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Biles engalana el piso de Río y gana su cuarto oro

Simone Biles redondeó una de las mejores actuaciones de una gimnasta en los Juegos Olímpicos al conquistar el martes su cuarta medalla de oro en Río de Janeiro con una espectacular rutina de piso.

Mira el titubeó de Biles que le dio el bronce en viga de equilibrio

La estadunidense de 19 años se despide de Río con un oro por equipos, además de los títulos en curso completo, caballete y piso. Su único tropiezo fue en la viga, en la que se tuvo que conformar con el bronce. Sus cinco medallas la empatan como la mujer estadunidense con más metales en unos Juegos, y sus cuatro oros empatan un récord que comparten otras tres mujeres.

Biles abrazó a su entrenadora Aimee Boorman poco después de su rutina, que incluye un salto que lleva su nombre y un segmento con temática brasileña para ganarse el favor del público. La conocida como ‘Niña maravilla’ sonrió de oreja a oreja cuando se anunció su puntuación de 15.966.
Su compañera de equipo, Aly Raisman, se llevó la plata con 15.500, su tercera medalla en Río y sexta en su carrera olímpica. La gimnasta de 22 años, que también terminó segunda detrás de Biles en el curso completo la semana pasada, saludó al público en la que probablemente sea su última competencia.

Las mujeres de Estados Unidos totalizaron nueve medallas en Río, su mayor cifra en unos Juegos Olímpicos.

La británica Amy Tinkler se quedó con el bronce.

 

 

Excelsior

Deportes

Crónica: México y Aguirre, sin alma ni rumbo en la Copa Oro

Por más que la camiseta pese, por más que la historia respalde, la Selección Mexicana parece no encontrar la brújula bajo la gestión de Javier Aguirre. La victoria de este miércoles ante Surinam —sí, Surinam— fue otro capítulo que exhibe más dudas que certezas en el proyecto que supuestamente debe llevarnos con orgullo al Mundial 2026… en casa.

Con un fútbol carente de idea, ritmo y entusiasmo, el equipo tricolor se impuso gracias a un doblete del defensa César Montes. Porque sí, los goles no llegaron de los pies de los delanteros de “calidad europea”, sino del central regio, que resolvió con su estatura lo que los creativos no supieron construir.

Aguirre, viejo lobo de mar, parece haber perdido el timón. Su equipo no emociona, no propone, y apenas supera a rivales que, en el papel y en el ranking FIFA, están a años luz de distancia. El problema no es solo táctico: es de fondo. México juega con flojera. Literal y figuradamente.

En un torneo como la Copa Oro, que por sí solo despierta poco interés fuera del círculo inmediato de Concacaf, lo mínimo exigible es un desempeño decoroso, uno que permita vislumbrar una identidad. Pero este Tri parece más preocupado por no perder que por proponer. Como si el objetivo fuera únicamente evitar la catástrofe.

El aficionado mexicano —eterno resiliente— no es ingenuo: ha visto a su selección tocar el cielo y arrastrarse por el suelo. Pero no merece la apatía que hoy ve en pantalla. Hay más emoción en las gradas que en la cancha. Y eso, en plena cuenta regresiva hacia una Copa del Mundo en casa, es inadmisible.

¿Qué sigue, Javier Aguirre? Porque el margen de error ya no existe. Porque el discurso del “trabajo a largo plazo” se agota. Porque un Mundial en casa no se juega: se honra.

Y este equipo, simplemente, no lo está haciendo.

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