No todo lo que se empeña es oro, a veces los objetos más extraños pueden sacarte de apuros económicos, como le sucedió al dueño de una mandíbula de tiburón perforada y con cuerdas musicales para darle función de arpa, la cual empeñó en el Nacional Monte de Piedad.
Conrado Monroy, gerente del Nacional Monte de Piedad, sucursal casa matriz, recordó: “A través del tiempo he visto varios objetos poco comunes, el que más me llamó la atención fue una muleta de torero recibida en la sucursal uno; traía la espada, era el juego completo e, incluso, el capote traía sangre”.
Y es que no sólo las joyas son aceptadas en prenda para un préstamo, en la galería que aloja algunos de los objetos que la gente dejó, también se observa un cuadro de El Gordo y el Flaco, hecho con puntas de crayola, el cual se valúa en 35 mil pesos.
Hubo alguien que empeñó un Ángel de la Independencia de, aproximadamente, metro y medio de altura fabricado en cobre, el cual convive con figuras de cerámica, muebles antiguos y más de una Diana Cazadora, éstas también fabricadas en bronce.
“Hace un año, en Veracruz, vi que llevaron a empeñar un bolso de mujer, estaba hecho de hilo de oro, seguro si le ponías ácido se deshacía. Por ése prestaron 200 mil pesos”, aseguró Monroy.
La institución tuvo en su poder un aderezo de esmeraldas con brillantes que pertenecieron a Benito Juárez, su hija lo recuperó y el Nacional Monte de Piedad lo donó al Castillo de Chapultepec, en donde se encuentra exhibido.
Otro de los objetos que llamó la atención de Monroy fue una pantera con incrustaciones de esmeraldas y brillantes por la que se prestó medio millón de pesos.
También recordó el valor artístico de una motocicleta hecha con llaves de chapas y llantas, elaboradas de baleros, “lo importante de esta pieza es la visión mística de la institución; los valuadores apreciaron este objeto por ser una obra de colección”, comentó Monroy.
Para la casa de empeño todo objeto que llega tiene una historia, invariablemente si es común o no; puede ser el anillo de compromiso, el regalo de los XV años o los aretes de la abuelita. Más allá del valor económico está el estimativo; en el Monte de Piedad lo cuidan como si fuera propio.
Conrado explicó: “Sabemos que con ningún dinero podemos resarcir el valor sentimental de las prendas”.
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