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Policiaca

No fueron dos…sino tres hijos secuestrados a El Chapo

César Guzmán es el nombre del tercer hijo de “El Chapo” que fue secuestrado en Puerto Vallarta, Jalisco, según autoridades federales consultadas.

Unas horas después de que un grupo armado entró al prestigiado restaurante La Leche y se llevó a seis hombres la madrugada de este lunes 15, comenzó a trascender la versión de que uno de los “levantados” podría ser Alfredo Guzmán Salazar, hijo del capo del Cártel de Sinaloa. Al día siguiente, martes, me lo confirmó en entrevista el fiscal de Jalisco, Jesús Eduardo Almaguer.

El miércoles, el periódico El Universal publicó que eran dos los hijos del narcotraficante los que habían sido secuestrados: Alfredo e Iván Archivaldo. Con el paso de los días esta versión fue también validada por fuentes oficiales.

Pero conforme han ido avanzando las indagatorias, funcionarios del área de inteligencia del gobierno federal que hablaron conmigo a condición de mantener el anonimato, supieron ayer que no fue uno ni fueron dos, sino tres los hijos de “El Chapo” Guzmán (súmele a César) a quienes se llevaron mientras estaban cenando para festejar el cumpleaños de Iván Archivaldo. La información que tiene la administración federal es que los tres ya fueron liberados.

Además, ha ido cobrando fuerza dentro del gobierno federal una hipótesis en particular sobre quién está detrás del secuestro:

Las miradas apuntan, según fuentes involucradas, hacia la figura de Alfredo Beltrán Salazar alias “El Mochomito”, sobrino de “El Chapo” e hijo de Alfredo Beltrán Leyva “El Mochomo”, detenido en México y extraditado a Estados Unidos hace dos años, donde se ha declarado culpable de conspiración para traficar droga.

 

 

Cadena Noticias

Chihuahua

Terror en la carretera Chihuahua-Ojinaga: hallan cuerpo desmembrado, calcinado y con armamento de alto poder

La violencia volvió a dejar su firma con sangre en una de las rutas más transitadas del estado. La mañana de este miércoles, autoridades fueron alertadas por la presencia de restos humanos en la carretera Chihuahua-Ojinaga, a la altura de un tramo despoblado. Aunque el reporte inicial hablaba de dos cuerpos, elementos de la Policía Estatal confirmaron que se trataba de un solo cadáver, desmembrado y calcinado.

El hallazgo fue aún más inquietante por los objetos encontrados junto a los restos. En el sitio yacían una cabeza humana, dos brazos cercenados, dos fusiles de asalto, tres cargadores, un chaleco porta placas color negro y dos identificaciones oficiales a nombre de Gerardo V. V., con domicilio en Villa Vicente Guerrero, Durango. Las piezas humanas estaban esparcidas sobre el pavimento y zonas aledañas, en lo que se presume fue una ejecución con mensaje entre grupos criminales.

La escena fue asegurada por agentes estatales, mientras que minutos después arribaron elementos de la Fiscalía General del Estado y personal de la Guardia Nacional, quienes desplegaron un operativo de resguardo del área e iniciaron las primeras diligencias. Hasta el momento, no se ha confirmado oficialmente la identidad de la víctima ni el móvil del crimen.

La brutalidad del caso, sumada a la presencia de armamento militar, refuerza las líneas de investigación relacionadas con el crimen organizado. Las autoridades no descartan que la víctima haya pertenecido a alguna célula delictiva y que su ejecución esté vinculada con ajustes de cuentas o disputas territoriales entre cárteles que operan en la región.

Este hecho se suma a una cadena de actos violentos registrados en el estado durante las últimas semanas, encendiendo nuevamente las alarmas sobre la inseguridad en zonas carreteras y la capacidad de respuesta institucional. Las autoridades han pedido colaboración ciudadana para recabar información que permita dar con los responsables, aunque reconocen que el nivel de violencia exhibido en este caso habla de una estructura criminal con acceso a logística, armamento y recursos.

El cuerpo fue trasladado al Servicio Médico Forense para su análisis e identificación definitiva, mientras la Fiscalía mantiene abiertas varias líneas de investigación. Entretanto, la carretera Chihuahua-Ojinaga, vital para el comercio y la movilidad regional, se convierte en un nuevo escenario del terror con una advertencia implícita para quienes disputan el control de la zona.

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