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Fueron boxeadores con uniformes fiados a Rio

El presidente de la Federación Mexicana de Boxeo (FMB), Ricardo Contreras, afirmó que el titular de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade), Alfredo Castillo, hizo firmar pagarés a los boxeadores Joselito Velázquez, Elías Emigdio y al entrenador Francisco Bonilla, como requisito para darles fondos para que pudieran asistir a los Juegos Olímpicos de Río 2016.

Además, el funcionario indicó en entrevista que los uniformes utilizados por los boxeadores, entre ellos Misael Rodríguez -quien ayer amarró la primera presea para México- fueron “fiados” porque tuvieron que ser adquiridos de manera externa debido a que, detalló, la marca patrocinadora de la delegación mexicana no los hace.

“El uniforme de pelea es fiado porque no lo han pagado hasta el día de hoy. Lo tuvieron que conseguir aparte, porque la empresa que hizo los uniformes de la delegación mexicana no hacen el tipo de uniformes que ellos necesitan”, informó.

Contreras reconoció que en sus 24 años de estar al frente de la FMB los boxeadores sólo han obtenido tres medallas olímpicas, pero justificó el bajo rendimiento explicando que el pugilismo profesional “se lleva a nuestros mejores peleadores”, por lo que no pueden tener continuidad.

Además, Contreras manifestó que la suspensión del apoyo de la Conade para con la FMB “empezó con una serie de calumnias” y “amenazas de meter a la cárcel” a varios, “entre ellos a un servidor”, por parte de Castillo a su llegada al frente de la dependencia.

Sin embargo, el directivo de la asociación de pugilistas asevera que ellos no cuentan con irregularidades y que su organismo deportivo “no debe un sólo centavo”, pues todos los recursos acreditados “fueron entregados y comprobados conforme a las reglas de operación de la Conade”.

 

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Crónica: México y Aguirre, sin alma ni rumbo en la Copa Oro

Por más que la camiseta pese, por más que la historia respalde, la Selección Mexicana parece no encontrar la brújula bajo la gestión de Javier Aguirre. La victoria de este miércoles ante Surinam —sí, Surinam— fue otro capítulo que exhibe más dudas que certezas en el proyecto que supuestamente debe llevarnos con orgullo al Mundial 2026… en casa.

Con un fútbol carente de idea, ritmo y entusiasmo, el equipo tricolor se impuso gracias a un doblete del defensa César Montes. Porque sí, los goles no llegaron de los pies de los delanteros de “calidad europea”, sino del central regio, que resolvió con su estatura lo que los creativos no supieron construir.

Aguirre, viejo lobo de mar, parece haber perdido el timón. Su equipo no emociona, no propone, y apenas supera a rivales que, en el papel y en el ranking FIFA, están a años luz de distancia. El problema no es solo táctico: es de fondo. México juega con flojera. Literal y figuradamente.

En un torneo como la Copa Oro, que por sí solo despierta poco interés fuera del círculo inmediato de Concacaf, lo mínimo exigible es un desempeño decoroso, uno que permita vislumbrar una identidad. Pero este Tri parece más preocupado por no perder que por proponer. Como si el objetivo fuera únicamente evitar la catástrofe.

El aficionado mexicano —eterno resiliente— no es ingenuo: ha visto a su selección tocar el cielo y arrastrarse por el suelo. Pero no merece la apatía que hoy ve en pantalla. Hay más emoción en las gradas que en la cancha. Y eso, en plena cuenta regresiva hacia una Copa del Mundo en casa, es inadmisible.

¿Qué sigue, Javier Aguirre? Porque el margen de error ya no existe. Porque el discurso del “trabajo a largo plazo” se agota. Porque un Mundial en casa no se juega: se honra.

Y este equipo, simplemente, no lo está haciendo.

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