Un grupo de investigadores de la Universidad de Edimburgo (Escocia) han desarrollado un nuevo anticonceptivo masculino con una tasa de efectividad del 96 por ciento, según el estudio publicado en la revista ‘Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism’.
El tratamiento consiste en la administración de dos inyecciones, cada ocho semanas, de una hormona progestogena y un andrógeno que reducen paulatinamente la producción de esperma.
El método fue probado en 320 hombres de entre 18 y 45 años que mantenían una relación estable desde hacía al menos un año con mujeres de entre 18 y 38 años. Antes de comenzar el estudio se evaluó la calidad del esperma de todos los voluntarios.
Durante las primeras 12 semanas, las parejas debían utilizar otro método anticonceptivo. No obstante, una vez vez que el nivel de esperma de los voluntarios bajaba del millón por mililitro, algo que ocurrió a las 24 semanas en 274 de los participantes, las parejas podían utilizar exclusivamente este método anticonceptivo.
Las inyecciones demostraron ser efectivas en un 96% de los casos y solo hubo cuatro embarazos en la fase de eficacia del tratamiento, que se prolongó durante 56 semanas. Sin embargo, teniendo el cuenta el número de voluntarios implicados en el ensayo fue considerado por el equipo todo un éxito.
«Si los comparas con otros métodos masculinos reversibles, es mejor que el condón», afirmó Richard Anderson, uno de los autores del estudio a ‘The Guardian’. De hecho, el condón tiene una efectividad del 82% mientras que la píldora se sitúa en el 99%.
Efectos secundarios
Durante el estudio varios de los participantes afirmaron sufrir efectos secundarios, y un total de 20 hombres abandonaron el ensayo por dolores musculares, un incremento de la libido y problemas de acné. Pese a ello, el 75% de los voluntarios afirmó que estarían dispuestos a usarlo.
Además, aunque durante el ensayo uno de los participantes se suicidó, este hecho no está relacionado con el tratamiento, según el estudio. Tampoco los investigadores han relacionado un caso de depresión y otro de sobredosis intencionada con la administración de las inyecciones.
No obstante, como resultado de estos efectos secundarios, varios investigadores externos consideran que el estudio no debe continuar, ya que los participantes están siendo expuestos a demasiados riesgos, según recoge ‘New Scientist’
«Para que un anticonceptivo masculino sea aceptado por los hombres, tiene que ser tolerado y no causar más problemas. Para mí, esta es la mayor preocupación del estudio», explicó Allan Pacey, profesor de Antropología de la Universidad de Sheffield, quien no ha estado implicado en el estudio.
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