El internet y la pornografía siempre han tenido un relación muy compleja. Por un lado, ahora tenemos acceso permanente a los orgasmos de otras personas, pero por el otro ha devaluado a la industria y ha creado un extraño fenómeno que ha crecido en popularidad recientemente, se trata de la resistencia a la masturbación.
La idea es que hacerlo de forma incesante frente a la computadora es lo que ha provocado un aumento en la «disfunción eréctil inducida por la pornografía». De forma sencilla: la sobreestimulación que ocurre en línea da lugar una reducción en el entusiasmo en la vida real. Por tanto, muchos hombres no pueden mantener una erección. Una encuesta revela que un estimado de 70% de los estadounidenses cree que la pornografía es dañina, y en un reciente artículo de The Conversation, aseguran que «la exageración artificial de los factores ambientales que hemos evolucionado para percibir como excitantes sexualmente» está teniendo estragos en las relaciones modernas.
Sin embargo, investigaciones sugieren que la pornografía es, de hecho, muy buena para la positividad sexual. En 2015, la psicofisióloga sexual Nicole Prause de University of California entrevistó a 280 hombres y encontró que disfrutar la pornografía estaba asociado con una mayor sensibilidad sexual.
El estudio fue dividido en tres grupos: hombres que veían más de dos horas por semana, hombres que veían menos de dos horas por semana, y aquellos que aseguraron no ver pornografía nunca. A todos ellos les mostraron escenas de sexo heterosexual. Después de eso, quienes veían más de dos horas admitieron sentirse más estimulados y dijeron que querían dormir con sus parejas con más frecuencia que el resto. Antes de eso, en 2013, Prouse realizó otro estudio en el que mostró escenas pornográficas a 44 parejas monógamas y heterosexuales. Todas las parejas reportaron un incremento en el deseo sexual y más confianza en ese deseo.
Finalmente, un estudio publicado en Journal of Sex & Marital Therapy, revela que el interés en la pornografía equivale a un interés mayor en una gama diversa de actos sexuales, en vez de una mayor cantidad de parejas sexuales. Es decir, una vida sexual más interesante y menos instancias de infidelidad.
Al parecer, la pornografía no es tan mala después de todo.
Publimetro