“Lo que los gobiernos hacen los partidos lo resienten”. Esta frase podría resumir la postura de Manlio Fabio Beltrones ayer durante su renuncia como dirigente del Partido Revolucionario Institucional, tras el descalabro electoral recién vivido en siete de doce gubernaturas por el tricolor.
A Beltrones ya lo traían en la mira, pues era de una corriente distinta a la del presidente y sus cercanos, quienes dejaron a los gobernadores de cada estado imponer a sus candidatos, con los desastrosos resultados ya vistos. El punto que sin duda fue determinante fue el hartazgo de la ciudadanía hacia gobiernos autoritarios, corruptos e ineptos, y fue con eso que ya no quiso cargar Beltrones, pues lleva 30 años en la mera cima del poder y no quiere caerse tan violentamente por culpa de los excesos de otros que él ni puso ni son sus amigos.
Así, Manlio Fabio ya asumió su responsabilidad por la derrota, ¿cuándo lo harán los gobernadores como César Duarte o el dirigente estatal del partido, Guillermo Dowell y su camarilla, que quieren tapar el sol con un dedo y justificar la paliza que recibió el partido culpando a megafraudes que ni ellos vieron, traiciones internas y matrimonios gays?
Por cierto, el PRI ha seguido adelante con su intentona de impugnación, y aunque hasta el momento no ha presentado (ni presentará) ninguna prueba de que sobraron más de 171 mil boletas, su supuesto motivo para decir que el juego fue sucio y que aunque ni la ciudadanía, ni los más de cinco mil representantes de casilla del mismo PRI, ni las autoridades electorales, ni nadie se enterara, ellos ganaron “a lo macho”.
Aquí será el Tribunal Estatal Electoral quien determine si les sigue el juego y se enfrasca en una impugnación que a todas luces no tiene sustento, o prefiere no seguirles el juego y le apuestan a que el proceso avance y las cosas comiencen desde ya a acomodarse. Lo que está en juego es si se abren los paquetes electorales o no, el tiempo que esto tarde y las implicaciones jurídicas y políticas que de esta resolución puedan emanar.
Entre estas implicaciones está la holgura y tiempo para el proceso de entrega-recepción que el Gobierno del Estado quiere aplazar, para destruir evidencia de transas, hacer y deshacer a su antojo y ponerles los mayores riscos en el camino a los del PAN, según aseguran estos mismos.
Pero hay otro punto que preocupa aún más a la administración entrante, y es la intentona de aprobar nuevas emisiones bursátiles (deuda) por 5,900 millones de pesos para, según los mismos desconfiados del PAN, agarrar un aguinaldazo, pagar los favores pendientes y dejar algo para empezar el nuevo gobierno.
Sin embargo, si bien antes bastaba una instrucción del gobernador César Duarte para aprobar cualquier cosa, cualquiera. Ahora tiene a una oposición inflada y sobre todo a sus aliados divididos, pues unos quieren irse con el jefe hasta el final mientras otros empiezan a tomar distancia ante el inminente ostracismo que ya empieza a sufrir todo lo que haya sido tocado por la antes todopoderosa mano del mandatario.
Así, los chicos y chicas de Rodrigo de la Rosa, incluyendo los partidos parásitos, están en un debate sobre si deben seguirle el juego a Duarte hasta el final o mejor despertar su espíritu democrático de última hora y escuchar “al pueblo” de Chihuahua. Por lo pronto Javier Corral ya tiene listas a sus huestes para tomar oficinas públicas en cualquier municipio con tan sólo tronar los dedos, y ahora ya no hay con qué pagarle a la ‘Negra Tomasa’ para que defienda a los priístas a palazos.
Donde también hay garbanzos de a kilo es en la Universidad Autónoma de Chihuahua, donde comienzan a caldearse los ánimos y a mover las piezas para tirarle a la rectoría, con piezas de todos tamaños que se sueñan en esa posición que maneja más presupuesto que todo el municipio de Chihuahua.
Es por eso que ayer un grupo de universitarios comandados por el morenista Marcelino Gómez Brenes se apostó en la Rectoría para exigir autonomía universitaria, al tiempo que surgen rumores de lo más disparatados sobre quién ocupará ese puesto, desde quienes mencionan a Víctor Quintana Silveyra hasta Alfredo de la Torre, por mencionar sólo a dos de la larga lista de dizque nominados.
Un caso especial es el de la Facultad de Filosofía y Letras, cuyo director, Luis Fierro, está haciéndose limpias en Catemaco, caminando descalzo a Chalma y bañándose con flores de Bach para tratar de limpiarse cualquier rastro tricolor, pues asegura que quiere ser rector y que ya tiene todo listo para hacerlo.
Fierro llegó a poner algo de orden en una Facultad que había sido desmantelada por el anterior director, Luis Javier Ramírez Santoyo, tejió con los distintos grupúsculos internos y echó a andar la facultad. Sin embargo ayer comenzaron a hacer circular una foto en la que se ve a Fierro en plena campaña con el ex candidato Pedro Domínguez y el ex director de Comunicación Social y amigo cercano de Duarte, Juan Ramón Flores, una foto que pudo haber servido… si ganaba el PRI, pero que ahora podría tumbar cualquier aspiración de Fierro, quien por cierto es parralense.
Pero no es sólo Fierro quien podría resultar afectado, también su ungido, Armando Villanueva, a quien supuestamente andan queriendo arrimar a la Alianza Ciudadana para que se gane su bendición, además de contar ya con el apoyo de los grupos más pesados de la facultad. No es un mal perfil, tiene experiencia y aceptación, pero está por verse cómo afectan los planes que vienen desde arriba y los colores del corazón. Lo que sí es cierto es que ahora la UACh trae un renovado e inusual ánimo autonomista.