ramón Figueroa no se entera de lo que ocurre en su área?