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Salud y Bienestar

Por qué no deberías limpiarte el oído con hisopos

Un nuevo informe de la Academia Americana de Otorrinolaringología indicó sobre el ABC de la limpieza de los oídos y confirmó que todo lo que nos enseñaron debe ser revisado.
De acuerdo con información de La Nación, los especialistas aseguraron que la cera no es mala y los hisopos no son los mejores aliados para tenerlos saludables. Puede no ser del todo amigable, pero la cera como los mocos, cumple una función importante. Lubrica y da protección a los oídos contra las bacterias, hongos y hasta insectos.
Puede no ser del todo amigable a la vista, pero la cera, como los mocos, cumple una función importantísima. Lubrica y le da protección a los oídos contra bacterias, hongos y hasta insectos. Cuando nos colocamos un hisopo solemos empujarla, bloqueando por completo el canal.
Si sientes estos malestares hay que preocuparse:
*Si sentimos dolor o la sensación de que están tapados.
*Si perdemos la audición aunque sea parcialmente.
*Si sentimos un zumbido o cualquier ruido molesto.
*Si pican o largan olor.
*Si tosemos y duele.
Los hisopos no son la mejor herramienta para limpieza, puesto que causa el bloqueo al acumular la cera es una de las principales causas de la pérdida de audición. Las orejas funcionan de tal forma que la cera que sobra es eliminada, siempre y cuando se encuentran saludables. Así que en esos casos, alcanza con mantener los excesos limpios con una toalla para que no se bloquee el canal, sin insertar nada en el oído.

Con información de La Nación.

Revista

La grasa abdominal profunda: el enemigo silencioso que envejece tu cuerpo y tu mente

Oculta bajo la piel y rodeando órganos vitales como el corazón, el hígado y los riñones, la grasa visceral representa una de las amenazas más serias para la salud metabólica y cerebral, incluso en personas delgadas. Más que un problema estético, esta grasa activa procesos inflamatorios que pueden desencadenar enfermedades como la diabetes tipo 2, el hígado graso, problemas cardiovasculares y, a largo plazo, deterioro cognitivo.

De acuerdo con el Dr. Andrew Freeman, especialista en prevención cardiovascular, la grasa visceral es un marcador de múltiples riesgos de salud, aun en quienes aparentan estar en forma. El fenómeno conocido como “skinny fat” —personas con peso normal pero con alta proporción de grasa interna— evidencia que la salud no siempre se refleja en el espejo.

El impacto va más allá del metabolismo. La neuróloga preventiva Kellyann Niotis advierte que este tipo de grasa libera compuestos inflamatorios que aceleran la atrofia cerebral y favorecen la aparición de placas beta-amiloides y ovillos de tau, señales asociadas con la enfermedad de Alzheimer, incluso desde los 40 o 50 años.

¿Cómo saber si la grasa visceral está fuera de control? La medida de la cintura es un primer indicio: más de 88.9 cm en mujeres y 101.6 cm en hombres eleva el riesgo, según los CDC. La masa muscular también importa: quienes tienen más grasa que músculo tienden a acumular esta grasa profunda. Estudios como la DEXA o básculas con medición de grasa corporal pueden ayudar a evaluar estos indicadores.

La buena noticia: es reversible. Freeman insiste en un enfoque integral con ejercicio cardiovascular diario (como caminatas rápidas de al menos 30 minutos) y entrenamiento de fuerza con resistencia. Ejercicios como desplantes, sentadillas, lagartijas y peso muerto movilizan grandes grupos musculares, aceleran el metabolismo y estimulan hormonas que mejoran la composición corporal.

Una alimentación basada en plantas, como la dieta mediterránea, también es clave. Rica en frutas, vegetales, granos enteros, aceite de oliva y pescado, esta dieta ha demostrado reducir la grasa abdominal y el riesgo de muerte por enfermedades crónicas, especialmente en mujeres.

El ayuno intermitente —comer solo durante una ventana de seis horas al día— puede ser un complemento efectivo, aunque no es apto para todos. La combinación de alimentación natural, entrenamiento funcional y periodos de ayuno puede “hacer magia” en la reducción de grasa visceral, señala Freeman.

En resumen, mantener el músculo, eliminar alimentos ultraprocesados, moverse cada día y reorganizar los horarios de comida no solo combate la grasa abdominal profunda, sino que extiende la salud física y mental hacia el futuro. Porque el verdadero “elixir de la juventud” no se compra: se construye con hábitos.

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