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Cine

El cine mexicano alcanza una producción récord en 2016

El Instituto Mexicano de Cinematografía (IMCINE) ha presentado la nueva edición de su anuario estadístico. Los datos de 2016 consolidan el crecimiento de la industria por séptimo año consecutivo y dejan ver algunas tendencias positivas. 30.5 millones de personas fueron a las salas de cine a ver 90 estrenos nacionales. Solo diez lograron rebasar los 700.000 espectadores. Pero hubo más de 30 cintas que ni siquiera llegaron a 4.000 personas. Las resistencias y retos que amenazan al cine mexicano en las salas de cine siguen ahí. Entre ellos están los problemas de distribución y el aplastante peso de Hollywood, que sigue teniendo una cuota de mercado de 90%. Aquí algunos de los datos más llamativos que reflejan el momento que vive el cine nacional.
La asistencia a las salas sigue creciendo. En 2016 se vendieron 321 millones de entradas. En 2015 fueron 286 millones. 30.5 millones de personas fueron a ver cine mexicano, la cifra más alta desde 2013.
La industria cinematográfica mexicana crece casi tres veces más que la economía mexicana. El PIB de la industria creció 5,6% de 2013 a 2014 mientras que el PIB nacional se expande un 2,2% según los pronósticos más optimistas. El incremento promedio en el periodo 2008-2014 fue de 6,5%
162 largometrajes fueron producidos en 2016. La cifra es la segunda más alta desde 1958. La mayoría de cintas (58%) están financiadas con apoyo del Estado. La producción privada ha crecido por tercer año consecutivo y alcanza el 32%.
Hacer una película en México cuesta, en promedio, 19.8 millones de pesos (poco más de un millón de dólares). Los costes disminuyeron 6% en 2016 comparados al año anterior.
España es el país que más premia al cine mexicano. Sus festivales dieron 23 premios a cintas mexicanas. Alba, de Ana Cristina Barragán, coproducida con Ecuador fue la película nacional que más reconocimientos cosechó en el extranjero (10).
Cada vez participan más mujeres en el cine mexicano. El 2016 fue un año récord para las directoras. 37 de las 162 películas producidas en 2016, el 23%, fueron dirigidas por mujeres. Hace una década solo 8 películas fueron firmadas por una directora.
El género documental alcanzó en 2016 su mejor año con 66 producciones. Es el registro más alto desde que el Imcine comenzó el conteo en 2010. Bellas de Noche, de María José Cuevas, fue el documental más visto el año pasado, con 32.528 espectadores.
Capitan América: Civil War fue la película más vista en México en 2016. Tuvo 14.5 millones de espectadores y fue exhibida en 5.422 pantallas. La película mexicana más vista es ¿Qué culpa tiene el niño?, de Gustavo Loza, con 5.9 millones de espectadores.
Jesús Ochoa fue al actor más taquillero del cine mexicano en 2016. Sumó ocho millones de espectadores en tres producciones. Le sigue Omar Chaparro con siete millones de espectadores en dos películas y Karla Souza con seis millones en un par de producciones.
Desierto, de Jonás Cuarón, fue la película mexicana más internacional. Fue estrenada en 14 países. Pero No manches Frida fue la más exitosa. Recaudó once millones de dólares en 13 países.
Los mexicanos no ven cine latinoamericano. Solo fueron estrenadas 17 películas de América Latina en 2016, una caída importante comparada con las 30 exhibidas en 2015. La asistencia a las producciones de la región fue de 0,1%. Solo un mexicano de cada mil entra a ver una cinta latinoamericana.

Fuente: El País

Cine

Expertos denuncia un gran error histórico de Napoleón de Ridley Scott

   MADRID – Napoleón de Ridley Scott llega a los cines este viernes 24 de noviembre. Joaquin Phoenix da vida al líder militar francés en la cinta, que ya ha recibido diversas críticas por su presunta falta de rigor histórico. Unas acusaciones que, el propio director ha calificado de «absoluta giliipollez», pero que siguen llegando.

   En una escena del filme se puede ver cómo las tropas francesas lideradas por el emperador disparan con cañones contra las pirámides de Giza, algo que aparentemente nunca ocurrió. «No sé si él hizo eso. Pero fue una forma rápida de decir que tomó Egipto», declaró Scott a Times of London.

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   No hay evidencia de que los invasores franceses lanzaran artillería contra las pirámides, o de que las tropas de Napoleón dispararan a la nariz de la Esfinge. «Por lo que sabemos, Napoleón tenía en alta estima la Esfinge y las pirámides y las utilizó como medio para impulsar a sus tropas a una mayor gloria», ha declarado a New York Times Salima Ikram, profesora de Egiptología en la Universidad Americana de El Cairo. «Definitivamente no disparó», añadió.

   Algunos historiadores han criticado a Scott, pero al menos otros esperan que Napoleón genere interés en los acontecimientos reales que inspiraron la película. Y aunque Napoleón no disparó a las pirámides, su invasión de Egipto tuvo un profundo efecto en la herencia cultural egipcia. «En última instancia, la campaña es una derrota: los franceses pierden y son expulsados«, explicó Alexander Mikaberidze, profesor de la Universidad Estatal de Luisiana en Shreveport especializado en historia napoleónica.

   La campaña francesa en Egipto de 1798 a 1801 fue impulsada por las ambiciones coloniales de Napoleón, pero, además, tomó la decisión de invitar a más de 160 expertos en campos como la botánica, la geología, las humanidades y otros para acompañarle en la invasión. «Había un interés real por parte de los expertos y, creo que por extensión, un interés real por parte de Napoleón por poder comprender estas cosas a las que los europeos no habían tenido acceso ilimitado desde el período clásico», dijo Andrew Bednarski, académico de la Universidad Americana de El Cairo que se especializa en egiptología e historia del siglo XIX. En su esfuerzo por documentar el vasto patrimonio arqueológico de Egipto, los estudiosos franceses se apoderaron de muchos elementos importantes, incluida la Piedra Rosetta, una roca con inscripciones en tres idiomas que resultó fundamental para descifrar los antiguos jeroglíficos egipcios. La piedra y muchos otros botines terminaron en manos británicas después de que cayera el control francés sobre Egipto en 1801. Para entonces, Napoleón había regresado a Francia.

Tras la fallida campaña, la noticia de las maravillas culturales que escondían los desiertos de Egipto se extendió por toda Europa e impulsó una nueva ola de egiptomanía global. Este apetito insaciable por las antigüedades egipcias ha dado lugar a siglos de exploración, excavación y expolio de la vasta cultura de la región. Desde la invasión de Napoleón, buscadores y comerciantes han sacado de Egipto innumerables tesoros, muchos de ellos a través de canales clandestinos y abiertamente criminales.

Como resultado, muchos de los elementos más icónicos del Antiguo Egipto, incluida la mencionada Piedra Rosetta y el busto de Nefertiti, se encuentran en museos y colecciones privadas lejos de su país de origen.

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