Enrique Ochoa Reza, ex titular de la CFE, el mismo que ha llevado un manejo bastante cuestionable de la paraestatal, fue nombrado como nuevo dirigente nacional del PRI, en una acción que desató la furia de muchos sectores del propio partido, quienes lo sienten como una imposición más (y desafortunada) del presidente, Enrique Peña Nieto, quien sencillamente ignoró la impugnación de los militantes quienes demostraron que no tiene los 10 años de militancia necesarios.
Pero esa inconformidad es minúscula comparada con el trío de la impunidad: Roberto Borge, Javier y César Duarte, quienes están sintiendo calambres luego de que la PGR les echara para atrás el blindaje con el que pretendían cubrir su retirada. El dirigente afirmó que iría contra los gobernadores corruptos así fueran de su propio partido, y los destinatarios están más que claros.
Durante su nombramiento, Ochoa Reza no cayó en los lugares comunes de recordar a Colosio, a Calles o a los dos o tres grandes priístas que aún se pueden recordar sin provocar ronchas. En vez de eso, habló de temas más concretos y urgentes como acercar al partido a la sociedad y a sus problemas, ofrecer soluciones.
No propuso un borrón y cuenta nueva como ha intentado el PRI siempre, pues el “nuevo PRI” resultó peor que el viejo. Llamó la atención el reconocimiento a Manlio Fabio Beltrones; destacó que 2016 no es 1929, y anunció equidad de género en la integración de la dirigencia nacional. Desde luego defendió a Enrique Peña Nieto, y afirmó que los problemas del país no son tanto las cosas malas sino los errores al comunicar las cosas bien hechas… pura percepción, pues, según él.
El que anduvo ahí fue el gobernador César Duarte, entre muchos otros chihuahuenses. Escuchó el mensaje en vivo. Secundó el mensaje del nuevo dirigente haciendo como que el llamado a castigar la corrupción no era para él, y adelantó que ni se va a parar en la Cabalgata Villista que antes no se perdía por nada del mundo. Su corazón sufrió una cornada igual que la del torero Víctor Barrio, y ya sufre una lenta muerte política.
Pero no es sólo eso. En la “capital del mundo” se reunirán los jinetes ganadores: Armando Cabada, alcalde electo independiente de Juárez, Alfredo Lozoya, también ganador independiente pero por Parral, así como María Eugenia Campos, alcaldesa panista electa por la capital, entre muchos otros que llegan con sabor a victoria y pasearán por la propia tierra que alguna vez Duarte quiso convertir en su eterno feudo.
En tanto, los representantes nombrados por Corral para la entrega-recepción, encabezados por Francisco Barrio y Gustavo Madero, visitaron ayer al contralor general, Raúl Chávez, para hacer los primeros papeleos del trámite que para un bando es dulce y para el otro más que amargo. Así, todo indica que Duarte y Corral no se verán las caras hasta la mera entrega, y eso si el todavía mandatario no se “enferma” o tiene un “compromiso personal” justo ese día, una probabilidad muy alta.
Y ya que mencionamos al ex rector Raúl Chávez, pasemos a los temas de la UACh, donde hay muchos gallos alistados pero ninguno se ha trepado al pedestal. Por todos lados hay quemazones, guerras sucias, grillas estériles, pero lo cierto es que de nada valdrán. Prácticamente todos (o todos) los directores tienen ADN priísta, y quieren hacer de la Máxima Casa de Estudios un banco de nóminas para ellos y sus allegados.
Se vale. El ser priísta o haberlo sido no invalida los méritos académicos, administrativos y hasta políticos que puedan tener, pero a fin de cuentas será el gobernador quien tendrá mano para ungir a quien de acuerdo a sus valoraciones sea el mejor para encabezar a la Universidad. Ya hubo reuniones de los interesados con colaboradores de Corral, y hay algunas más programadas. Lo que se busca es una designación que no genere conflictos y que ofrezca más trabajo, propuestas y resultados.
En otros temas de sucesión, se habla de la inminente renuncia del fiscal Jorge González Nicolás y varios miembros de su equipo, quienes ya habrían encontrado chamba en otros estados, pues saben que el manejo político y ventajoso del Ministerio Público no es algo fácil de olvidar.
De pronto al fiscal se le pasó la embriaguez de los tiempos electorales y reconoció lo que siempre negó: que la Sierra está que arde, que la violencia en la frontera ya está creciendo y que Caro Quintero viene a revolver las aguas del narco, donde siempre salen peces muertos. ¿Ya para qué?
Entre las mentes sospechosas y conspiranóicas comienza a formarse la idea de que entre los intentos de desestabilización que está desplegando el gobernador podría incurrir en la tentación criminal de echarle gasolina al llamaradón del narco. Sería riesgoso, un tema así es delicado y podría convertirse en otra cuenta pendiente ante la justicia, pero la desesperación y las tentaciones son dos señoras que suelen juntarse con desastrosos resultados.
Mientras, burócratas de distintos niveles de gobierno se están agarrando a todo lo que pueden, por si sí o por si no. Todos están tomando vacaciones, basificándose y sindicalizándose, amarrando bonos, becas, viajes y lo que se pueda antes de que venga el cambio de gobierno. Si bien ya se anunció que quien valga la pena se queda, no todos se confían, sobre todo quienes se han dedicado a parasitar y no a trabajar.