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Policiaca

Asesinan a reportero gráfico del estado durante asalto

El reportero gráfico Ernesto Araujo Cano, de 38 años, fue asesinado anoche en esta capital.

Araujo fue victimado luego de que terminó de cubrir una boda, alrededor de las 21:30 horas, en periférico Lombardo Toledano y la calle Justiniani.

El reportero viajaba en un Chevy color gris y al hacer alto en un semáforo tres hombres a bordo de otro vehículo lo interceptaron y bajaron para llevarse su auto, relataron testigos.

El auto de Araujo Cano tenía cortacorriente, por lo que los ladrones no pudieron llevárselo; esto los molestó y empezaron a agredirlo con un bat y un arma punzocortante, causándole varias lesiones.

Los golpes que recibió en la cabeza le ocasionaron muerte cerebral.

Posteriormente los asaltantes huyeron y Ernesto fue auxiliado por elementos de la Policía Única; paramédicos de la Unidad de Rescate de Gobierno del Estado (URGE) lo trasladaron al Hospital Central.

El diagnóstico desde esta madrugada fue muerte cerebral; hoy por la mañana Araujo Cano fue desconectado. Su familia sólo esperó a que falleciera.

En el gremio periodístico hay incredulidad, indignación y exigencia de justicia.

El reportero gráfico comenzó en la actividad profesional desde muy joven. Se desempeñó como fotógrafo de sociales y de información general hasta el año pasado.

Actualmente estaba dedicado a su estudio de fotografía y colaboraba con El Heraldo de Chihuahua. Sus pasiones fueron la fotografía artística, su hijo Kevin, de 9 años y sus amigos.

Ernesto Araujo es recordado como un compañero con alta calidad humana, uno de los mejores y de mayor prestigio en Chihuahua, por lo que la indignación es aún mayor.

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Increible

Desaparece en Disneyland y aparece días después en un bote de basura en Mexicali: el misterioso caso de Annie Encino

Una adolescente estadounidense de 16 años fue localizada con vida dentro de un contenedor de basura en Mexicali, Baja California, días después de haber desaparecido en el parque Disney California Adventure, en Anaheim. El caso ha despertado preocupación e interrogantes en ambos lados de la frontera, especialmente por el silencio mediático en México y las lagunas que aún rodean su cruce hacia territorio nacional.

Annie Kathleen Encino desapareció el pasado 20 de abril tras una discusión con su familia dentro del parque temático. Fue vista por última vez alejándose sola, lo que activó una Alerta Amber en Estados Unidos. Sin embargo, esa alerta nunca cruzó a territorio mexicano, dejando a la opinión pública del país sin conocimiento de su desaparición… hasta que la historia dio un giro tan insólito como alarmante.

Días después, una llamada anónima al 911 alertó a la policía municipal de Mexicali sobre la presencia de una menor dentro de un bote de basura. Al llegar al sitio, los oficiales encontraron a la joven en condiciones que no han sido detalladas, pero confirmaron su identidad. El consulado de Estados Unidos fue notificado de inmediato y su madre viajó a la ciudad fronteriza para identificarla y llevarla de regreso.

Hasta ahora, las autoridades mexicanas no han informado cómo fue que Annie cruzó la frontera sin documentos, sin acompañantes y sin ser detectada. Tampoco han revelado si fue víctima de trata, secuestro, abuso o si viajó voluntariamente con ayuda de terceros. La Fiscalía de Baja California mantiene abierta una investigación para esclarecer los hechos.

Lo que sí queda claro es que algo falló en los mecanismos de cooperación fronteriza. Ni la alerta internacional funcionó, ni hubo un protocolo binacional que permitiera actuar a tiempo. La aparición de una menor estadounidense en un contenedor de basura, en una ciudad donde los casos de desapariciones no son novedad, pone una vez más bajo la lupa la crisis de seguridad y el flujo irregular entre ambos países.

Mientras se esperan más detalles oficiales, el caso de Annie Encino evidencia que incluso en un entorno supuestamente seguro como Disneyland, la vulnerabilidad de los menores puede terminar en una historia digna de una serie policiaca.

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