La despedida de Juan Gabriel fue VIP. Sólo asistieron de políticos el gobernador, César Duarte, los alcaldes de Juárez y Chihuahua, Javier González y Javier Garfio, sus respectivas esposas y la diputada Laura Domínguez, amiga cercana a la familia del cantante. Fuera de ese círculo restringido, sólo se vio al fiscal Jorge González Nicolás, pero más bien como arrimado, pues no iba como invitado sino a garantizar la seguridad de los asistentes.
Le hicieron el feo a Juárez. Además de un puñado de artistas de medio pelo, desairaron la despedida popular todos aquellos que son ídolos o se sienten, pues prefieren el glamour y los reflectores de la capital del país que las tristes calles llenas de hoyancos y el lamentable estado que han dejado en la ciudad varios trienios de saqueo e ineptitud.
Muchos políticos se arrimaron a la frontera. Nadie los convocó, pero por si los convocaban. Observaron la despedida de lejecitos para que no se les fuera a pegar lo ‘prole’. Esperaban si de última hora la despedida se convertía en un último acto político, aprovechando la orgullosa simpatía de Juanga hacia el tricolor, partido al cual siempre apoyó. El gobernador César Duarte supo respetar el luto de la familia y los seguidores, y sabía que si intentaba lucirse le saldría el tiro por la culata. De por sí el par de veces que lo mencionaron hubo rechiflas.
César Duarte pidió perdón a los chihuahuenses. A un mes de dejar el poder formalmente, el gobernador presentó su informe en un discreto evento en el que trató de no agitar las aguas, pues ya muchos de sus marineros están saltando de su barca y no quiere exponer más a los que le quedan. Los necesitará después.
Reconoció haber cometido “errores”. No delitos, y ofreció disculpas a quien se haya sentido ofendido, aunque, eso sí, asegura que todos los cuestionamientos a su administración no han sido por la desbordada corrupción o notable ineptitud. No. Él dice que todo es la malévola obra de Javier Corral.
Mejor pedir perdón que rendir cuentas. En sintonía con la campaña presidencial que quiere “contar lo bueno”, “superarlo”, dejar atrás el “mal humor social” y los “tiempos difíciles”, y en última instancia pedir perdón, pero eso sí, de rendir cuentas y aclarar los señalamientos en su contra, de eso nada. Se la saca con que es mera tirria y que él está más limpio que un bebé recién cambiado de pañal.
Pero las mañas ahí siguen. Mientras pide perdón, el gobernador trata de ganar tiempo y cubrirse las espaldas. Por ello el pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación inicia hoy la discusión de la acción de inconstitucionalidad que presentó la Procuraduría General de la República, a petición del presidente Enrique Peña Nieto, en contra de las leyes anticorrupción aprobadas por el Congreso de Chihuahua; el proyecto de dictamen propone invalidar la reformas y con ello los eventuales nombramientos hechos por el gobernador César Duarte Jáquez. Lo más probable es que le den pa´tras.
Helicopterazo sin resolver. Ya pasó más de un año desde que se estrelló la aeronave oficial en la que viajaba el gobernador con su esposa, su amiga la periodista Lolita Ayala, así como el equipo de esta última, durante un viaje personal hacia el rancho del gobernador en Balleza. La Fiscalía no ha recibido el dictamen sobre la causa del accidente.
Puras mentiras y versiones. En la versión oficial el mandatario se pintó como un verdadero héroe que, lastimado, sacó a sus acompañantes de entre las llamas. Sin embargo; una investigación del Canal 28 puso al descubierto las inconsistencias de la trama, y las pruebas parecen apuntar a que el desplome fue por mera negligencia del mandatario y hasta habría ordenado incendiar la aeronave para que no se supiera. A ver en qué acaba.
Quien de antemano ya perdonó al gobernador fue la Iglesia. El vocero de la Arquidiócesis de Chihuahua, Gustavo Sánchez Prieto, pidió a la ciudadanía mostrar misericordia hacia los malos gobernantes y recordó que todos cometemos errores, por lo que llamó a la ciudadanía a perdonar al mandatario en vista de que ha mostrado arrepentimiento sincero.
A los gobernantes y delincuentes sí, pero a los gays no. Y es que el pasado fin de semana marcharon miles de católicos, no para promover la paz, la honestidad, para exigir justicia a las víctimas o castigo a los sacerdotes pederastas y aliados con delincuentes. Fue para que su voz y punto de vista se imponga en las recámaras de las personas y sean ellos quienes decidan cuáles uniones son legítimas a los ojos de la Ley Civil y cuáles no.
¿Habrá medido la Iglesia el daño que se causa? Para muchos mexicanos, sobre todo los más jóvenes, la fe católica se identifica más con violaciones de niños, tráfico de influencias, ostentación e hipocresía que con las causas sociales, la defensa de los que menos tienen, saben y pueden, la atención a los desamparados, la solidaridad o la exigencia de justicia, precisamente la enseñanza de Cristo. Una cosa es clara: cada vez cierran más iglesias y abren más establecimientos ‘gay friendly’. Ahí síganle haciendo daño a su comunidad por las obsesiones de unos cuantos.
Panistas se disputan el control del Congreso y el partido. Dicen que donde hay dos panistas hay tres grupos, y así puede verse en la configuración de los espacios de poder para los próximos cinco años, pues el grupo de Javier Corral está reclamando su derecho a definir a sus cuadros de la misma forma que operó su campaña y logró el triunfo: prácticamente solo.
La división entre dhiacos y felices está en su punto álgido. En el caso del Congreso, el grupo corralista empuja a Blanca Gámez, quien si no ocurre nada extraordinario liderará la bancada, siempre y cuando el que decide, Mario Vázquez, sea seducido con un huesillo del tamaño de sus ambiciones, o al menos lo suficientemente jugoso para ocuparle la boca un rato. Jesús Valenciano es la apuesta de este último, y Miguel Latorre quiere ver si le alcanza para algo.
El control del partido está en disputa. Del lado corralista van benditos Fernándo Álvarez Monge y Ramón Galindo. Vázquez quiere empujar a Juan Blanco, quien siempre ha sido uno de sus gallos, y un perfil que podría sellar la paz entre los grupos en pugna es Roberto Fuentes, quien goza del visto bueno del gobernador electo y de los panistas de siempre. Es un perfil profesional, comprometido, lejano a escándalos y sobre todo con la capacidad de unir, algo que Acción Nacional necesitará mucho. Es de los pocos panistas que no se polarizan.
Lucía Chavira podría ir a Prospera. Lo anterior luego de la renuncia de Delia Rita Soto, a quien tuvieron en el ojo del huracán no sólo por un supuesto desvío de fondos del programa que operaba, sino porque esos fondos no se convirtieron en votos para el tricolor de modo que sólo quemó al partido y no le dejó más que ampollas. Eso dicen. La esposa del exalcalde, quien parece tener más peso político que su marido, podría ocupar esta posición.
El baecismo se levanta de las cenizas. Poco a poco y sin hacer ruido, el equipo de personajes cercanos al exgobernador José Reyes Baeza comienza a ocupar espacios ganados al duartismo que se los arrebató de golpe hace seis años. Baeza cuenta con buen oficio político pero sobre todo paciencia. Sabe, como diría un filósofo muy famoso, que “hay momentos para ser, para no ser y para dejar de ser”. Hoy parece que es momento de volver a ser.