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Rommel Pacheco va a la final de trampolín; busca primera medalla olímpica

El mexicano Rommel Pacheco se clasificó este martes a la final de trampolín de tres metros y busca obtener su primera medalla de Juegos Olímpicos en tres participaciones.

El atleta disputará la final de la disciplina este martes a las 16:00 hora local, tras quedar en la segunda posición de las semifinales.

Rommel Pacheco anhela ganar el oro en el trampolín de tres metros, modalidad que lo volvió a poner en órbita, pues logró la presea dorada en el Campeonato del Mundo que se disputó el pasado febrero en Río de Janeiro, lo que podría ser un buen augurio.
Además, el atleta busca que la disciplina de los clavados en la rama varonil vuelva a tener a un competidor mexicano en el podio olímpico, algo que no ocurre desde que Fernando Platas obtuvo la plata en Sídney 2000.

El joven nació en Mérida, Yucatán, el 12 de julio de 1986.

Rommel era un amante de la plataforma de 10 metros, categoría en la que se colgó la presea dorada en los Juegos Panamericanos de 2003 y fue plata en Río de Janeiro 2007.

En esta misma disciplina participó en Atenas 2004 y en Beijing 2008, donde acabó en el décimo y octavo puesto, respectivamente.

En Atenas también subió al trampolín de tres metros para situarse entre los 10 mejores clavadistas del mundo, una prueba de la que después se haría especialista.

Un duro revés

Sin embargo, rumbo a Londres 2012, Rommel Pacheco sufrió un golpe al quedar fuera de la justa veraniega a manos de sus compatriotas Iván García y Germán Sánchez en la plataforma de 10 metros

Con esta amarga experiencia, el yucateco decidió bajar unos metros y dedicarse al cien por ciento al trampolín.

Su decisión lo convirtió en el mejor clavadista mexicano en esta prueba a nivel individual y en sincronizados ha brillado al lado de Jahir Ocampo, con quien buscó subir al podio en Río.

Deportes

El GP de México 2024 rompe récord de asistencia y está dentro del Top5 mundial

El mal resultado del Checo Pérez no generó una mala asistencia en el Autódromo Hermanos Rodríguez.

Desde hace ya cinco años, un fenómeno impresionante se apodera de la Ciudad de México cada otoño. En el corazón de la capital del país, un rugido ensordecedor y cientos de miles de latidos acelerados se entrelazan para crear un espectáculo único: el Gran Premio de México, una fiesta que no se vive, ¡se siente! Este año, la carrera rompió su propio récord de asistencia con 404,958 almas vibrantes, reafirmando no solo el poder del evento, sino también el lugar especial que ha ganado en el corazón de cada habitante de esta ciudad.

Desde las primeras luces del viernes hasta el último giro del domingo, los fanáticos han llenado las gradas como un mosaico de colores, banderas, y sonrisas; más de 150,000 personas abarrotaron el circuito en el día de la gran carrera. Y aunque Sergio «Checo» Pérez, el ídolo local, largó en el puesto 18 y con pocas probabilidades de dar el espectáculo soñado, esto no apagó el entusiasmo de su gente.

El increíble apoyo al Checo Pérez en el GP de México

Cada vuelta de Checo, cada momento en que su auto atraviesa la pista, es una ola de esperanza y orgullo en cada esquina del autódromo. Porque, para sus seguidores, Checo es más que un piloto; es un símbolo de lo posible, un guerrero en la pista que inspira a una ciudad entera.

El director del evento, Federico Compeán, había anunciado que se esperaban cifras similares a las del año anterior, sin planes de añadir gradas nuevas. Sin embargo, los aficionados superaron expectativas y llenaron el circuito hasta el último espacio, rompiendo una vez más su propia marca. Esta pequeña pero significativa diferencia muestra cómo cada año, la pasión se renueva y se intensifica. Las calles de la capital mexicana, desde el centro hasta los barrios más lejanos, laten al compás de los motores, y el Gran Premio se convierte en una celebración que no distingue edades, nacionalidades ni banderas.

El éxito de la organización del GP de México

Para el evento, la coordinación entre la Ciudad de México y las empresas organizadoras ha sido impecable, con miras a extender esta tradición al menos dos años más. Con esta visión, Magdalena Mixhuca no solo será el escenario de la velocidad y la adrenalina, sino también el hogar de una celebración que une generaciones y revive una pasión inigualable por la Fórmula 1.

Con un entusiasmo que se respira en cada rincón de la ciudad y la promesa de que el Gran Premio volverá, los días de carrera se convierten en una experiencia inolvidable. Las gradas llenas, el estruendo de los motores, y la esperanza que no muere a pesar de las posiciones en la parrilla, son el testimonio de que, en el corazón de México, el amor por la Fórmula 1 late más fuerte cada año.

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