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Opinión

Las elecciones en Chihuahua por Gerardo Elizondo

“Todo cae por su propio peso” – Sabiduría popular

Regresé de mi ciudad natal, Chihuahua, a la Ciudad de México. Fui a votar, a ejercer mi derecho y mi obligación moral como ciudadano miembro de una comunidad. Me dio mucho gusto ver las casillas llenas. Los ciudadanos salimos a votar. Con el 82.80% de las casillas computadas según el conteo preliminar PREP, hubo una participación del 49.13% del padrón electoral en la elección para Gobernador. Esta es una participación bastante buena para nuestro estado. Y el hecho de que los ciudadanos salgamos a votar es un triunfo para la democracia.

En los comicios a nivel nacional, basándonos en los resultados del PREP, ya podemos confirmar los resultados irreversibles en todas las gubernaturas que se disputaron en el proceso electoral de ayer.

El PAN ganó siete gubernaturas y el PRI sólo cinco. El partido blanquiazul gañó los estados de Chihuahua, Durango, Puebla, Tamaulipas, Veracruz, Aguascalientes y Quintana Roo, mientras que el partido tricolor obtuvo el triunfo en Hidalgo, Sinaloa, Tlaxcala, Zacatecas y Oaxaca.

Estos resultados sorprendieron a todos, hasta al mismo PAN, sin embargo, ¿A qué se debió este fenómeno? Pues realmente todos lo sabemos; al gran hartazgo que se tiene y al llamado “mal humor social” que se ha generado debido al pésimo desempeño de los gobiernos anteriores.

Por ejemplo, en mi querida tierra Chihuahua, el actual Gobernador, César Duarte hizo muy probablemente el peor gobierno que haya tenido el Estado. Corrupción, cinismo, tráfico de influencias, amenazas, muertes, narcotráfico, fraudes multimillonarios entre otras cosas caracterizaron la deplorable administración de este pseudofuncionario público y de varios de sus secuaces.

Decía Porfirio Díaz parte en broma y parte de forma jocosa: “Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos”, hoy podemos reflexionar y decir con honestidad, pena y dolor: “Pobre Chihuahua, tan lejos de un buen gobierno, transparente y eficiente, y tan cerca de un gran endeudamiento, de la corrupción, del narcotráfico y del retroceso como sociedad”.

Lo mismo sucedió en Veracruz, Tamaulipas y muchos otros estados en los que el PRI no dio “el ancho”. Ese ancho que todo gobierno debe de garantizar, seguridad social, desarrollo y buena distribución en materia económica, oportunidades, empleo, en fin, gobernabilidad. No se demostró la capacidad de poder gobernar como se debe.

La ciudadanía llegó a un punto en el que ya no pudo más y reflexionó su voto. Esta reflexión la llevó a salir y votar, pero a votar por aquéllos en los que creyó que gobernarán mejor, o por lo menos, votó en contra de los que gobiernan actualmente, aplicó el famoso “voto de castigo”. Y es que en la política hay veces que pagan justos por pecadores.

Sin embargo hoy tenemos un horizonte político distinto, recae en las manos de los triunfadores de los comicios el compromiso y la responsabilidad de hacer bien las cosas. Esperemos que aprovechen la oportunidad tan grande que tienen y que todo sea por el bien común, que a final de cuentas, es lo que la mayoría queremos y el objetivo medular de hacer política y gobierno.

Por: Gerardo Elizondo García

Facebook: Gerardo Elizondo

Twitter: @GerardoElizondo

Opinión

El G20: ¿Progreso real o más promesas vacías? Por Sigrid Moctezuma

Hablar del G20 es hablar de una oportunidad única: una reunión que pone sobre la mesa problemas que afectan directamente nuestras vidas, como la pobreza y el cambio climático. Pero, ¿Estamos realmente avanzando o seguimos atrapados en las buenas intenciones?

En pleno 2024, más de 700 millones de personas en el mundo viven con menos de 2 dólares al día, y el cambio climático sigue empujando a millones al borde de la desesperación. Según la FAO, en 2023 hubo un aumento alarmante de 122 millones de personas que enfrentan inseguridad alimentaria debido a conflictos y fenómenos climáticos extremos. Estas cifras no son abstractas; son vidas humanas, historias de lucha diaria que rara vez llegan a los titulares.

Erradicar la pobreza no es simplemente “dar más dinero”. Se trata de atacar la raíz del problema: desigualdades históricas y estructuras económicas que privilegian a unos pocos. Por ejemplo, los países del G20 representan el 85% del PIB mundial, pero también son responsables del 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Es una contradicción enorme: quienes tienen más recursos para ayudar son también quienes más contribuyen al problema.

También es fácil hablar de «transición energética» y «economía verde», pero ¿Qué significa esto para alguien que perdió su casa por un huracán? En México, por ejemplo, los desastres naturales generaron pérdidas económicas por más de 45 mil millones de pesos en 2023. Y mientras tanto, los países más contaminantes siguen retrasando acciones contundentes, como reducir su dependencia de los combustibles fósiles. ¿Por qué? Porque aún les resulta más barato contaminar que invertir en soluciones sostenibles?.

¿Qué se debería hacer?

Las soluciones están claras, pero falta voluntad política. El G20 propone algunas ideas interesantes: redistribuir recursos, apoyar economías locales y fomentar la innovación tecnológica para reducir desigualdades. Pero todo esto suena a más promesas, a menos que veamos medidas concretas. ¿Dónde están los fondos para las comunidades más vulnerables? ¿Por qué no se prioriza la educación y la formación laboral en zonas desfavorecidas?

Como sociedad, necesitamos exigir que las grandes cumbres dejen de ser solo escenarios de fotos grupales. Los líderes globales deben recordar que detrás de cada estadística hay una persona que sufre, pero también que sueña con un futuro mejor. Si no empezamos a construir ese futuro ahora, ¿cuándo lo haremos?

El G20 no es la solución mágica, pero puede ser un catalizador. Si los compromisos se traducen en acciones reales, estaremos un paso más cerca de un mundo más justo. Si no, solo estaremos alimentando un ciclo de discursos vacíos que poco tienen que ver con las necesidades reales de la gente.

¿Qué opinas tú? ¿Crees que estas cumbres realmente cambian algo o son puro espectáculo?

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