Con globos blancos dieron el último adiós a niños del Colegio Enrique Rébsamen. Padres, maestros, alumnos y amigos de los pequeños que murieron en la escuela, a consecuencia del sismo del martes pasado, celebraron una misa en su honor, el evento se celebró en la parroquia Del Carmen y San José ubicada a una calle de donde ocurrió la tragedia.
Ahí, los deudos acudieron vestidos de blanco. Pidieron respeto a los medios de comunicación para realizar la ceremonia que dictó el párroco del lugar, quien pidió fuerza y aplausos para los miles de héroes anónimos que participaron en las zonas de desastre.
Pidió también compresión a los padres, “en ocasiones no entendemos las cosas, no comprendemos cómo se arrebata la vida de angelitos que apenas empiezan a vivir, para todo este dolor que están sufriendo las familias te pedimos señor”, suplicó el párroco.
En memoria de los niños y de todos los rescatistas, los padres de familia levantaron la mano con el puño cerrado, señal de silencio, imagen que le ha dado la vuelta al mundo. Después de un minuto, los brazos bajaron y comenzaron los aplausos.
La misa se realizó en el jardín de la parroquia. La gente que acudió le dio las condolencias a las familias y llevaron un regalo para los niños. Juguetes, cartas, palabras de aliento y consuelo.
“No imagino lo que están sufriendo los padres en este momento, nadie puede imaginar su dolor. Lo único que les dije y que les deseo es su pronta resignación, más no se puede hacer por ellos”, comentó Carmen Vela, vecina de la escuela que acudió a darle el último adiós de los niños del Rébsamen.
Sus compañeros de salón de alguno de ellos aún no daban crédito a la tragedia. Los más fuertes acudieron acompañados de sus padres, les llevaron presentes y textos escritos por ellos mismos.
“Mi amiga Angélica murió ahí aplastada, le traje una carta donde le digo lo mucho que la quería”, comenta entre lágrimas Rogelio que cursaba el quinto grado de primaria en el colegio siniestrado.
Después de la misa, llegó el último adiós. Las Coronas de flores fueron abundantes, los padres se reunieron a mitad del jardín y soltaron globos blancos, mientras se elevaban, las lágrimas caían y se escuchaban las palabras de despedida.
“Hasta siempre mi amor, siempre vas a estar aquí con nosotros, siempre te vamos a amar”, gritó desconsolada la madre de Karen, para después desvanecerse en los brazos de su esposo.<